DELEUZE EN LA FRONTERA
L. Nicolás Guigou [1]

Texto enviado por el autor a Infoamérica.

 
“El fascismo está en todos nosotros, en nuestras cabezas
y en nuestro comportamientos cotidianos, nos hace amar
el poder, amar incluso aquello que nos somete y explota.”
Michel Foucault
 

I. EN LA FRONTERA CON DELEUZE

 

Podría ser en la frontera, mirando un espejo, o bien entrando a su clase mientras voces rizomáticas anuncian un agujero de antes del habla.
Las voces se colorean, extrañas materialidades que se multiplican, se yuxtaponen en el momento que Alicia pasa ese espejo y ya no hay imágenes ni palabras sino un pensamiento iridiscente, del afuera.

Un pensamiento del entre, que crece como la hierba en la vereda mudando la tranquilidad del cuerpo, sus certezas de carne, la duplicación de la vista. Lo decible y lo visible dejan de ser pared-blanca-agujero-negro y se abren rompiendo y anunciando la alegría vital de la mano de Nietzsche el bailarín.
La sonrisa nietzscheana que disuelve las máscaras de los afectos tristes.

 
II. Y LOS AFECTOS
 

Entonces Edipo no es más el pecado original, la culpa de todos los días, tan bien manejada por los vampiros. El “pequeño secretito”, chantaje de los manipuladores y cazadores de inconscientes perdidos.
Se vuelve un delirio como Gran Salud y papa-mamá repiten una vez más el gesto de la máquina binaria: ¿blanco o negro? ¿hombre o mujer? ¿uno o muchos lobos? Pero el delirio no se para a responder: sigue en su Gran Salud saltando entre los estertores del binarismo (0-1) y de las grandes preguntas del SER.

El delirio es el universo de los afectos, y si es cierto que nadie sabe lo que puede un cuerpo – cuenta Spinoza, repite Deleuze- entonces el delirio es ese encuentro donde todas las clasificaciones, las volutas marmóreas del pensamiento de estado, la centralidad enferma que grita ¡yo soy¡ deja lugar al universo poroso de la multiplicidad.
Las confusiones: juntar el delirio a la locura. Nada de locura. La locura comienza a armarse cuando los procesos se terminan, cuando la línea de fuga se detiene. No hay ninguna sabiduría en la locura, como tampoco en el rostro (la rostrocidad) de los normales. Hay un rostro esperable de los locos. Hay también uno de los normales.

 
III. FUGARSE
 

Fugarse está muy mal visto. Existen muchos prejuicios sobre la fuga.
Se ve a la fuga como irresponsabilidad, inmadurez. Falta de entrega para enfrentar la dura ( y rugosa) realidad. Toda las personas deben poseer un rostro ajustado, un rol, una función. Es la cuadriculación: cada uno en un agujero barrido por una luz blanca, con un nombre propio, una única identidad, una interioridad para explorar.

Pero en realidad todo se está fugando permanentemente. Las cosas van por el medio y en zig-zag. Sin embargo a nosotros se nos enseña a andar en líneas duras. Tenemos que habitar segmentos duros vitales, cumplir con las etapas de la vida. Entonces la vida –que se fuga para todos lados- termina confundiéndose con esos segmentos.
La fuga siempre ha sido otra cosa. Y fugarse en un mundo sedentario tampoco es fácil. El devenir-fuga está en todos nosotros. En nosotros.

Pero apenas empezamos a transitar por ese devenir, los segmentos duros anuncian: reterritorialización.
La fuga es desterritorialización y reterritorialización permanente. Entrar y salir, hasta que la salida y la entrada son el propio territorio.

 
IV. FRONTERAS
 

¿Por qué son tan interesantes las fronteras? Son el límite del estado-nación, el último lugar de la lengua materna, las costumbres.
Pero eso no es lo interesante. Lo interesante de la frontera es que por una parte se piensa en relación a un centro (estado-nación). El pensamiento de estado tiene dificultades para adentrarse en la frontera, sostenerse con cierta verosimilitud. Hay una lengua materna dominante –o más de una- que es una lengua política, que marca soberanías. Al mismo tiempo, esas lenguas dominantes – y al ser más de una ya es una complicación- dejan lugar a los supuestos dialectos (es decir, otras lenguas que son colocadas en un lugar “menor” frente a la (s) lenguas dominantes).

Hay un devenir-frontera en la misma frontera, en su geografía e intercambios de todo tipo (siempre sospechosos de “ilegalidad” y de “ilegitimidad”). Entonces ese pensamiento que se piensa desde el centro del estado-nación es trabajado por multiplicidades de todo tipo, una y otra vez.
La frontera es una fuga de los estados-naciones. Pero también hay frontera en las capitales centrales, en medio del patrioterismo y las banderas erguidas. El devenir-frontera es el devenir del creador, del pensador, porque es pasar por el entre, y dejar que los límites se difuminen.
Escapar de las maldiciones locales. Hacerse nómade.

 
 

[1] Conferencia inaugural en la Sala Antel – frontera Uruguay/Brasil Org: Aldeanómade, julio de 2004.