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de la edición polaca de The Philosophy of Horror.
Noël
Carroll (1947-)
PERFIL
BIOGRÁFICO Y ACADÉMICO
Nacido en Far
Rockaway (Nueva York), estudió filosofía en
las universidades de Pittsburgh e Illinois, doctorándose
en esta última (1976), y cine en la New York University,
donde asimismo se doctoró en 1976. Académico
norteamericano con proyección internacional en los
campos de la teoría de la cultura, los medios y el
cine, filosofía de la literatura y de las artes visuales.
Ha sido profesor en las universidades de New York, Cornell,
Columbia y SUNY-Buffalo, impartiendo docencia, actualmente,
en la Universidad de Wisconsin.
Entre sus libros, cabe destacar: The Philosophy of Horror or Paradoxes of
the Heart (1990), Interpreting the Moving Image (1998) A Philosophy
of Mass Art (1999), Theories of Art Today (2000), Beyond Aesthetics (2001), Philosophy
Of Film and Motion Pictures (2005). En lengua española has sido editados Una
filosofía del arte de masas, A. Machado, Boadilla del Monte (Madrid),
2002; Filosofía del terror o paradojas del corazón, Ed.
La balsa de la medusa, Madrid, 2005.
PENSAMIENTO
Y EXPRESIÓN CIENTÍFICA
Carroll construye una muy
controvertida filosofía del arte popular, del cine
y de las expresiones masivas de las industrias culturales
que desmonta la mayoría de los planteamientos teóricos
previos, especialmente los críticos con el sistema
de producción comercial, al tiempo que busca soluciones
ajenas a las lecturas de esos planteamientos críticos,
que detesta por su elitismo intelectual o por su blindaje
ideológico y político. Una expresión
'post teórica' de un pensamiento no tanto conservador
como reaccionario, según lo ha calificado Ludvig Hertzberg,
en el que sus prolijas argumentaciones aparecen arropadas
de un cientifismo retórico.
Las corrientes que hacen filosofía del cine, señala,
son hijas de la politización de los años sesenta
del pasado siglo -destaca el papel de la revista francesa Chaiers
du Cinéma-, que abren un campo de reflexión
a semiólogos, antropólogos, psicólogos,
etc., y éstos son los que crean la idea de la influencia
de los patrones cinematográficos en las pautas de conducta
de los individuos en sociedad como forma de control. Así,
Carroll identifica en ese núcleo actuante, a cuyos teóricos
describe como "marxistas psico-semióticos", por cuanto
sus reflexiones inducen nuevas formas de censura mediante el
condicionamiento intelectual de la visión del cine y
del arte. Critica muy especialmente el planteamiento de Lacan y
a las relecturas estructuralista de Althusser.
Carroll reivindica el papelactivo del espectador -el espectador
no es mentalmente inútil- en la distinción entre
ficción y realidad y en la integración de la
narración fílmica en términos no causales
en su conducta. También, descarta la metáfora
onírica del film que plantea Jean-Luis Baudry y el discurso
psicoanalítico de Christian Metz.
Carroll destaca las virtudes de la narrativa cinematográfica,
por cuanto entiende que la alfabetización visual y la
traducubilidad de su discurso revelan fortalezas de la l mensaje
visual, en el que domina la claridad por encima de otras consideraciones.
Cuando aborda el análisis del terror en el cine, entiende
que hay en él virtudes terapéuticas -"si me inoculo
terror, me vacuno de mayores terrores"-, que provocan una respuesta
emocional pero que no alcanzan a traumatizar psicológica
del espectador por su capacidad de distanciamiento entre la
ficción, el terror como arte, y la realidad.
En A Philosophy of Mass Art (1999) despliega su argumentación
crítica ahora sobre la mayoría de las más
reconocidas reflexiones teóricas acerca de la cultura
de masas, la cultura popular y las industrias culturales. La
propuesta de vaciado o atenuación ideológica
que preside su filosofía del arte masivo le lleva a
revisar corrientes y pensadores y a entender, como un hecho
natural, la existencia de un 'gran público' que demanda
determinadas soluciones de consumo artístico, incluidas
las expresiones más degradadas del audiovisual o la
prensa sensacionalista, que son tan legítimas como las
demandas de 'arte verdadero que hacen las élites. Incluso,
entiende como una expresión paranoica la preocupación
de la academia por las expresiones de la industria cultural
masiva, cuyo distanciamiento la recluye en un estadio de elitismo
crítico ajeno a la realidad. En su recorrido por la
historia de la crítica y teorización de la sociedad
de masas, en su vertiente mediático-cultural, desmonta,
en ocasiones con una lectura descontextualizada, lo que le
lleva a ridiculizar, con un proverbial tono irónico,
los planteamientos de MacDonald, Greenberg, Collingwood, Adorno, Horkheimer, Benjamin y McLuhan.
Alegatos, en definitiva, contra toda resistencia crítica
a la actual dinámica de la producción masiva
mediático-cultural, por cuanto esteriliza las raíces
de la reflexión contemporánea por dogmáticas,
arcaicas y deterministas, en las que se una relación
de causalidad multidisciplinar entre la lógica mercantil
y la producción de contenidos industriales. Una vez
descartadas las doctrinas que rechaza Carroll, señalan
sus detractores, es muy difícil recomponer, con su pensamiento
débil, una visión teórica de la cultura
en una sociedad compleja, por lo que sus argumentos se han
convertido en uno de las mejores coberturas para la maniobrabilidad
de las industrias culturales, gracias a un filosofía
de acompañamiento que es aprovechada para dar amparo
a la 'tabloidización' o degradación objetiva
de los contenidos en las expresiones mediático-culturales
masivas.