REFLEXIONES SOBRE INTERNET:

FENOMENOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA

 

            La última década ha sido la de la inmersión en una nueva realidad caracterizada por las Nuevas Tecnologías de la Información, que nos han influido sobremanera en todos los ámbitos, incluido el personal. Son muchos los asuntos que tocan lateral o frontalmente este aspecto crucial de nuestras vidas. Hacemos seguidamente varias acotaciones y consideraciones.

 

La introducción de Internet en los hogares españoles

 

Internet comienza a ser un elemento y un instrumento cotidiano en nuestras apremiantes vidas. Los datos así lo corroboran. Además, éstos crecen año tras año. La Oficina Estadística Europea señala que casi la mitad de las casas de los españoles disponen de conexión a la Red de Redes. La cifra concreta es del 45 por ciento de los hogares. La media europea, como en otras situaciones y realidades, nos supera: se ubica en torno al 54 por ciento. No hay, por ende, grandes diferencias. A esta circunstancia hay que sumar que nuestro punto de partida hace unos pocos años era de bastante inferioridad.

 

Lo cierto es que el salto ha sido cuantitativo (no hace mucho estábamos en el 17 por ciento) y cualitativo (ha cambiado la mentalidad, la perspectiva). Con su uso se ha mudado también nuestro modelo de vida, con una visión más amplia de cuanto nos rodea. Informaciones pletóricas nos llegan por doquier.

 

La mayoría de las ocasiones en que utilizamos la Red de Redes es, precisamente, para consultar nuestro correo (para enviar o recibir información mediante éste) y para acceder a datos que nos sean de interés y que podemos hallar en los diversos portales. Si recordamos la labor ardua que teníamos que desarrollar hace unos años para comprobar, corroborar o contrastar informaciones, el avance ha sido colosal. Atrás quedan las enciclopedias en formato papel, que son más complicadas de utilizar y de almacenar, y siempre están, por supuesto, menos actualizadas.

 

Las comparaciones, siempre odiosas, nos dicen que estamos por detrás, en el uso de Internet, de países como el Reino Unido, Alemania u Holanda. Hemos de pensar en nuestros puntos de origen, como ya se ha dicho, y que, en paralelo, estamos superando los ya bajos índices de lectura en otros soportes, como es el caso de los libros y los periódicos.

 

Revolución generacional

 

El cambio generacional se da en muchos supuestos: en lo económico, en lo político, en lo cultural, y también en lo tecnológico. Prueba evidente de que esto es así lo detectamos por el fondo y en la forma de cuanto podemos vislumbrar en Internet y, asimismo, en lo que implican y vertebran las Nuevas Tecnologías de la Información. La mitad de los hogares, y eso es mucho, tienen Internet, y eso conlleva una auténtica revolución.

 

Si miramos en positivo lo que este desarrollo lleva aparejado tenemos que admirar el hecho de que la “aldea global” lo es mucho más, pues todos estamos más cerca y más interconectados. Igualmente hemos de referir que incluso mejoran los accesos desde el punto de vista de la capacidad, y así el 39 por ciento de los hogares españoles tienen banda ancha, lo cual es un progreso muy sustancial.

 

Esto no obstante, lo que importa es que sepamos digerir toda la cantidad de información que podemos consultar, es decir, todo ese bagaje con el que podemos contar. Las opciones son muchas, y, en ese sentido, hemos de insistir en que precisamos más conocimiento que nunca sobre la gran responsabilidad que todos tenemos en este nuevo escenario. No hemos de dejar, pues, que impere el caos; y, por el contrario, hemos de poner un orden en el consumo que evite increíbles excesos que nos superen. Internet está para servirnos, para que mejoremos de verdad.

 

La comunicación total

 

Discutíamos recientemente en clase en la Universidad, en forma de debate, sin buscar ni fantasías ni trascendencias, que la comunicación perfecta no existe. Yo creo firmemente en este aserto. Es muy complicado, como sabemos, como intuimos, el asunto de la comunicación. Pensemos que cuando los interlocutores somos tan dispares por condicionantes físicos, de la misma naturaleza de las cosas, por interpretaciones intelectuales, sociales, económicas, políticas, espirituales, culturales, etc., no es fácil hallar dos formas de pensar idénticas, dos percepciones iguales en todo. Seguramente tampoco sería bueno que existiera un mimetismo absoluto. Sería, probablemente, hasta aburrido.

 

Lo que sí es cierto es que los valores pueden y deben ser similares en lo básico, en lo que concierne a las libertades y al respeto mutuo, a la tolerancia, a la colaboración, a la solidaridad, al espíritu societario, a la educación y a la sanidad, y a muchos más aspectos. En este plano, las nuevas tecnologías de la información ayudan muy mucho a la expansión de lo que podríamos denominar “universales de la democracia”. Estamos en el mismo barco, y así lo debemos ver y contar.

 

Esto nos lleva a la necesidad de un esfuerzo conjunto para que el acceso a las vías de comunicación, a Internet, sea no un ideal sino una realidad para el conjunto de la sociedad, que, de momento, incluso en países en claro progreso no cuentan con la lógica aspiración en el sentido de que la mayoría de la población acceda de un modo real a las informaciones y potencialidades de la Red de Redes.

 

Educación para los medios

 

La alfabetización en un plano estricto y funcional es la base para el avance de cualquier sistema democrático, y por eso ahora, con las capacidades que nos muestran y nos ofrecen las Nuevas Tecnologías de la Información, es preciso que entre todos reconozcamos su sustento para el desarrollo real de la sociedad. Para ello, hace falta una auténtica educación para los medios, un empeño decidido para que todos tengamos conocimiento y hábito en el consumo de las informaciones que nos llegan por Internet, y, además, acelerando el descenso en la diferencia existente entre lo que más saben y los que menos. El proceso lleva tantas fases que es cuestión de no demorarse.

 

Pensar en la comunicación total es harto difícil. No se da en el ámbito más cercano, donde la retroalimentación, donde los influjos, donde la cercanía, donde las preguntas y respuestas, y, en definitiva, el flujo informativo es tan bueno, o puede serlo, que apenas nos restarían dudas en cualquier relación comunicacional, si nos esforzáramos para que no fuera así. En consecuencia, si es complicada en la situación cara a cara, puede serlo aún más en un medio que resulta tan frío o caliente, según la terminología de los expertos, como queramos.

 

Es conveniente, por ende, que no dejemos para mañana los deberes de generar la costumbre del consumo de estos medios, ayudando a una expansión equilibrada por toda la sociedad, incidiendo, sobre todo, en los más pequeños, que son el futuro, que son los que verdaderamente pueden cambiar las cosas desde la legítima aspiración de que, aunque sea una entelequia, se puede intentar conseguir una comunicación total. Ejemplos hay, y aún podemos poner muchos más. Para ello hace falta abonar algo más que ansias.

 

Sacar partido a Internet

 

Nuestro entorno está lleno de avances, de posibilidades, de opciones casi infinitas (nunca se pueden medir) que nos integran en una nueva era que llamamos de las Tecnologías de o para la Información y puede que incluso para la Comunicación, según los casos y los usos. Las capacidades de articulación mediática e informativa son diáfanas como el viento, y como jamás en la historia se habían planteado. El cambio ha sido sustancial, increíble, lo cual ha supuesto una revolución en sentido social, también en el profesional, y, sobre todo, en la esfera personal de cada cual.

 

Poco a poco, con este bagaje, nos vamos familiarizando con esos compromisos de aprendizaje que vienen de la mano de Internet. Construimos de manera paulatina la nueva realidad que supone el implicarnos e informarnos a través de las Webs, de los Portales informáticos. No obstante, es evidente que el salto ha sido tan ingente que siempre se producen algunos tipos de desniveles, de descalabros o de desequilibrios. No todos sabemos qué hacer ante el colosal volumen de datos y de informaciones que nos llegan, y eso en el caso de que seamos capaces de acceder en tiempo y forma a todo lo que existe (casi un tópico).

 

Como gran ventaja de Internet está la gran cantidad de información que nos faculta y nos ofrece Son muchas las fuentes y los recursos. Además procura, o puede facilitar, lo que llamamos interacción, retroalimentación, un flujo interpersonal de mensajes y/o noticias. La información va de un lado para otro, con preguntas, con respuestas… El ascenso en el nivel de conocimiento es enorme. Podemos llegar de unos asertos a otros en un tiempo increíble, con apenas ir tocando unas teclas. Siguiendo una estela lógica siempre daremos con los datos colaterales de cualquier concepto o contenido que busquemos.

 

Interconectar aprendizajes

 

Pero, claro, para ser sabios hace falta que seamos capaces de redondear la jugada y de interconectar los aprendizajes que nos vayan llegando, es decir, para entender lo que vemos y leemos es menester que podamos contextualizar lo que se nos dice. Si no sabemos las motivaciones de algunos hechos o el momento y los protagonistas que los rodearon, no daremos con la base necesaria que procure testimoniar con certeza que fue lo que pasó.

 

Nada en exceso es bueno. Como todo en la vida, no conviene que abusemos del tiempo, ni que vayamos demasiado deprisa. No vale una adicción permanente. No sería ni óptima ni oportuna. Si no moderamos las actitudes o los consumos, es posible que nos aboquemos a la frustración o al desdén o a la indiferencia. Hay que sacar un partido correcto a lo que se nos brinda desde el punto de vista informativo y formativo. Lo demás es distanciarnos de cuanto sucede.

 

En definitiva, hemos de aprender a seleccionar, a no consumir por consumir, a saber lo que queremos, lo que podemos, lo que nos hace más personas, lo que precisamos. La cultura no vendrá de la mano de las tecnologías porque sí: se gestará porque sepamos utilizarlas con responsabilidad y sin determinismos ni una alta rigidez. Para ello, quizás, entre otras actuaciones, es preciso generar, en paralelo, conocimientos inter-disciplinares e inter-culturales. De nada nos sirve que tengamos mucha información, si no sabemos detectarla y sacarle el máximo partido. Con y mediante esa manera de desenvolvernos podríamos decir que, de verdad, estamos en una nueva etapa, en una auténtica revolución del saber.

 

Nuevos usos de Internet

 

Los estudios no aportan sorpresas, pero sí avalan lo que está en el ámbito de las suposiciones más o menos consensuadas. Así, sabemos que el 71 por ciento de los docentes, en los estadios no universitarios, no utiliza el ordenador. Esto es lo que dicen los datos. Habrá excepciones. No lo dudamos. Esto se une al hecho de que apenas el 20 por ciento de la población realiza un acceso diario a Internet, lo que da buena cuenta de que se trata de una etapa en ciernes esa que representan las Nuevas Tecnologías de la Información.

 

El estudio ha sido realizado por el Centro de Investigación Educativa, y, por lo tanto, goza del prestigio y del aval suficiente para defender sus resultados donde sea menester. La disciplina de la educación por y para los medios, incluso desde los medios, es una asignatura pendiente del sistema, de la sociedad y de los diversos modelos educativos. Lo ha sido con la radio y la televisión, también con la prensa, y ahora le llega el turno a Internet.

 

A pesar de que esto es así tanto las administraciones públicas como las empresas en general tratan de adelantarse a la jugada que supone esa nueva era que supone ya y supondrán las Nuevas Tecnologías de la Información. De este modo, el Estado está en pleno proceso de instauración, entre otras medidas, de lo que se conoce como DNI electrónico, lo cual facilitará nuestro reconocimiento a todos los niveles y las acreditaciones que sean precisas en todos los ámbitos.

 

Con él se acelerarán todos los pasos en lo que concierne a actividades de compra-venta, adquisiciones, trámites y servicios públicos y privados de la más diversa factura. Poco a poco se va instaurando, y los viejos documentos se van sustituyendo por los nuevos, mucho más seguros y más garantes de la confidencialidad. Además se gana mucho tiempo, que es el bien cada vez más escaso.

 

Como el potencial es tan alto en y a todos los niveles, el que posee el propio ciudadano, y el que tiene éste en el contexto de las nuevas tecnologías, se van ensayando nuevas fórmulas publicistas en esa esfera virtual que es Internet. Ahí está el futuro de todo, y también el de la economía. Las empresas, siempre emprendedoras y con una enorme visión de futuro, miran con ansia las ingentes potencialidades de un nuevo mercado que, por flamante, tiene todo por hacer.

 

Portales, buscadores y compañías en general se presentan en esta nueva coyuntura que barrerá fronteras y ofertará clientes y productos de manera inconfesablemente incontable. Hablamos de billones de euros. En fin, ése es el mundo en el que nos movemos, y no solo cuando nos referimos a Internet: cifras y más cifras, números y más números, cuentas de resultados… La idea ha de ser la de equilibrar los desniveles que ya se están produciendo.

 

Los inmigrantes e Internet en un mundo global

 

La unión de circunstancias y de voluntades a través de Internet es un hecho. Esto, que nos debe llevar a mirar con cautela los posibles problemas de homogenización, tiene como gran ventaja la superación de fronteras y de espacios hasta el punto de mejorar las relaciones y el conocimiento entre personas que se hallan situadas a cientos de kilómetros de distancia. Aquí reside uno de los principales avances en la Historia de la Humanidad.

 

La gran revolución en esta aldea global, anticipada por los teóricos y vivida realmente en este siglo XXI, la perciben, entre otros, los inmigrantes, que, al margen de costes y de distingos sociales, pueden acceder a lo que sucede en cualquier parte del planeta en tiempo real. No hace falta que insistamos en la mejora que esto supone para su acercamiento casi a perpetuidad a las que son sus situaciones locales de origen.

 

El salto tecnológico, en lo que concierne al uso del instrumental de las nuevas tecnologías, viene, como tantas cosas en la vida, de la mano de la necesidad. Los inmigrantes se acercan a sus familias superando el escollo de la distancia, gracias a los ordenadores y a su extensión misma, “la red de redes”. Mediante el correo electrónico, los “chats” y las diversas páginas “Webs” que les puedan ser útiles e interesar se aproximan a cuanto sucede en sus respectivas naciones.

 

Los datos son aplastantes: casi siete de cada diez inmigrantes utilizan Internet para llegar hasta el corazón de sus Estados y de sus familias. Concretamente, hablamos de un 65 por ciento. El sistema tiene la ventaja de que es muy eficaz. Además, se puede prolongar en el tiempo, se puede utilizar a cualquier hora, y, fundamentalmente, es mucho más barato.

 

Aprendizaje de los nuevos medios

 

Poco a poco, los inmigrantes se van preparando y siendo diestros en el uso y el manejo de los diversos elementos y procesos. Lo cierto es que, pese a sus contradicciones formativas originarias, muy fuertes en algunos casos, se da la suficiente adaptación, el necesario acoplamiento, para sacar partido a cuanto sucede. Los datos del estudio elaborado por la Asociación para el Conocimiento de la Población Inmigrante, relativo al consumo de medios, indican que, aunque la superación de la brecha existente es mucho más rápida en edades más tempranas, los inmigrantes de todas las edades utilizan Internet, lo que contribuye a mitigar situaciones de zozobra, de ansiedad o de soledad.

 

La tradicional carta, lenta, que a menudo se perdía, ha sido sustituida por un medio mucho más inmediato, Internet. Al mismo tiempo, se ha dado un crecimiento exponencial en el hábito de utilizar los teléfonos móviles entre la población extranjera de tal modo que casi el 93 por ciento de los inmigrantes posee un celular. También su uso contribuye a una mayor dosis de independencia comunicativa.

 

Esto no obstante, conviene que, en paralelo, haya el suficiente predicamento para que el uso de Internet sea efectivamente un reflejo de una libertad que haga crecer a las poblaciones de inmigrantes en su contacto permanente con los acontecimientos de partida en sus correspondientes países. Conviene, como en el caso de otros colectivos, que haya un uso y no un abuso.

 

La tecnología no debe ser un refugio para minorías que disminuya las referencias societarias, sino todo lo contrario. Internet, como cualquier otro invento, ha de servir para el progreso, para la mejora, para saber estar en óptimas condiciones, y, en este sentido, hoy de nuevo defendemos la educación para los medios, y lo hacemos de un modo más vehemente y rápido en el caso de aquellos que tienen que ver con las Nuevas Tecnologías. Así sea.

 

Vigilantes ante Internet

 

La preocupación en exceso nunca es positiva, pero la dejadez en abundancia tampoco. En materia de lo que llamamos “Nuevas Tecnologías de la Información”, de Internet y de demás avances, desde el punto de vista instrumental y sociológico, no debemos dejar atrás el interés que todo este progreso nos ha de despertar precisamente para evitar que o bien el desdén, o bien la negligencia o bien la superación de contenidos mismos nos impida amoldarnos, adecuarnos y, fundamentalmente, entender las claves de nuestro entorno “multimedia”.

 

El asunto de la educación y de la formación de los hijos es clave para los propios progenitores, para sus descendientes y para la sociedad toda. En lo que concierne a los padres es preciso que éstos conozcan las posibilidades de Internet, que sepan qué se puede hallar en la Red de Redes, cuáles son sus peligros, sus potencialidades, etc. Hay muchas ventajas en esos “hilos universales virtuales”. Las hay, ciertamente. Al tiempo, y como ocurre con cualquier invento, su optimización depende del uso o del abuso que se haga de él. Han de imperar, inexcusablemente, la racionalidad, el buen criterio, el conocimiento y las normas de decoro, de cortesía, de respeto y de la buena intención.

 

Pensemos que Internet puede ofrecer, como así ocurre, entretenimiento, pero tengamos en cuenta que no es un juguete. No ha de verse de esta guisa. Nos hemos de convencer de que, de algún modo, cuando hablamos de niños y de niñas, el consumo informático ha de ser regulado o, cuando menos, controlado. Hay que conocer, entre otras actuaciones, los tiempos de utilización de Internet, así como los usos de este avance, esto es, su porqué y su para qué.

 

Evitar engaños

 

No hay problemas, por poner un ejemplo, en el chateo, pero sí en que alguien se pueda aprovechar de la inocencia de la infancia, de su ingenuidad. Los menores pueden ser pasto de engaños o hasta de delitos, y, en este sentido, hemos de ser sus ángeles de la guarda. Para ello, precisamente, hace falta que aprendamos a usar las Webs, es preciso que conozcamos sus potencialidades, que saquemos partido a las opciones y a los progresos que se nos ofertan. Prueba de los delitos que se pueden dar son los reiterados casos de violaciones, de robos, de palizas y otros sucesos con altas dosis de negatividad que se cargan en la red y que bombardean las mentes y los corazones de nuestros más tiernos infantes. Hemos de llevar cuidado con ello y afrontar la realidad sin complejos.

 

No puede ser que los niños y las niñas se manejen con programas que no conocemos, o que no sabemos para qué sirven, ni tampoco es de recibo que haya términos o actividades que no sepamos interpretar. El desconocimiento nos hace, en este planteamiento que estamos abordando, más débiles, con menos margen de maniobra, y eso nos resta libertad e independencia, aunque nos parezca paradójico. Estemos, pues, atentos a lo que se cuece en la Red, a lo que hacen nuestros hijos. Seguro que les haremos un bien, y, subsidiariamente, nos daremos calma y sosiego a nosotros mismos.

 

Juan TOMÁS FRUTOS.