El lenguaje en televisión,
una unión de intereses
y de fines
El profesional de la información tiene una responsabilidad social con y
ante el telespectador que va más allá de las máximas de la objetividad y de la
imparcialidad de la noticia. Si hay algo que más caracteriza y sustenta el
trabajo periodístico en los medios de comunicación es el uso que hace del
lenguaje, sin duda la herramienta fundamental del periodista, su tarjeta de
visita, de presentación. La lengua y su materialización son la base de ese
sistema de signos que oferta contenidos de una extraordinaria variedad e
incidencia. Son el fundamento, y a partir de ahí se construye todo lo
demás.
Una frase que viene a resumir la influencia de los medios en el uso del
lenguaje es la de “lo han dicho en la tele”, que también fundamenta nuestros
argumentos en discusiones sobre cómo ha de pronunciarse, por ejemplo, la capital
de un país extranjero, el nombre de un futbolista rumano o el acento de un
pueblo remoto de la Sierra Espuña, por señalar unas posibilidades.
La sociedad, por costumbre, considera correcto todo lo que sale de la
boca de los profesionales que presentan un informativo, pero, lamentablemente,
no siempre es así porque caemos en la costumbre de no analizar la construcción
de los discursos informativos.
En televisión, el lenguaje no solo se caracteriza por el texto, sino
también por la imagen, el sonido, la voz y otros elementos que lo convierten en
un vehículo del pensamiento más complejo y que merece una mayor coordinación
para transmitir un resultado: el mensaje
audiovisual.
Éste se caracteriza por ser más coloquial y cercano a la audiencia. De
ser abrumador en detalles, descripciones y números y cifras estaríamos
asistiendo a una translación literal de la prensa al soporte audiovisual. Es una
suerte el hecho de que el lenguaje audiovisual transmita el mensaje valiéndose
de distintos niveles -texto, imagen, sonido y voz-, lo que le permite hacer una
narración múltiple y rica en matices.
En la misma dirección de lo que señalan numerosos
expertos, como el profesor Carles Marín, en su obra “El lenguaje en los
informativos de televisión” (una de las más contundentemente eficaces en
este campo, al que ofrecen una enorme luz), y a mayor abundamiento de sus
análisis, vamos a hacer una serie de reflexiones y de consideraciones
sobre el lenguaje y la lingüística en un medio audiovisual. Sin duda, son muchos
los elementos a tener en cuenta bajo la premisa de que son varios los factores
que inciden en el resultado final y que determinan la influencia más o menos
oportuna en los telespectadores.
Pautas
textuales
Siempre hemos de tener en cuenta unas normas a la hora de escribir. El
nivel textual que nos interesa analizar, esto es, el que detectamos en las
noticias, en los reportajes y en las informaciones en general, tiene la
obligación de cumplir las siguientes pautas:
- Claridad, brevedad y concisión: no se permiten expresiones largas y estructuras literarias. Se trata de impactar, de llegar, y no de aburrir.
- Acompañar a la imagen: no tiene sentido locutar un texto que no se corresponde con la imagen en cuestión. Ha de haber lo que se llama “sintonía”.
- Estructura
sencilla: ordenar las frases con el clásico Sujeto + Verbo + Predicado
facilita la locución del texto. Esto que parece obvio no siempre se advierte. La
práctica nos puede conducir a los resultados apetecidos.
El texto forma parte de la estructura de la información, y tiene 3
vertientes dignos de atención, que vamos a explicitar, siguiendo a Marín, de
este modo:
A.-Pronunciación:
El tono, la intensidad o el timbre determinan la intención del mensaje.
Si nos fijamos un poco en un relato televisivo veremos que así
es.
Es lo que llamamos nivel fónico, que corresponde a la importancia de la
locución. Aspectos fonológicos como el sonido y la voz caracterizan la forma de
expresar una noticia.
En palabras de Lázaro Carreter, “lo ideal sería que la pronunciación
se basara en un español estándar que no acentuara las peculiaridades
regionales.”. Aunque sobre esto habría que matizar un poco, en
esta línea, la palabra en televisión responde a aspectos fonéticos como la
intensidad, el tono, el timbre y la duración.
De su caracterización nacen los niveles del habla, que contribuyen a la
expresividad de la palabra. Por ejemplo, no requerirá un tono serio la peculiar
manera de competir de un ciudadano norteamericano en la maratón de Nueva York si
lo hace a gatas; muy al contrario que el fallecimiento de dos niños palestinos
ante los disparos de un tanque del ejército israelí. Si locutamos una desgracia
con alegría, transmitiremos al espectador ambigüedad, muy lejos de la claridad
que requiere la televisión. Esto no siempre lo percibe el profesional, pero sí
el espectador.
Otros fenómenos que
afectan a la pronunciación son los que expresamos a continuación (Ejemplos de
los mismos se pueden hallar bien planteados, justificados e interpretados en la
obra ya citada de Carles Marín “El lenguaje en los informativos de
televisión”):
a) La interrupción de la
frase: Nos referimos a puntuar, poner comas y hacer enumeraciones en el
texto sin criterio, lo que implica una falta de ritmo en la lectura y la
posibilidad de ahogar la locución.
b) El estilo
telegráfico: Está relacionado con el orden de las palabras y en la
pronunciación determina el acompañamiento forzado de las imágenes que
complementan el texto.
c) La pronunciación de
nombres propios: Hay que respetar el origen del nombre propio. No obstante,
hay una postura intermedia. Se traducen algunos.
d) Extranjerismos:
No se respeta el origen de un término, y lo castellanizan.
e) Cacofonía: Falta
de combinación en la sonoridad de las palabras.
f) Aliteración:
Repetición de un sonido o una serie de sonidos acústicamente semejantes y que
dan mayor expresividad a la frase.
g) Paranomasia: Dos
vocablos en la misma frase que guardan parentesco etimológico.
B.-
Sintaxis:
El diseño de nuestros textos cautivará la atención del espectador. De
hecho, la sintaxis es uno de los contribuyentes del estilo en la redacción, a
juicio de profesores como el mencionado Carles Marín. Los principales rasgos
sintácticos son:
1.-El orden de las
palabras en la frase: El eje central de una pieza informativa responde a una
frase. La colocación depende del interés que quiera sustentar el periodista al
espectador.
2.-Hipérbaton: Las
primeras frases son contundentes, gracias a la selección de los hechos que van a
llamar la atención del espectador.
3.-Estilo telegráfico:
Omisión del sujeto y el verbo para dar sensación de rapidez.
4.-Elipsis:
Supresión de palabras que deberían estar gramaticalmente.
5.-Estilo directo e
indirecto: El primero se caracteriza por una reproducción textual, que en
televisión se apoya por una pausa en la locución para darle crear un efecto
llamada. El estilo indirecto se precede del verbo decir -entre otros-
junto con la elección del total o corte de declaraciones. Ambos estilos pueden
combinarse.
Atención: El periodista que escribe para televisión diseña textos que
posteriormente van a hablarse.
Algunos recursos de los que no debemos valernos, según Carles
Marín, son las frases en pasiva, las perífrasis verbales, los verbos en
infinitivo, la impersonalidad y el abuso de adjetivos, que no hacen más que
mermar el valor informativo que nos brinda la imagen. Por ello, el texto debe
complementarse con los otros niveles audiovisuales.
C.- Semántica:
Es la
ciencia del significado, que, mediante el uso y la combinación del lenguaje,
proporciona distinta interpretación. La creación de nuevas palabras
-neologismos-, el uso del coloquialismo frente a un lenguaje más experto, los
estereotipos o el rumor son algunos de los recursos dentro de la semántica que
son dignos de atención porque, después de todo, el uso y el valor de significado
que dan los medios a las palabras posteriormente se convierten en uso habitual,
independientemente de si es correcto o no.
Veamos
algunos recursos (ejemplos en este sentido se pueden ver en el mencionado libro
de Carles Marín):
Pronunciación, léxico y semántica son facetas del lenguaje en televisión
que tienen su ciencia y sus funciones para perpetrar el mensaje de nuestras
noticias. En televisión la oralidad del mensaje se ve determinada por la
brevedad, la claridad y la concisión en nuestras palabras.
En este
trabajo hemos analizado algunas de las múltiples dinámicas que los periodistas
emulan para construir el lenguaje televisivo. Como apreciamos, en el caso de la
televisión no solo se trata de brindar precisas palabras, sino también de saber
comunicarlas en un contexto o con unos adornos
determinados.
*Bibliografía
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artículo.
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