Hemos llegado al término culminatorio
de una faena académica de comunicación tan intensa, compleja
y productiva que no tienen en Bolivia parangón ni precedente. En
efecto, por primera vez ha habido aquí un encuentro nacional sobre
investigación en comunicación y, al mismo tiempo, por vez
primera también, un seminario internacional referente a dicha disciplina.
Esta feliz conjugación ha permitido a más de un millar de
bolivianos - profesores y estudiantes - interesados en la materia conocerse
entre sí, cotejar ideas
y compartir inquietudes. Y les ha dado, además, la ventajosa oportunidad
del contacto directo con algo más de un centenar de colegas que
vinieron de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México,
Paraguay, Perú y Uruguay, encabezados por una decena de comunicólogos
de eminente trayectoria internacional.
Dieron fecundo pie al ejercicio finisecular de balance y proyección
sobre la comunicación latinoamericana en relación con el
desarrollo nacional 10 conferencias en plenaria a cargo de destacados
investigadores, catedráticos y autores de Bolivia y del exterior.
Una batería de mesas de trabajo simultáneas, sustentadas
por alrededor de 100 ponencias, propició la reflexión especializada
sobre 18 temas en grupos de discusión que produjeron conclusiones.
Y, sin darse tregua, los distinguidos maestros visitantes ofrecieron a
docentes e investigadores vespertinos cursos cortos sobre ciertos temas
específicos.
Además de esas tres instancias de rico diálogo profesional
- conferencias, mesas redondas y cursos - las reuniones de Cochabamba
dieron marco y albergue a otras actividades importantes para la comunicología
en Bolivia. Una fue la primera asamblea general de la recientemente establecida
Asociación Boliviana de Carreras de Comunicación Social,
que será afiliada a la FELAFACS. Otra fue una reunión del
directorio de la Asociación Latinoamericana de Investigadores de
la Comunicación (ALAIC) por primera vez realizada en Bolivia. Y
una tercera fue la constitución de una organización nacional
de investigadores de la comunicación, que marca el logro de una
vieja aspiración y debe llevar a Bolivia, al fin, al seno de la
ALAIC.
Nunca antes, es justo recalcarlo, se había dado en este país
una ocasión tan valiosa y con tan grande afluencia de interesados
para la superación profesional en nuestro campo. Mucho de bueno
puede esperarse como producto de ella tanto en términos de reflexión
académica e investigación científica como en los
de agrupamiento profesional y de colaboración interinstitucional.
El aislamiento de Bolivia respecto de las corrientes de pensamiento sobre
nuestro oficio ha sido roto aquí por la presencia de ilustres colegas
de otros países cuyos aportes actualizaron nuestra información
y estimularon nuestra reflexión. Hemos aprendido de ellos y de
dialogar entre nosotros. Hemos logrado consolidar y conformar las asociaciones
de gremio que nos hacían mucha falta. Todo ello ha de reflejarse,
sin duda, positivamente en la investigación y en la cátedra
y nos ha de brindar iluminación y aliento para emprender la ruta
del nuevo siglo mejor dotados para cumplir nuestro deber de servicio a
nuestra sociedad y a su desarrollo.
Reciban, pues, los organizadores del encuentro y del seminario - la Universidad
Andina Simón Bolívar la Universidad Católica Boliviana
y el Centro Interdisciplinario Boliviano de Estudios de la Comunicación
(CIBEC) - la más cálida congratulación de todos por
su audaz iniciativa, por su capacidad organizativa y por el éxito
logrado en las deliberaciones de Cochabamba más allá de
sus propias expectativas. La comunidad estudiosa de la comunicación
debe especial reconocimiento a los capitanes de esta singular empresa,
los colegas Erick Torrico, Fernando Andrade y Karina Herrera Miller. Y
esa comunidad también agradece, por intermedio mío, el patrocinio
moral de la ALAIC y el auspicio material que generosamente brindaron a
la actividad tres instituciones de servicio público y once empresas
comerciales e industriales.
La investigación sobre comunicación es en Bolivia un fenómeno
de modesta naturaleza, limitada escala y reciente data. A diferencia de
lo que sucede en otros países, en el nuestro ni el sector público
la fomenta ni el sector privado la demanda excepto en cuanto a ocasionales
estudios de mercadeo, registros de "raitings" de medios y encuestas
de opinión pública, generalmente realizadas en función
de inquietudes gubernamentales y coyunturas de política electoral.
Más aún, ni las universidades que cuentan con carreras
de comunicación tienen todavía programas propios de investigación
que puedan acoger sistemática y acumulativamente empeños
indagatorios de profesores y estudiantes. Esta actividad está,
por tanto, confinada a la iniciativa individual que se da sólo
muy rara vez fuera del ámbito universitario. Y en este ámbito
se da para cumplir el requisito de tesis para graduación. No hay
todavía catálogos que registren esas tesis, la dotación
bibliográfica universitaria es magra y la disponibilidad de profesores
que se
especialicen en la enseñanza de la investigación científica
aplicada a la comunicación es insuficiente. Y los niveles de remuneración
para catedráticos son inadecuados.
Las carreras académicas están dirigidas a formar artistas
de comunicación, productores de mensajes; no forman científicos
de comunicación, productores de conocimientos. Sin embargo, puesto
que ellas requieren tesis para graduar profesionales y dado que éstas
son ejercicios de indagación científica, las universidades
han tenido que ofrecer a sus estudiantes algunos cursos de metodología
para ello. Infortunadamente, pareciera que, en general, ese recurso de
apoyo no alcanza aún a subsanar del todo la aguda carencia de tal
tipo de conocimientos, que predomina entre los estudiantes. Y ahí
- en la paradoja de formar por cinco años artistas pero exigirles
al final rendimientos de científicos - pueden radicar primordialmente
dos problemas mayores en la actividad académica de comunicación.
Por una parte, la calidad en promedio poco satisfactoria de las tesis
en contenido y en método. Por otra parte, la baja cantidad de graduados
en relación con el alto número de egresados.
En 1990, al hacer con Carlos Suárez y Guillermo Isaza, el primer
intento de control de bibliografía de comunicación en Bolivia,
identificamos ocho categorías temáticas, advertimos ciertas
tendencias y carencias en los contenidos, encontramos sólo un mínimo
de estudios de carácter científico y anotamos que, en general,
la metodología empleada era elemental y poco rigurosa y mostraba
una marcada preferencia por lo descriptivo sobre lo explicativo.
Algunas de estas anotaciones fueron corroboradas en 1992 por Erick Torrico
en un primer análisis crítico específicamente referido
a la investigación en comunicación en Bolivia. Este examen
señaló, además, entre otras deficiencias, la ausencia
de espacios institucionales dedicados específicamente a la investigación
en comunicación, de personal especializado en ella, de programas
de formación de investigadores, de mecanismos de consulta e intercambio
y de servicios especializados en documentación sobre comunicación.
Indicaba entonces dicho investigador que en 1992 había cerca de
3.800 estudiantes en las carreras de comunicación de La Paz, Cochabamba,
Oruro, Siglo XX y Santa Cruz y que el total de egresados de ellas era
de 550, de los cuales sólo 70 habían culminado en la obtención
del título de licenciatura y nada más que 10 hacían
investigación con alguna sistematicidad.
En 1997 Torrico examinó los registros de las tesis de grado de
las seis carreras de comunicación, privadas unas y estatales otras,
de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz que habían conferido ya grados
sobre la base de defensas de tesis realizadas a lo largo de los 18 años
entre 1978 y 1996. Su análisis lo llevó a la conclusión
de que la mayoría de las admitidas para el otorgamiento de grado
no llegaban a satisfacer en realidad los requisitos indispensables para
constituir efectiva y rigurosamente una tesis académica.
Y, por último, la tesis de grado que Denisse Bellini Morales acaba
de presentar para obtener la licenciatura examina las tendencias investigativas
de las 36 tesis de comunicación aprobadas por una universidad privada
entre 1993 y 1997. Ella confirma y ahonda observaciones críticas
como las hasta aquí resumidas.
Encuentra que casi en su totalidad esas tesis se limitan al nivel descriptivo
y que, por tanto, hacen escasa contribución a la producción
de conocimiento nuevo; que cerca de la mitad de ellas muestra como deficiencia
primaria la conceptualización teórica adecuada; y que hay
a menudo en varias de ellas confusión entre los marcos referencial,
teórico y metodológico, así como imprecisión
en el diseño y debilidad en las conclusiones.
A despecho de esta problemática de calidad, las tesis de grado
universitario constituyen hoy más que nunca el eje y el grueso
de la actividad de investigación en comunicación en Bolivia.
Su avance en términos puramente cuantitativos ha sido de una amplitud
y una celeridad sorprendentes en la presente década. Si esas tesis
no alcanzaban a ser 100 en 1992, en 1996 habían llegado a 280;
en 1998 la cifra saltó a 450 y el más reciente estimado
de cerca de fines de 1999, la lleva cuando menos hasta 750. ¿Qué
explica un crecimiento tan acelerado?.
En primer lugar, el rápido aumento de carreras de comunicación,
especialmente en La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, la casi vertiginosa
proliferación de ellas que no siempre garantiza una adecuada calidad
de la enseñanza; hay a la fecha cuando menos 12, un número
desproporcionado respecto de la población del país y en
relación con el mercado de empleo real y potencial. En segundo
lugar, los meritorios empeños de algunas de las universidades para
aumentar y mejorar los cursos y seminarios de metodología de la
investigación. En tercer lugar, la rehabilitación de vastos
números de antiguos egresados mediante cursillos de actualización
y de aprendizaje conceptual y metodológico para hacer la tesis.
En cuarto lugar, por lo menos en un par de casos, la presión institucional
a los rezagados mediante el incentivo de un cobro de sumas por semestres
académicos transcurridos sin presentarse a defensa de tesis. Y
en quinto lugar la instauración, en los últimos dos años,
de opciones de graduación alternativas a la tesis, tales como el
examen de grado y el diseño de proyecto operativo. Estas alternativas
no son de naturaleza científica, pero debieran ser tan sistemáticas,
creativas y exigentes como se espera que las tesis sean. De lo contrario,
de ser leves y breves en comparación con las tesis, podrían
crear una indebida diferencia y hasta degenerar en un injusto e incorrecto
facilitamiento de grado que podría llegar a dar por tierra con
la labor de investigación académica. El riesgo de ello existe
especialmente en los casos de aquellas carreras que en muchos años
de existencia sólo han producido ínfimos números
de licenciados y se empeñan ahora en ponerse al día deprisa.
La situación es, pues, preocupante, pero no insoluble. Afortunadamente
emergen hoy en el horizonte algunas señales positivas que permiten
vislumbrar con optimismo el mejoramiento de la investigación. Por
ejemplo: Al entrar al nuevo siglo Bolivia contará con medio millar
de profesionales de comunicación con grado de licenciatura, de
los cuales el más alto número corresponderá a la
Universidad Católica Boliviana, la decana del oficio.
Desde hace un año los profesores de metodología de investigación
en las sedes de La Paz y Cochabamba de la Universidad Católica,
los colegas José Luis Aguirre y Marcelo Guardia, están realizando
un promisorio ejercicio de intercambio bianual cooperativo entre sus estudiantes.
La Universidad Andina Simón Bolívar ha logrado consolidar
el primer programa de postgrado en comunicación, al que diera inicio
en 1996 con énfasis en la investigación científica,
y con aportes de una docena de prestigiosos comunicólogos de México,
Brasil, Perú y Argentina. Ha otorgado ya diplomas a 25 personas
y títulos de maestría a 7 en comunicación para el
desarrollo sostenible. Erick Torrico dirige este último, contando
con el concurso temporal de sobresalientes especialistas del exterior,
aporte crucial pues el número de profesionales bolivianos con postgrado
en comunicación es mínimo.
También desde 1996 opera con razonable buen suceso, por iniciativa
y con orientación del propio colega Torrico, el Centro Interdisciplinario
Boliviano de Estudios de la Comunicación. Esta entidad privada,
única en su tipo en el país, se dedica por entero a la investigación
y a la documentación sobre comunicación, complementándola
con capacitación y con documentación mediante una serie
de valiosas publicaciones.
Un estudio del CIBEC fue financiado por el Programa de Investigación
Estratégica de Bolivia, dando así un reconocimiento excepcional
a este campo de investigación. Por otra parte, el CIBEC está
negociando con la Asociación de Periodistas de La Paz la fusión
de sus respectivos servicios documentales. Cuando menos dos de las universidades
que habían comenzado a ofrecer alternativas de graduación
a la tesis están asegurándose de la adecuación de
ellas mediante reglamentos que las normen.
En 1998 investigadores de La Paz, Cochabamba, Sucre y Santa Cruz dieron
nacimiento a una Red de Grupos Temáticos de Investigación
en Comunicación a semejanza de la prestigiosa INTERCOM de Brasil
que fundara el distinguido investigador y docente José Marques
de Melo. Se comienza a advertir el mejoramiento de la situación
en materia de publicaciones. Hay ahora tres valiosas revistas que se ocupan
de la especialidad: "Aportes", de la Universidad Privada de
Santa Cruz, "Punto Cero", de la Universidad Católica-Cochabamba
y "Comunicación", de un grupo privado en La Paz. Más
por impulso personal que por acción institucional, está
aumentando un poco el número de publicaciones de la especialidad
por año. En efecto, según lo ha comprobado en un recuento
el catedrático de la UMSA, Carlos Soria Galvarro, en el presente
año, la década del 90 ha mostrado un apreciable incremento
en el número de libros, folletos y artículos en diarios
y revistas sobre la especialidad.
Parece experimentar cierto crecimiento especial el número de estudios
sobre comunicación para el desarrollo. La temática tradicional
de investigaciones viene cambiando al surgir estudios sobre cuestiones
sociales nuevas como la ecología y la del enfoque de género.
Se advierte marcada preferencia por realizar estudios de recepción
y de consumo cultural bajo la inspiración de los planteamientos
de ilustres teóricos latinoamericanos como Jesús Martín
Barbero y Néstor García Canclini.
Con apoyo de la Fundación Konrad Adenauer, la Universidad Católica
ha establecido en La Paz una cátedra de comunicación que
patrocina periódicamente debates públicos sobre temas salientes
del oficio. Bolivia ha comenzado a proyectarse en comunicación
hacia el exterior a partir de la presente década. Catedráticos
y estudiantes bolivianos han asistido a varios encuentros internacionales
y, a su vez, han recibido visitas de trabajo de colegas del exterior.
Unos cuantos estudios bolivianos han trascendido las fronteras del país.
Una tesis de grado de la Católica, la de José Luis Exeni
sobre políticas públicas de comunicación, ganó
un premio de la Federación Latinoamericana de Facultades y Escuelas
de Comunicación. Y también es auspicioso el hecho de que
esté ya en actividad desde principios de la presente década
una Asociación Nacional de Estudiantes de Comunicación.
Por todo ello hay, pues, en verdad, motivos para alentar optimismo. Estamos
a tiempo para que la investigación científica sobre este
oficio en nuestro país prospere y se consolide y, salvando deficiencias
como las anotadas, refine su calidad sin perder el aporte de la cantidad.
Para ello es, por supuesto, indispensable la voluntad de quienes dirigen
la tarea en las instituciones académicas, ahora al fin felizmente
asociadas para la enseñanza y la investigación. También
lo son, sin duda, la intervención de los profesores y el aporte
de los investigadores independientes, así como la comprensión
del Estado y la ayuda de la empresa privada. Pero la fuerza motriz primordial
del mejoramiento tiene que ser el concurso talentoso y entusiasta de la
juventud estudiosa que ha escogido a la comunicación - arte y ciencia
- como el camino de su vida. A la vera ya del año 2000, expresemos
aquí plena confianza en que esta juventud ha de enfrentar resueltamente
el desafío de ser abanderada de ese empeño para bien del
porvenir de la nación
boliviana.
Intervención en la clausura del Primer
Encuentro Nacional y del Primer Seminario Latinoamericano sobre la Investigación
de la Comunicación, realizados en Cochabamba, Bolivia, del 4 al
6 de noviembre de 1999.
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