Nació en Maraş, Turquía.
De origen armenio, hijo de un profesor universitario y pastor
protestante, su familia huyó de la persecución
étnica y emigró a Estados Unidos. Bagdikian ha sido reportero,
director de prensa, autor de libros, profesor (1976-90) y decano de la Escuela
de Periodismo de la Universidad de California en Berkeley
(1985-88) y Premio Pulitzer de Periodismo.
En 1952, trabajó en la redacción del The
Providence Journal. Reportero de guerra durante el
conflicto egipcio-israelí de 1956. Dotado de una
fuerte sensibilidad social, el periodismo de Bagdikian se
caracterizó por sus matices críticos y por
su capacidad analítica. En 1971, realizó diversos
informes para The Washington Post sobre las prisiones
nacionales y cárceles en el país. También
analizó las condiciones de los emigrantes, la discriminación
racial, etc.
En lengua española se han publicados dos de sus más
conocidos libros: El monopolio de los medios de difusión,
México DF, FCE, 1986, y Las máquinas de
información: su repercusión sobre los hombres
y los medios informativos, Madrid, FCE, 1975. |
Antropólogo de la vida cotidiana y
de la sociedad que propende a la globalización. Analiza
la naturaleza de las relaciones humanas en los nuevos escenarios
espacio-temporales, donde describe y define los
"no lugares", esto es, los ámbitos impersonales
de la "sobremodernidad" (centros comerciales, parques
temáticos, cadenas de hoteles, aeropuertos, etc.),
cuya fisonomía se repite en múltiples a través
del paneta… La sobremodernidad es un atributo de excesos
múltiples : la aceleración de la historia
que se convierte el pasado en actualidad/información;
la reducción perceptiva de las distancias, con lo
que el escenario espacial de achica, y la acentuación
del individualismo a través de la experiencia mediática,
del subjetivismo del individuo/audiencia.
Tiempo, espacio e imagen gravitan en el pensamiento de Augé,
a través de dinámicas configuradoras de la
nueva percepción de la realidad. Sobremodernidad,
no-lugares y realidades virtuales configuran los moldes tendenciales
que dan cabida a las prácticas sociales y culturales.
Son tres movimientos complementarios: “El paso de la
modernidad a lo que llamaré la sobremodernidad. El
paso de los lugares a lo que llamaré los no-lugares.
El paso de lo real a lo virtual.”
Los medios cobran un papel absorbente en la vida cotidiana.
Marcan el tiempo social, ejercen mecanismos de control y
desarrollan una construcción de la realidad. El hombre
es para Augé un ser simbólico, por lo que existe
en función de sus relaciones con los demás,
esto es, de la comunicación.
Para Augé, la realidad virtual amenaza con sustituir
nuestra capacidad de creación simbólica, de
generación se sueños y fantasías. Lo
virtual se integra en la vida social como parte de la realidad,
de modo que ésta cede en su primacía hacia
derivas de ficción (La guerra de los sueños,
2ª ed., Gedisa, 1998). Las fronteras entre la realidad
y la ficción se desdibujan y, con ellas, las delimitaciones
entre las libertades democráticas y nuevas formas
de control autoritarias a través de procesos de alienación
mediáticos (“La imagen puede ser el nuevo opio
del pueblo”). La ilusión de la libertad se ha
transferido hacia soluciones satisfechas por el consumo.
Augé propone crear a partir de la alfabetizacióbn
mediática. Vencer la alienación de la imagen. «Hoy
son las tecnologías las que organizan nuestras representaciones
del espacio y del tiempo. Esto se ve muy bien a través
de la televisión, en los horarios de las noticias:
la vida deportiva y la vida política organizadas al
ritmo de los medios. Y en los últimos años
hemos visto surgir una nueva representación del espacio,
debida al teléfono móvil y a Internet. Se puede
decir que las tecnologías se han vuelto, más
que medios, representaciones por sí mismas, particularmente
para los niños y adolescentes. Hay una diversidad
muy grande entre las generaciones respecto de la familiaridad
que tienen con las tecnologías. He hablado de "cosmotecnología" para
sugerir que en nuestras sociedades las tecnologías
tienen, en cierto punto, el mismo papel que tenían
las religiones” (De la entrevista en La Nación,
Buenos Aires, 2.05.2007).
El desarrollo tecnológico, siendo decisivo en las
habilitaciones que puede crear en el plano del conocimiento,
es asimismo una fuente de nuevas desigualdades –desigualdades
entre las naciones y dentro de las naciones-, por lo que
sólo una revolución educativa, una alfabetización
en los nuevos usos de las nuevas extensiones tecnológicas
pueden contribuir a frenar las desigualdades en una sociedad
con muchos más recursos de información y conocimiento
(“Los medios de comunicación deben ser objeto
de educación, no sólo un canal de información.
Sólo entiendes la manipulación de las imágenes
al hacer una película. Hay que aprender a leer y a
escribir y también a leer y a hacer imágenes”). |