2.8. Pedagogía de la
libertad
El Instituto Interamericano de Derechos Humanos (IIDH), con sede en San José
de Costa Rica, presentó en 2000 el proyecto Libertad de Expresión y Sistema
Interamericano de Derechos Humanos, destinado a fomentar "la incorporación
de estándares internacionales de protección a la libertad de expresión
en el derecho interno, mediante un proceso de entrenamiento y capacitación"
entre funcionarios y representantes de la sociedad civil. Con el apoyo
de la fundación estadounidense Robert R. McCormick Tribune, el proyecto
se inició con el desarrollo de dos programas en Paraguay y Venezuela.
El IIDH había celebrado anteriormente, con la colaboración de la Agencia
Española de Cooperación Internacional (AECI), seis seminarios sobre Medios
de Comunicación y Sociedad Democrática, a partir del eje temático central
de la libertad de expresión en relación al control de la corrupción de
funcionarios públicos y la incorporación de estándares normativos internacionales.
El IIDH parte del reconocimiento de una situación crítica. "En América
Latina -señala en la presentación del programa-, el problema entre el
poder político y la libertad de expresión no se centra en el conflicto
que puede existir sobre el rol del Estado como distribuidor de recursos
para garantizar que todas las voces sean escuchadas, sino en el conflicto
'tradicional': Estados que obstaculizan las libertades ciudadanas". Y
trata de aplicar soluciones complementarias a la denuncia de casos desarrollada
por la SIP y su entorno: "el mecanismo de denuncia ha demostrado ser necesario
pero insuficiente para enfrentar los ataques a este derecho. Si bien hay
situaciones que se solucionan por medio del sistema de casos, para la
resolución de muchos otros se necesitan capacitación, promoción e investigación".
El proyecto del IIDH se basa en la promoción de valores ajenos a la práctica
latinoamericana entre los agentes de los poderes legislativos, judiciales
y de la sociedad civil, donde se incluyen los periodistas, a quienes se
asigna un papel determinante en el fortalecimiento de una cultura democrática:
"el periodismo debe ejercer su rol tradicional de crítica y control de
los tres poderes del Estado, pero, teniendo presente la debilidad institucional
imperante en América Latina, la crítica debe tener un fuerte sustento
en la profundización de la democracia; es decir, no debe atentar contra
los valores democráticos o proponer 'soluciones' autoritarias. A la vez,
la sociedad civil en general debe controlar la vigencia de este derecho
y, en caso de violaciones, debe estar en capacidad para recurrir a instancias
internacionales de protección".
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