Nació en París, en 1932, de
padre italiano, refugiado comunista en Francia. La guerra mundial
le hizo especialmente sensible ante la destrucción y
la muerte, circunstacia que influirá en su obra, en
la ‘estética de la desaparición’.
Estudió arquitectura en París, de cuya Escuela
de Arquitectura llegaría a ser su máximo responsable
durante tres décadas (1968-1998). En 1963 funda con
Claude Parent la revista de la modernidad arquitectónica
y urbanística Architecture Principe. Desde
1973, es director de la colección Espacio Crítico,
de Editions Galilée. Gran premio nacional Crítica
de la Arquitectura en 1987. En 1990, es nombrado coordinador
de los programas del Collège International de Philosophie,
bajo la dirección de Jacques Derrida. Ha trabajado en
numerosas exposiciones de arte contemporáneo en la Fundación
Cartier. En 2000 se inauguró en Japón el Museo
de las Catástrofes, realizado bajo su dirección
y proyecto.
Entre sus libros: Bunker archéologie, Centre
de Création Industrielle, París, 1975; L'insécurité du
territoire, Stock, Paris, 1976; Vitesse et politique,
Galilée, Paris, 1977; Défense populaire et
luttes
écologiques, Galilée, París, 1978; Esthétique
de la disparition, Éditions Balland, París,
1980; Guerre et cinéma, Éditions de
l'Étoile, París, 1984; Logistique de la
perception, Cahiers du Cinéma, París,
1984; L'espace critique, Christian Bourgeois, París,
1984; L'horizon négatif, Galilée,
París, 1985; L'inertie polaire, Christian
Bourgeois, Paris, 1990; La machine de vision, Éditions
Galilée, París, 1992; L'art du moteur, Éditions
Galilée, París, 1993; La vitesse de libération,
Galilée, París, 1995. Cybermonde (conversaciones
con Philippe Petit), Textuel, París, 1996; Un
paysage d'événements,
Éditions Galilée, París, 1996; La
bombe informatique,
Éditions Galilée, París, 1998; Ce
qui arrive,
Éditions Galilée, París, 2002; Discours sur l’horreur de l’art, entrevista con Enrico Baj, Atelier de création libertaire, París, 2003; L'Art à perte de vue, Galilée, París, 2005; L'Université du Désastre, Galilée, París, 2007; Le Futurisme de l’instant, Galilée, París, 2009; Le Grand Accélérateur, Galilée, París, 2010.
Entre las traducciones de su obra en lenguas española: Estética
de la desaparición, Anagrama, Barcelona, 1988; La
máquina de visión, Cátedra, Madrid,
1989; El arte del motor, Manantial, Buenos Aires, 1993; La
velocidad de la liberación, Manantial, Buenos Aires,
1995; El arte del motor. Aceleración y realidad
virtual, Manantial, Buenos Aires. 1996; Un paisaje
de acontecimientos, Paidos, Buenos Aires, 1997; El
cibermundo, la política de lo peor, Cátedra,
Madrid, 1997; La inercia polar, Trama, Madrid,
1999; La bomba informática, Cátedra,
Madrid, 1999; La inseguridad del territorio, La Marca,
Buenos Aires, 2000; El procedimiento silencio, Paidós,
Buenos Aires, 2001; Amanecer crepuscular, FCE, Madrid, 2003; Lo que viene, Arena Libros, Madrid, 2005; Ciudad pánico: el afuera comienza aquí, Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2007; Discurso sobre el horror en el arte, Casimiro Libros, Madrid, 2010.
En lengua portuguesa: Guerra e Cinema, Scritta, São
Paulo, 1992; O espaço crítico, Editora
34, Rio de Janeiro, 1993; A máquina de visão,
José
Olimpio, Rio de Janeiro, 1994; A arte do motor, Estação
Liberdade, São Paulo, 1995; Velocidade e Política,
Estação Liberdade, São Paulo, 1997; A
Bomba Informática, Estação Liberdade,
São Paulo, 1999; Estratégia da decepção,
Estação Liberdade, São Paulo, 2000; Cibermundo,
a política do pior, Teorema, Lisboa, 2000.
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Arquitecto, urbanista, filósofo,
su pensamiento describe una visión integral de lo urbano
y de la urbanística dentro de un sistema tecnológico
avanzado, donde la velocidad (el tiempo), la información
y las redes juegan un papel determinante. La civilización
actual se diferencia por un rasgo: la velocidad, que entraña
incertidumbre, riesgo... accidente. Las catástrofes
no son nuevas, pero hay una vértigo cultural nacido
de la aceleración del ritmo de la historia. El mundo
de los medios de comunicación y el desarrollo de la
cibernética aparecen de forma continua en su obra. Describe
los problemas de una sociedad de la información donde
el ciudadano se ve sometido a procesos de simulación
de abundancia que esconden la realidad de la desinformación.
Desde una visión determinista del desarrollo tecnológico,
la crítica de Virilio entiende que las nuevas técnicas
secuestran, seducen, simulan la realidad, 'hacen desaparecer
la realidad'.
Para Virilio, la primera de las seducciones de la tecnología
es la velocidad, la capacidad de romper lo previsible, como
instrumento de control y dominación, pero también
de riesgo, de precipitación hacia un 'nuevo desorden
mundial', porque 'parar significa morir'. El vértigo
de la aceleración hace que la información conocida
no coincida con la realidad sobrevenida, porque la realidad
va más rápida que la información. Por
ello, controlar la tecnología, la velocidad del cambio,
es controlar la sociedad, el espacio y la información [v. "Velocidad e información"].
Las guerras por el control han conocido el desarrollo de la
bomba atómica, la bomba genética y, más
tarde, según el pensador francés, la 'bomba infromática',
que, desde una visión pesimista, enuncia como el anticipo
de la nueva Babel, en un mundo atemorizado por el narcotráfico
informatizado, el terrorismo, las armas 'inteligentes'.
La crítica ácida de Virilio, que contrastó con
radicalidad durante los años de literatura tecnocéntrica
complaciente, ha cobrado actualidad tras el 11 de septiembre
de 2001 y de las guerras preventivas. En su libro Estrategia
de la decepción habla de los 'ataques automáticos'
dirigidos por los Estados Unidos contra los 'Estados delincuentes',
basados en la ilusión tecnológica desarrollada
por Washington tras la caída del muro de Berlín.
Virilio retoma a Wiener en
los fundamentos de la cibernética para descubrir en
el desarrollo de la tecnología las claves de un nuevo
totalitarismo. Si la cibernética es la gestión
la red de lo humano en su dimensión individual y social,
la aceleración tecnológica, la velocidad de la
técnica se convierte en poder y la velocidad de la cibernética
en 'tiempo real' se hace poder absoluto. La globalización
-la 'mundialización del tiempo y la velocidad'- es,
por consiguiente, el acotamiento espacial del control a través
del dominio tecnológico. Al tiempo, esa velocidad se
desprende de los referentes históricos, los aleja y
oculta, por lo que la historia se transforma en mera estadística.
Relevantes son sus reflexiones sobre el mundo de la imagen,
ya que aúna y superpone en el imaginario individual
y social los distintos planos de visualización. Para
Virilio no hay imágenes autónomas. La imagen
mental, la imagen virtual de la consciencia, no se puede separar
de la imagen ocular de los ojos, ni se puede tampoco separar
de la imagen corregida ópticamente. Enuncia un conjunto
indivisible: imágenes mentales, biológico-oculares,
físico-ópticas, gráficas o pictóricas,
fotográficas, cinematográficas, videográficas,
holográficas e infográficas. Forman una sola
y misma imagen, como 'enorme nebuloso filosófica', como
una extensión bio-tecnológica de percepción-interpretación,
que supone una mutación en el régimen de interacción
individual y social. Las imágenes electrónicas,
dinámicas y modelables por su definición numérica,
crean un nuevo estatuto, una nueva cultura en el conjunto de
las relaciones sociales y políticas. Pero sobre todas
las imágenes se impone el flujo dirigido de las imágenes
virtuales, recreadas por el culto a la cirugía estética
de lo digital, con representaciones publicitarias idealizadas
que ocultan las miserias de la realidad.
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