Nació en Lüneburg, Baja
Sajonia, Alemania, en 1927. A los 17 años fue obligado
a formar parte de la aviación nazi. Detenido por
las tropas norteamericanas en Alemania, recobró
la libertad y comenzó los estudios de derecho en
Friburgo, donde se doctoró en 1949. Funcionario
civil desde 1954, gozó de una excedencia (1960-61)
para viajar a Estados Unidos y estudiar sociología
cerca de Talcott Parsons en
la Universidad de Harvard en Boston, que ejerce una influencia
significativa en su pensamiento. En 1964 publica su primer
libro, Funktionen und Folgen formaler Organisation
(Duncker & Humblot, Berlín, 1964), e ingresa
un año después en la Universidad de Münster
en Dortmund, donde se doctora en sociología política
en 1967, al tiempo que inicia su actividad docente. En
1968 se establece en Bielefeld, en cuya Universidad permanecerá
el resto de su carrera, como catedrático y, desde
1993, como emérito. En 1968, con ocasión
del decimosexto Congreso Alemán de Sociología,
celebrado en Francfort, mantuvo un debate teórico
con Habermas, recogido en Theorie der Gesellschaft
oder Sozialtechnologie. Was leistet die Systemforschung,
Suhrkamp, Francfort, 2 vols., 1971-1973. En 1986
publicó Ökologische Kommunikation. Kann
die moderne Gesellschaft sich auf ökologische Gefährdungen
einstellen? (Westdeutscher Verlag, Opladen). Aunque
la idea de la comunicación está presente
en gran parte de su obra, a mediados de los años
90 apareció Die Realität der Massenmedien,
Westdt. Verlag, Opladen, 1995.
Editor de la revista académica Zeitschrift
für Soziologie (Stuttgart). Premio Hegel en
1988. Falleció en 1998.
Las traducciones en lengua española abarcan parte
de su muy amplia obra: Ilustración sociológica
y otros ensayos, Sur, Buenos Aires, 1973; Fin
y racionalidad en los sistemas, Editora Nacional,
Madrid, 1983; Sistema jurídico y dogmática
jurídica, Centro de Estudios Constitucionales,
Madrid, 1983; El amor como pasión, Ediciones
62, Barcelona, 1985; Observaciones de la modernidad,
Paidós, Barcelona, 1998; Sistemas sociales,
Alianza, Madrid, 1991; Teoría de la sociedad
(con R. De Giorgi), U. Iberoamericana, Guadalajara, México,
1993; Teoría política en el Estado de
Bienestar, Alianza,Madrid, 1994; Poder,
Barcelona, Anthropos, Barcelona, 1995; Confianza,
Anthropos, Barcelona, 1996; Observaciones de la modernidad,
Anthropos, Barcelona, 1997; Complejidad y modernidad.
De la unidad a la diferencia, Trotta, Madrid, 1998;
La realidad de los medios de masas, U.Iberoamericana/Anthropos,
México/Barcelona, 2000.
En lengua portuguesa se han encontrado: Legitimação
pelo procedimento, Ed. Univ. de Brasília,
Brasilia, 1980; Sociologia do Direito, Tempo
Brasileiro, Rio de Janeiro, 1985; A Improbabilidade
da Comunicação, Vega, Lisboa, 1992.
PENSAMIENTO Y EXPRESIÓN CIENTÍFICA
El pensamiento de Luhmann se proyecta
en múltiples direcciones, desde la política
al arte, desde la economía a la religión,
desde la cultura a los medios de comunicación.
Todo aquello que alcanza al sistema social, desde una
óptica que desplaza la acción del centro
teórico de la sociología y la sustituye
por la comunicación. La comunicación adquiere
en su visión un valor central, definidor y autorregenerador
de la funcionalidad de los sistemas.
En Luhmann se superpone y sintetizan diversas influencias
teóricas, distintos planteamientos analíticos
de la realidad. Está clara la proximidad de Parsons,
de quien aprendió su estructural-funcionalismo
revisado a la luz de la teoría de sistemas. Luhmann
acentuó el carácter sistémico del
análisis, esto es, la referencia de Bertalanffy.
Pero también hay rastros fenomenológicos
traídos de Husserl y
cibernéticos de Wiener
y, más aún, de la cibernética de
segundo orden y el constructivismo radical de Von
Foerster, sin olvidar la decisiva influencia, en el
refinamiento que su teoría sobre los sistemas adquiere
en la ‘autopoyesis’ de los chilenos Maturana
y Varela.
Interesa a Luhmann más que la estructura de los
sistemas, aspecto que ocupara preferentemente a Parsons,
sus funciones, sus ‘sentidos’, los valores
que los diferencian. Así, en una sociedad compleja,
el sistema social se subdivide en sistemas especializados,
con autonomía propia, en los que la comunicación
interna se convierte en el elemento definidor y reductor
de la inseguridad e incertidumbre que nace de la complejidad.
La comunicación es la que hace a los sistemas y
los diferencia, y no los individuos, que aparecen en el
planteamiento de Luhmann en los entornos o ambientes de
esos sistemas.
Los sistemas (político, económico, cultural,
etc.) se identifican y regeneran por la información
especializada que procesan, que les da seguridad y resguardo
en un entorno complejo, donde se produce información
inabarcable y no pertinente a sus necesidades. Los sistemas
son, pues, ‘autoreferentes’ -aquí aparece
la idea de la 'autopoiesis'- y permanecen cerrados a flujos
externos de información no necesaria, inconveniente
o desestabilizadora. La dinámica de la comunicación,
en el sentido de Luhmann, consiste en buscar el equilibrio
del sistema a través de los nutrientes que filtra
y distribuye, esto es, que lo autoalimentan y dan identidad,
pero también consiste en reducir la complejidad.
La actualidad adquiere un valor determinante. En un sistema
cuyo corazón y dinámica es la comunicación,
la actualidad filtrada, construida y distribuida se convierte
en la oportunidad de hacer, en lo que se puede o debe
hacer. El sistema se autoregenera con una demanda de nueva
información, de información actualizada,
que entierra a la histórica y se convierte en la
memoria que identifica, da sentido y diferencia la función
especializada de un sistema o subsistema de un sistema
social complejo.
Entre los sistemas y sus entornos o ambientes se establecen
tensiones dialécticas derivadas de la complejidad,
por lo que el equilibrio del sistema se basa en el cierre
de su perímetro de comunicación y el filtrado
de la información ambiental que garantiza su estabilidad
y mantenimiento.
Luhmann lleva su análisis a los distintos sistemas
en los que se estructura la vida social y aplica su teoría,
a la que trata de dar una validez universal, al sistema
de medios, a los medios de comunicación. Su propuesta
más amplia aparece en uno de sus últimos
libros, Die Realität der Massenmedien (La
realidad de los medios de masas), aparecido en 1995.
Un texto que ha creado controversia por el descalabro
que sus planteamientos crean sobre amplios espacios del
conjunto multidisciplinar en el que se sustenta el pensamiento
de la comunicación.
Para Luhmann, los medios proveen el imaginario de la realidad.
Pero no necesariamente la realidad de los medios expresa
lo que se entiende por ‘lo real’, esto es,
por lo que verdaderamente ocurre. Desde el punto de vista
de quien observa, que es la actitud distante que adoptada
por el pensador alemán, el sistema de medios opera,
como el resto de los sistemas, en clave autorreferente;
se autoalimenta con lo que son los valores específicos
de su función. Los medios constituyen un sistema
cerrado y no están llamados a hacer justicia –eso
le correspondería al sistema judicial-, o a ofrecer
valores estéticos –eso pertenece al sistema
del arte- o a contar la verdad –podría interesar
al sistema religioso-, o servir a determinados principios
–estaríamos hablando del sistema político-.
Su función en simplificar la complejidad a términos
que sean inteligibles para el sistema social en su conjunto
y que garanticen su equilibrio y supervivencia.
La falsedad, el engaño, la simulación pueden
formar parte de la realidad de los medios... Esa es su
realidad y no lo que podría entenderse como una
crónica objetiva y exacta de lo que acontecer.
La reducción de la complejidad del sistema mediático
pasa por una labor de selección, por la construcción
de la agenda –de lo que se informa y de lo que no-,
por la acción de quienes en el mundo de la comunicación
se han conocido como ‘gatekeepers’ o ‘guarda
barreras’. Selección determinada por los
valores diferenciales del sistema social en el que opera,
por la dialéctica que se establece entre el sistema
de medios y el resto de sistemas especializados que configuran
una realidad social compleja. La simplificación
mediática y su propia invención de la actualidad
hacen asumible la pertenencia a un sistema y reduce la
incertidumbre. La información seleccionada y presentada
en ciclos que autodestruyen la memoria y construyen la
realidad como actualidad, independientemente de su veracidad
o bondad, constituye una realidad: la realidad de los
medios.
Los medios de comunicación autodescriben la sociedad,
son sus valores de memoria dinámica –la pauta
de identidad que se actualiza y regenera con la información
nueva-. A ello contribuyen no sólo las noticias,
sino también la publicidad, los programas de ocio,
etc. Luhmann observa cómo el predominio de los
valores mercantiles impregna el sistema de medios y lo
convierte en una extensión cultural del mercado;
como la cultura no se puede transformar en dinero, el
dinero se reviste con la cultura y la reduce a mercancía,
a manufactura. En este sentido, la realidad de los medios
aparece como una manufactura relacionada con los valores
e intereses dominantes, cuya autoreferencia busca el mantenimiento
del equilibrio.
Perfiles biográficos y académicos. Marcos epistemológicos y teóricos de la investigación en Comunicación.
Plan Nacional de I+D, CSO2013-47933-C4-3-P | Ministerio de Economía, Industria y Competitividad