Nació en Orsha, Bielorrusia, en 1896.
Inició
la carrera de medicina en la Universidad de Moscú, para
pasarse poco después a los estudios de derecho y, posteriormente,
a los de filosofía y literatura en la Universidad Popular
Shayavsky, donde se acerca al pensamiento marxista. Su producción
investigadora se orienta hacia el campo de la psicología
y, en 1924, presenta un primer trabajo que llama la atención
y le abre las puertas del Instituto de Psicología de
Moscú. Allí forma un equipo que ahondará en
sus planteamientos analíticos con dos figuras que le
sobrevirán y alcanzarán gran relieve: Luria y
Leontiev. Aunque no tenía formación académica
específica en psicología, se doctoró
en este campo del conocimiento con una tesis sobre ‘La
psicología de arte’ (1925), que se publicaría
después de su muerte.
Vygotsky, que ha sido calificado como el Mozart de la psicología,
desarrollo un importante y novedoso cuerpo teórico,
a pesar de que la tuberculosis marcara buena parte de su corta
vida, entre 1920 y 1934, año este último de su
muerte. La fortaleza de su pensamiento germinó no obstante
el vigor de las corrientes y escuelas prestigiosas de la época,
como la Gestalt alemana, el pensamiento de Piaget, el conductismo
de Paulov. La desaparición temprana de Vygotsky y la
situación política de la URSS bajo el período
de purgas de Stalin ocultó durante décadas su
obra, que fue recuperada en Rusia por sus discípulos
y recibida tardíamente en Occidente por autores como
Bruner o Cole. El pensamiento de Vygotsky renació con
una fuerza progresiva hasta situar la figura del bielorruso
como una de los más influyentes de la moderna pedagogía
mundial. Buena parte de sus obras han sido traducidas a las
lenguas española y portuguesa. En lengua española: Pensamiento
y lenguaje, Lantaro, Buenos Aires, 1964; El desarrollo
de los procesos psicológicos superiores, Critica,
Barcelona, 1979; La imaginación y el arte en la
infancia, Akal, Madrid, 1983; Infancia y aprendizaje,
Akal, Madrid, 1984; Aprendizaje y desarrollo intelectual
en la edad escolar, Akal, Madrid, 1984; Historia del
desarrollo de las funciones psíquicas superiores,
Científico Técnica, La Habana, 1987.
En lengua portuguesa: A formação social da
mente, Martins Fontes, São Paulo, 1987; Pensamento
e linguagem, Martins Fontes, São Paulo,1988; Psicologia
e Pedagogia (con Leontiev y Luria), Estampa, Lisboa, 1977; Linguagem,
desenvolvimento e aprendizagem, Icone, São Paulo,
1988; A formação social da mente, Martins
Fontes, São Paulo, 1991.
PENSAMIENTO
Y EXPRESIÓN CIENTÍFICA
La sorprendente aportación de Vygotsky
se concentra en un período de muy reducido, entre 1924
y 1934. Pero no será hasta los años sesenta del
pasado siglo cuando su obra sea conocida mundialmente y se
convierta en un referente indiscutible en campos como los de
la psicología, las ciencias cognitivas, la pedagogía,
aunque no tanto en el de la comunicación. Aún
no se ha sabido proyectar, en su justo alcance, el planteamiento
social-constructivista de Vygotsky al análisis de los
medios y de las industrias culturales, como instancias psicológicas
que participan, desde una posición generalmente dominante
o privilegiada, en la formación de la personalidad o,
como señala el autor, en la formación social
de la mente (*).
Más allá de las ideas del aprendizaje asociativo
de la Gestalt y de la linealidad mecánica del estímulo-respuesta
de los conductistas paulovianos, Vygotsky lleva su pensamiento
hacia una visión constructivista del conocimiento, en
la que se advierte una relación dialéctica –no
una mera relación causal- entre el entorno histórico
y cultural y el individuo. Una relación dialéctica
y, por consiguiente, dinámica, que acompaña al
ser social durante su existencia, período en el que
se depuran los procesos congitivos. Hay, pues, un espacio para
el protagonismo o la autonomía negociadora del individuo
con su entorno, para la construcción de su propio conocimiento,
de su propia cosmovisión.
A Vygotsky le interesa, en especial, la evolución de
los niños en las fases de inicio del aprendizaje, esto
es, la asunción e interiorización del plano social
en el que se halla. En esta fase, el individuo desarrolla aquellos
mecanismos mentales que le permiten entender y relacionarse
con el ambiente social y cultural de un momento dado. Entender
y dar sentido, construir los significados.
Si bien se observa una interacción, una relación
dialéctica con el entorno, el individuo es fruto del
proceso histórico y del ambiente cultural y social.
El individuo adquiere su plena capacidad con el desarrollo
de lo que Vygotsky llama las funciones mentales superiores,
en las que el ser se impregna del ambiente social que le rodea
y le despega de las inferiores o biológicas de partida.
El desarrollo de las funciones mentales superiores se hace
a partir de los nutrientes culturales y de su ‘digestión’
dialéctica. La síntesis del proceso es la asimilación,
que viene a resultar una especie de regulación interpretativa
de lo adquirido en el plano interpsicológico, esto es,
en el ambiente social y cultural.
El espacio en el que se produce la interacción es, pues,
determinante y, en función de la riqueza cultural que
albergue, permitirá
que el aprendizaje del individuo y su proyección psicológica
sean también más o menos evolucionados. Este
espacio público o espacio social de interacción
es lo que Vygotsky llama ‘zona de desarrollo próxima’ (ZDP).
Para que la interacción ambiente-individuo se produzca
es necesario un proceso de mediación a través
de instrumentos de comunicación como la lengua, los
símbolos y otras extensiones comunicativas o instrumentos
conectivos de una sociedad dada con el individuo que accede
a ella. Vygotsky habla de los instrumentos de mediación –el
conjunto de las manifestaciones culturales- como herramientas
psicológicas, armadas mediante los signos que la hacen
comprensible y asequible. La cultura es el medio fundamental
para la formación del conocimiento.
A través de estas instancias de socialización,
el individuo pasa del plano de las funciones mentales inferiores
o biológicas a las superiores o sociales, esto es, del
desarrollo biológico al socio-histórico y cultural,
a través de un proceso que Vygotsky describe como la ‘ley
genética general del desarrollo cultural’, en
el que se produce la interiorización del plano social,
el desarrollo de las funciones mentales superiores.