UNIVERSIDAD DE
MURCIA
FACULTAD DE
EDUCACIÓN
LA FORMACIÓN Y EL PERFIL SOCIO-LABORAL DE LOS PERIODISTAS
EN
MURCIA (ANÁLISIS DE 2003 A 2005)
Juan TOMÁS
FRUTOS
ÍNDICE
|
3 |
|
4 |
|
4 |
|
|
|
|
|
10 |
|
|
|
|
|
13 |
|
14 |
|
|
|
|
|
17 |
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
24 |
|
28 |
|
28 |
|
30 |
|
32 |
|
34 |
|
42 |
1.
Introducción
El ejercicio de la profesión periodística ha atravesado diversas etapas a
lo largo del tiempo, que van desde un ejercicio libre de la profesión, o, lo que
es lo mismo, el gusto por informar de los “gacetilleros” del siglo XVIII, hasta
la complejidad del mundo de los medios de comunicación existentes hoy en día,
convertidos más bien en grandes empresas, que mueven enormes cantidades de
dinero, además de ejercer un gran poder en el transcurso de los acontecimientos
históricos (muchos teóricos y expertos siguen considerando actualmente a la
prensa como el Cuarto Poder en el mundo, aunque, siguiendo las tesis de Pedro
Farias, preferimos hablar de Contrapoder).
Si lejanos quedan los días de la fundación de las Escuelas de Periodismo,
de las cuales son continuación las Facultades de Ciencias de la Información, no
tan remota queda, en cambio, la expansión de los estudios de Periodismo por las
distintas comunidades autónomas, que deberían haber dado paso -no siempre ha
sido así- a un análisis paulatino, exhaustivo y pormenorizado de la situación
laboral de los periodistas españoles y de su correspondiente coyuntura
formativa. Esta nueva tesitura, como es evidente, ha estado influenciada por
diversos problemas derivados de las dificultades de su definición. Aún hoy en
día la sociedad sigue considerando al periodista como el que aparece en los
medios de comunicación, abarcando de manera dilatada desde el columnista de
opinión, que escribe como ocupación supletoria, hasta el propio periodista
titulado. Por desgracia, esta indefinición, o no definición, se ha visto
continuada en la propia legislación vigente.
Desafortunadamente, comprobamos que aún comparte algo el periodista
actual con el periodista del siglo XVIII, como es que incluso en la actualidad
los profesionales no tienen una regulación específica o una ley que les habilite
para el ejercicio de la misma, y ni siquiera les ampare, defienda o sancione,
según los supuestos, en el cumplimiento y desempeño de sus habituales funciones.
En la actualidad, se da un interés creciente tanto sobre la situación laboral de los periodistas españoles como en lo relativo a las vías de acceso a un gremio que es, o, al menos, a priori debería ser, de los más preparados de cuantos existen, por la amplitud de contenidos y por la responsabilidad que entraña el ejercicio de su deber. A nuestro juicio, los análisis que se ejecuten han de situarse en la creciente profesionalización del antiguo oficio de periodista. Sin lugar a dudas, la creación de las diferentes Facultades de Ciencias de la Información ha tenido, o ha debido tener, diversos efectos en los medios. Un estudio que se precie debe tener presente esta supuesta incidencia.
Un caso paradigmático de esta situación es la propia Región de Murcia, que hasta el año 1996 no contaba con ninguna Licenciatura en Periodismo, y que en estos momentos cuenta con dos Universidades que ofrecen el título de Licenciado en esta rama o especialidad. Por ello, y por la creciente incorporación de los recientes licenciados de las Facultades de Periodismo, se ha producido un nuevo estado de la cuestión, a lo cual se suma la indefinición que el Periodismo y su trabajo tienen en la sociedad actual.
En este preámbulo debemos subrayar que todavía hoy en día el periodismo
se sigue considerando un oficio. Éste es, o bien podría ser, uno de los motivos
por los que en estos momentos los titulados en periodismo se encuentran ante un
panorama desolador en el ámbito laboral, ya que el mercado de trabajo es
altamente inestable y obtienen una escasa retribución, a pesar de trabajar
muchas horas. Esta coyuntura se debe a la existencia de más oferta que demanda
en un contexto profesional en el que no hay una única vía de entrada que permita
el ejercicio de estas funciones. Existe una lucha diaria por conseguir un buen
empleo contra una competencia que podríamos definir como desleal, ejercida por
seudo-periodistas: el mercado laboral está saturado debido a la contratación de
personas como periodistas cuando realmente no lo son (al menos, no lo son desde
el punto de vista de haber adquirido una formación universitaria en este campo).
El asunto del ingreso, de la habilitación, en esta profesión teniendo como
requisito previo una titulación superior no es baladí, entre otras razones
porque, si ello fuera así, existiría una situación cerrada donde los que
accedieran al desempeño de la profesión gozarían de unos derechos y de unos
deberes, algo que no ocurre en la actualidad.
Pese a todos los cambios sociales que ha ido atravesando la sociedad,
ésta sigue considerando al periodista como el que aparece de una manera u otra
en los medios de comunicación. En este sentido, el ejercicio de la profesión
abarca desde el columnista de opinión al que escribe como ocupación supletoria,
llegando al propio periodista titulado.
En este mundo que tiende a la globalización, el papel del periodista es
principal, ya que es un enlace entre los acontecimientos y la audiencia, entre
los eventos y su auditorio. El periodista es el “gran responsable” de transmitir
con veracidad, y de acuerdo a unos códigos éticos, todos los acontecimientos que
ocurren en el mundo.
2. Contextualización de la profesión periodística
2.1. Semblanza de los medios de comunicación en
España
El sector que abarcan hoy en día los medios de comunicación es tan amplio
y complejo como las propias sociedades a las que sirven. Los profesionales de
estos medios tienen en sus manos una gran herramienta, la información y la
comunicación, que afecta a toda nuestra vida, a nuestra manera de trabajar y de
negociar, de educar a nuestros hijos, de estudiar e investigar, de formarnos y
entretenernos. En palabras de Kofi Annan, Secretario General de Naciones Unidas,
"de lo que se trata no es de lograr más información en más lugares, sino de
instaurar una sociedad de la información - abierta y sin exclusiones - en la que
los conocimientos brinden capacidad a todos los pueblos y sirvan para mejorar la
condición humana. Los medios de comunicación son partes interesadas en este
empeño y la libertad de la prensa es indispensable para que cumplan su papel
fundamental".
Así, pues, los medios, en sus diversas formas, tienen un cometido
indispensable como actores en el desarrollo y la promoción de las relaciones
entre los pueblos, fomentando el reconocimiento y el respeto de la identidad
cultural, la diversidad cultural y lingüística, las tradiciones y las
religiones, fundamentales para el desarrollo sostenible, y que se reconocen en
documentos como la Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad
Cultural.
El entorno en el que operan los medios influye en la consecución de estos
fines, en el que se precisa el respeto por los principios de libertad de prensa,
libertad de expresión y libertad de información consagrados en la Resolución 59
de la Asamblea General de las Naciones Unidas de 14 de diciembre de 1946, y en
el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948: "Todo
individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho
incluye el no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir
informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por
cualquier medio de expresión". Ello quiere decir que estos “media” han de
estar exentos de monopolios de cualquier tipo, que han de reflejar el abanico
más amplio posible de opiniones, bajo diferentes formas de propiedad, que han de
apoyar la diversidad ligüística y cultural, y que ha de existir un acceso
equitativo a la comunicación.
La aparición de las nuevas tecnologías de la comunicación ha supuesto que
el monopolio que las instituciones tradicionales de los medios de comunicación
(periódicos, radio, televisión, servicios por cable, etc.) tenían sobre la
difusión de las informaciones se haya visto rápidamente erosionado por las redes
digitales, y ha sido de este modo no sólo porque prácticamente cualquiera que
tenga acceso a un ordenador puede convertirse en un reportero o editor, sino
también por el diálogo e interacción surgida con sus respectivos públicos. Así,
su función arbitral se ha debilitado desde el decenio de 1990, además de
reportar más cambios en las funciones profesional y social del periodista. Los
comunicadores deben hacer frente al desafío que representan otras fuentes
informativas sin los mismos criterios profesionales o de calidad. En este
sentido, se debe fomentar la formulación de legislaciones que garanticen la
independencia y la pluralidad de los medios de comunicación al mismo tiempo que
las compatibilicen con la lucha contra los contenidos ilícitos y perjudiciales,
incrementando la conciencia de la dimensión ética en la utilización de las
nuevas tecnologías.
Para afrontar estos y otros nuevos retos en el ejercicio de su actividad,
los profesionales del periodismo, como analistas especialmente calificados por
su preparación para interpretar los acontecimientos de cada día, han de estar
convenientemente formados. Tal vez, las primeras barreras en las que podría
pensarse serían las externas, como las legislaciones intervencionistas, las
demandas de las audiencias o la supeditación a la publicidad. No obstante, hay
otras más preocupantes, como son la formación inicial y continuada, la
regularización del acceso y del ejercicio de la profesión, las condiciones de
trabajo y la situación laboral, el ineludible reto que suponen los cambios
tecnológicos...
Desde los organismos internacionales encargados de llevar a buen término
la Sociedad de la Información, la UNESCO, la Organización Mundial de las
Telecomunicaciones, la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual y la
Organización Mundial del Trabajo, se concibe al nuevo periodista como un
mediador, esto es, con un rol tradicional que ha tenido siempre entre la fuente
y el receptor, pero también como un educador y como un vigilante que vele, o que
ha de velar, por la implantación de los sistemas
democráticos.
En el nuevo y globalizado sistema mediático existe una competencia de
intereses políticos y económicos, de modo que la concentración de la propiedad
de los medios de comunicación puede reflejar un predominio de grupos de empresas
locales o de multinacionales extranjeras, de grandes empresas de radio y
teledifusión del sector público y de medios de comunicación impresos que apoyan
a los gobiernos, o bien, en otros supuestos, que los critican. Los gobiernos han
vendido en muchas ocasiones parte o la totalidad de sus acciones en las
organizaciones de difusión, al mismo tiempo que mantienen un cierto control
sobre las normas, el contenido, la ética y otros aspectos semejantes. De esta
guisa se perpetúa un determinado “control”.
La revolución global de la información ha afectado también a las culturas
y a los valores sociales, aunque los cambios son difíciles de concretar y de
documentar. Existe una inquietud generalizada en torno al dominio aplastante del
idioma inglés, al igual que de la cultura y de los valores de los Estados
Unidos, lo cual se percibe, a menudo, como una amenaza para los valores locales.
Sin embargo, la cultura nunca permanece estática, y la mayoría de las
comunidades aplauden el intercambio y el diálogo, seguramente en la mayoría de
los casos bastante “sano”.
Hay también una creciente convergencia entre las noticias y el
espectáculo en los medios de comunicación. La amenaza proviene no sólo de
presiones externas, como las influencias política, económica y de otra índole
sobre las organizaciones de suministro de noticias, sino también presiones
internas: políticas editoriales que favorecen un estilo más entretenido, animado
y/o agresivo, o un enfoque que se pliega más a las exigencias de poderosos
intereses creados.
Por lo que detectamos, se han producido en el sector grandes cambios en
cuanto a la calidad en los últimos años, como pueden ser el aumento de programas
de tele-realidad, la existencia de noticias durante las 24 horas, los periódicos
gratuitos en las grandes ciudades y las noticias ofrecidas por personas que no
son profesionales ni periodistas, especialmente en la red de Internet. La
calidad de esta producción ha sido ampliamente criticada, y no suele alcanzar
los niveles mínimos que se consideraban anteriormente como
decisivos.
Los cambios tecnológicos están aportando la creación de nuevos formatos y
proseguirán en esa línea, sin que ello hipoteque el futuro del material impreso
como los libros, los periódicos y otros productos de papel. Mientras tanto, la
radio ha ganado terreno y ha experimentado incluso revoluciones en muchos países
gracias a nuevos competidores y a la radio por satélite y por Internet. Este
fenómeno es digno de estudio.
Se han revolucionado los procesos de recogida, publicación y distribución
de noticias e información, así como los productos, servicios y formas de trabajo
conexos; y ello ha influido en la calidad del trabajo. Los editores de los
periódicos están yendo ahora mucho más allá de lo que sería la simple
reproducción de facsímiles “on line” de los periódicos, explotando
activamente las oportunidades de ofrecer nuevos y diversos productos y servicios
que superan a los productos impresos: noticias de última hora y alertas,
boletines informativos, “Weblogs” y grupos de debate, mientras que otros se
concentran en información para públicos especializados.
Del mismo modo, las nuevas tecnologías han afectado a la vida laboral de
los periodistas tanto de forma negativa como positiva. Sin embargo, la mayoría
piensa que sus competencias periodísticas tradicionales siguen siendo
importantes: comprobar hechos y, de ser posible, hablar con las fuentes;
perseguir las grandes noticias; no aceptar rumores o simples opiniones sin
verificar; e ir al fondo del suceso y considerar diferentes puntos de vista.
De los resultados de una investigación llevada a cabo por la Comisión
Europea en 2002 se desprendió claramente la incidencia positiva que la Sociedad
de la Información tiene en la calidad de los empleos, especialmente por lo que
respecta a un mayor grado de responsabilidad, a la creación de calificaciones
adaptables, a la aparición de nuevas formas de organización del trabajo, a la
generación de oportunidades adicionales en materia de flexibilidad y de
equilibrio entre la vida laboral y la vida privada, así como en lo que se
refiere al hecho de facilitar el acceso al mercado del
trabajo.
Quedan aún por realizar grandes adaptaciones en el sector, especialmente
en cuanto al marco normativo en áreas concretas: políticas tecnológicas
gubernamentales, diálogo social y efectos sobre el empleo, difusión de la
privacidad, protección de la propiedad intelectual,
etc.
2.1.1. Marco
normativo sobre el acceso y el desempeño de la profesión periodística en
España
La regulación de la actividad periodística, en su doble vertiente laboral
y profesional, no está igualmente desarrollada en todo el mundo. La definición
de los deberes y de los derechos de los profesionales, así como de las normas
que han de regir el sector de los medios de comunicación, se han ido llevando a
cabo en países de nuestro entorno, como Italia, Portugal y Francia, a través de
Estatutos del Periodista Profesional con marcadas líneas en consonancia con sus
respectivas legislaciones democráticas. En el caso italiano, por ejemplo, se
regula el acceso a la profesión mediante la necesidad de estar inscrito en un
registro especial, el acreditar un periodo de práctica previo y la superación de
un examen. Otros “estilos”, como es el anglosajón, abogan por una
autorregulación del sector a través de fuertes asociaciones profesionales. En
los países latinos se suele reconocer a los periodistas una situación
estatutaria especial, en donde un organismo público, corporativo o sindical,
acredita la condición al profesional mediante la expedición de un carné que da
ciertas ventajas en el ejercicio diario, como es el acceso a lugares públicos y
privados. Existen, pues, sistemas que van desde la simple acreditación
profesional hasta la regulación estricta del acceso profesional.
En España, sin embargo, la regulación legislativa del ejercicio de la
profesión periodística no está aún resuelta, pese a las recomendaciones del
Consejo de Europa, siendo así el único país de la UE que carece de una
regulación específica. La Constitución de 1978 ampara a los periodistas en su
artículo 20, concediendo una atención extraordinaria al derecho a la
información:
"1. Se reconocen y protegen los derechos:
a) A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción.
b) A la producción y creación literaria, artística, científica y técnica.
c) A la libertad de cátedra.
d) A comunicar o
recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión. La ley
regulará el derecho a la cláusula de conciencia y al secreto profesional en
el ejercicio de estas libertades.
2. El ejercicio de
estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura
previa.
3. La ley regulará la
organización y el control parlamentario de los medios de comunicación social
dependientes del Estado o de cualquier ente público y garantizará el acceso a
dichos medios de los grupos sociales y políticos significativos, respetando el
pluralismo de la sociedad y de las diversas lenguas de
España.
4. Estas libertades
tienen su límite en el respeto a los derechos reconocidos en este Título, en
los preceptos de las leyes que lo desarrollen y, especialmente, en el derecho
al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud
y de la infancia.
5. Sólo podrá
acordarse el secuestro de publicaciones, grabaciones y otros medios de
información en virtud de resolución judicial."
En nuestro país, se han ido produciendo normas
sectoriales de regulación de la profesión. La Ley de Prensa de 1966 contenía un
apartado referido al acceso al ejercicio profesional, para cuyo desempeño era
preciso contar con una habilitación expresa de la Administración. El Decreto
744/1967 exigía el registro obligatorio de los titulados y regulaba la figura
del “Director”. En 1997 se aprobó la Ley Orgánica sobre la Cláusula de
Conciencia, en relación a los derechos y deberes de los periodistas en cuanto a
veracidad y pluralismo, aunque sigue sin regulación el secreto profesional y no
existen los consejos de redacción ni un control real de los medios públicos.
Por lo tanto, las mejores normas son las que
garanticen la máxima neutralidad e independencia de los medios públicos, la
libertad y la calidad de los informadores y las que eviten la intromisión del
poder político en la prensa, la radio y la televisión. En ese sentido, las
asociaciones y los sindicatos de periodistas españoles han promovido la creación
de un Estatuto del Periodista, que incluiría el acceso a la profesión, la
regulación del secreto profesional, los derechos a la propiedad intelectual y a
la participación en la orientación editorial y el código deontológico. La
iniciativa de mayor calado ha sido la promovida por el Foro de Organizaciones de
Periodistas (FOP), constituido por la Agrupación de Periodistas de CC.OO., la
Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE), la Agrupación General
de Periodistas de UGT, la Federación de Sindicatos de Periodistas y el Colegio
de Periodistas de Cataluña.
Lo anteriormente citado corresponde al desempeño
profesional de los periodistas. Igualmente, sus condiciones laborales se
encuentran desregladas e incluso se han ido deteriorando seriamente en los
últimos años debido a la aparición de nuevas técnicas de trabajo y a la
proliferación de Licenciados en Periodismo, surgidos de las cada vez más
numerosas Facultades de Ciencias de la Información, factores que han incidido en
una mayor inestabilidad, unos más bajos salarios, el abuso de las distintas
figuras de contratos en prácticas y de aprendizaje, unos largos horarios y una
degradación general de los derechos de los trabajadores. Este fenómeno tiene
gran repercusión en la independencia de los periodistas, en su garantía de
calidad informativa y como contrapeso al poder de los grandes grupos
informativos, ya que malamente puede ejercerse un periodismo independiente
cuando se carece de unos mínimos derechos y de una estabilidad laboral. Especial
mención merece la figura de los derechos de autor y su necesidad de una
regulación específica, que, tanto en su aspecto moral como en el material,
suponen una garantía de independencia, particularmente importante en el nuevo
entorno “multimedia”.
La comunicación pública requiere de la mediación
de empresas informativas e informadores profesionales. Cuando el derecho a
informar que a todos se reconoce se ejerce de modo habitual y profesional queda
cualificado como una función social: el derecho se convierte en deber de
informar al servicio del derecho del público a recibir información plural,
veraz, contrastada e independiente. Para el cumplimiento de ese deber se
requiere un desarrollo de las facultades que aseguren la independencia
profesional, lo que se garantiza con un pluralismo externo (pluralidad de
empresas informativas) y también interno (que el pluralismo social se manifieste
en el seno de esas empresas informativas).
En este punto habría que tratar sobre los medios
de comunicación de titularidad pública que, lejos de cumplir las funciones
políticas y socioculturales que exigen normativas como la europea a los medios
de difusión de masas, se encuentran sometidos a los dictados del mercado, con
programaciones banales, siguiendo más el criterio de audiencias que el de
servicio público. De igual modo, debe evitarse la continua apropiación de estos
medios por parte de los Gobiernos, sea cual fuere su ámbito territorial, y sería
exigible situarlos fuera del combate partidista, lo que garantizaría un avance
en la calidad democrática.
La crisis de los modelos actuales exige unos
cambios normativos que, tanto a nivel internacional como español, plantean unos
objetivos legislativos bien definidos. El servicio público que estos medios
deben ofrecer, más allá de “informar, formar y entretener”, debe asegurar una
programación de calidad al conjunto de la población, garantizar el pluralismo,
preservar los valores constitucionales, promover la cultura y la educación,
reforzar la identidad, la cohesión social y los valores solidarios, potenciar el
acceso universal a las nuevas tecnologías, proteger a la juventud y a la
infancia, defender los intereses de las minorías y promover la industria
audiovisual.
En el caso concreto español, y desde instancias como la Federación de Sindicatos de Periodistas, se plantea a los poderes políticos la adopción de un marco normativo regulador de los medios de titularidad pública. Entre sus propuestas cabe destacar un sistema de financiación claro y estable, aunque sin cerrarse a la publicidad; el establecimiento de programaciones a largo plazo, donde se considere el conjunto como servicio público; la institución de una Autoridad Audiovisual independiente de cualquier poder público, con medios propios, dotada de independencia política y financiera, así como con potestad sancionadora, cuyos miembros sean nombrados por consenso y estén sometidos a un férreo sistema de incompatibilidades (tanto en relación a cargos políticos como a intereses audiovisuales); y, finalmente, la aprobación de unos Estatutos de Redacción o de la Información, que amparen la cláusula de conciencia, incluyendo en ella el derecho de los profesionales a negarse a elaborar una información contraria a los principios éticos más elementales.
2.1.2. Nuevos
parámetros laborales y de calidad en la “Sociedad de la
Información”
2.1.2.1. Las empresas de
comunicación
El concepto de Sociedad de la Información se utiliza desde los años
cincuenta. Se suele vincular con una economía basada en el saber, y se podría
definir como "una sociedad en la que se han generalizado las tecnologías a
bajo coste de almacenamiento y transmisión de información y datos. Esta
generalización del uso de la información y los datos va acompañada por
innovaciones organizativas, comerciales, sociales y jurídicas que cambiarán
profundamente la vida, tanto en el mundo del trabajo como en la sociedad en
general". Las nuevas tecnologías deben considerarse un medio, no un fin en
sí mismas, y pueden ser un instrumento eficaz para acrecentar la productividad,
generar crecimiento económico, crear empleos y fomentar la ocupación, así como
para mejorar la calidad de la vida de todos. Pueden, además, promover el diálogo
entre las personas, las naciones y las civilizaciones. El logro de esos fines
pasa por una concienciación sobre la propiedad de los medios de comunicación, la
lucha contra las restricciones a las libertades de expresión y de información,
la preocupación sobre los valores democráticos, y la diversidad y la
representación de los grupos minoritarios en los medios.
Las nuevas tecnologías en la comunicación han abierto, por una parte,
nuevos canales comerciales que han puesto fin a los antiguos monopolios
estatales; y el mayor poder del consumidor, al que se ofrece la posibilidad de
interactuar, ha apoyado la aparición de nuevos periódicos y revistas. Aparece un
gran número de oportunidades de generar nuevas formas de expresión y productos,
de desarrollar servicios creativos, y se espera que se abran todavía más
posibilidades en el futuro. La mayoría de las empresas descubren hoy en día que,
para mantenerse, deben ser capaces de reaccionar a las iniciativas de la
competencia con mucha mayor rapidez. Aquéllas con producto final impreso podrían
contraerse, pese al impulso que los nuevos medios pueden dar a su demanda: tal
podría ser el caso de las empresas periodísticas locales o las que suministran
material de referencia que, con los nuevos formatos electrónicos, presentan una
mayor facilidad de búsqueda, de uso y de actualización.
Sin embargo, otro efecto de la adaptación a esta globalización ha sido la
política de fusiones en la propiedad de los medios de comunicación, sobre todo
en Occidente, lo que ha repercutido en la reducción de la diversidad de las
noticias y de las opiniones. Causa preocupación el predominio de la lengua
inglesa, que da un papel preponderante a las fuentes de noticias
angloamericanas.
En los sectores de la televisión y de la radio, la tecnología de emisión
por satélite y por cable permite ahora un gran incremento del número de canales.
Se ha observado un enorme crecimiento de las pequeñas compañías independientes
de producción de programas de televisión, con una gran repercusión en la
publicidad, la competencia, la programación y la dotación de personal. Las
oportunidades de trabajo para los profesionales de los medios, como locutores,
periodistas, técnicos, productores, etc., han aumentado con estos nuevos
canales. También la radio se ha visto afectada en cuanto al número y el tipo de
emisoras, la calidad del sonido, y la facilidad de recepción y de
empleo.
2.1.2.2. Las nuevas formas de
trabajar: retos para los periodistas
Está generalmente considerado que el periodismo se enfrenta a un reto
singular al trabajar con las nuevas tecnologías y las expectativas que éstas
despiertan. La calidad es un factor decisivo y se evalúa en función de hasta qué
punto se están satisfaciendo los niveles fundamentales de integridad
periodística en la realización de la labor. La diversidad de opiniones, la
meticulosidad en el trabajo, un alto nivel de profesionalización, un código de
ética y la independencia editorial se consideran esenciales. La Federación
Internacional de Periodistas (FIP) señala que la Sociedad de la Información
facilita las investigaciones, el acceso a la información, la difusión y la
promoción de productos, fomenta el establecimiento de redes y de diálogo, y
ofrece herramientas adicionales para el desarrollo del periodismo de calidad.
Estos principios se ven erosionados e influenciados en gran parte por la
dinámica del mercado: los periodistas se encuentran enfrentados a plazos más
ajustados y a una mayor demanda de contenido para un auditorio más amplio y
acostumbrado a una inmediatez en la cobertura. La violencia y el estrés en el
sector se hacen patentes en la mayor urgencia y en la obligación de presentar
información constantemente actualizada con destino a programas informativos
durante las 24 horas del día y para la información “on line”. Hoy se pueden
cubrir los acontecimientos en el momento en que se producen utilizando
únicamente una videocámara y un ordenador personal con programas de edición por
vídeo. Las imágenes y los sonidos transmitidos directamente por teléfonos y
mediante ordenadores se utilizan, en directo, en programas informativos. Ello ha
supuesto la existencia de nuevas pautas de trabajo para unos profesionales que
no tenían ya un horario fijo, unas jornadas laborales de ocho horas ni unas
horas fijas para las comidas. Los riesgos para los que trabajan en situaciones
peligrosas y en zonas de conflicto son bien conocidos: más de 1.000
profesionales han perdido la vida en el desempeño de su trabajo durante los 10
últimos años.
Por otro lado, los periodistas de la radio y la televisión deben aprender
a utilizar distintos sistemas de gestión de contenido inspirados en las bases de
datos, así como aplicaciones como Photoshop, Illustrator y Quark, sobre todo si
se mueven en diferentes medios. Los profesionales radiofónicos que utilizan
estas aplicaciones se encargan ahora muchas veces de preparar guiones listos
para la transmisión, realizando tareas que antes desempeñaban los directores de
estudio, cuyos empleos han desaparecido. Los periodistas televisivos dependen
todavía más del apoyo técnico, fundamentalmente porque la tecnología de sistemas
electrónicos de producción de noticias para la televisión no está tan avanzada.
Los empleadores utilizan la técnica para crear periodistas polivalentes
que lleven a cabo su labor de producción técnica además de su labor editorial.
Con frecuencia, los reporteros dicen que están demasiado ocupados preparando los
reportajes y que no tienen tiempo para seguir la evolución de los
acontecimientos, es decir, para llevar a cabo su verdadera labor de reporteros.
Preparan, a veces, artículos para tres medios diferentes (radio, televisión y
Web), lo que significa dedicar un mayor tiempo a su quehacer, corregir los
artículos a altas horas de la noche y hacer un poco de todo. A pesar de esto, la
tecnología resulta imprescindible (lo es en los periodistas financieros, los
independientes, los corresponsales...), siendo ya muy pocos los periodistas de
la prensa escrita que pueden realizar su trabajo con técnicas tradicionales, es
decir, sin una conexión con la red de Internet.
2.1.2.3. Exigencia de calidad y de
profesionalidad en los “media”
La amenaza para las normas de calidad en el periodismo informativo puede
derivar en parte de problemas tales como la manipulación, las medias verdades,
el favoritismo y la “cultura de tergiversación de los hechos” practicada por
ciertos políticos y por otras personas que desean esconder las noticias
desfavorables, pero también en la idea de que puede asimismo ser más rentable
ofrecer melodramas a una extensa audiencia que proporcionarle hechos,
explicaciones y una cobertura equilibrada a otra menos numerosa. Se está
produciendo una creciente convergencia entre las noticias y el espectáculo en
los medios de comunicación. Las presiones no son sólo externas, como pueden ser
la influencia política, económica y de otra índole sobre las organizaciones de
suministro de noticias, sino también presiones internas: nos referimos a
políticas editoriales de enfoque más agresivo, acuciadas por las preferencias
del gran público, o que se pliegan más a las exigencias de poderosos intereses
creados.
El marco de trabajo de los profesionales tampoco ayuda, con un desarrollo
laboral basado en la inmediatez de la información antes que en aspectos como la
veracidad de las fuentes o la redacción periodística. Se persigue ser los
primeros en dar cualquier noticia, sin tiempo para la investigación profunda, no
contrastando las informaciones y fomentando la cultura de los rumores y de las
confidencias. Suele ser ésta la práctica generalizada en los medios
digitalizados: nuevos modelos para nuevos consumidores, donde se realiza una
constante re-edición de los artículos, el enriquecimiento de las noticias
conforme se van conociendo nuevos detalles, y la posibilidad de interactuar con
los periodistas a través de “chats”, foros de debate o
“e-mails”.
La preocupación de las organizaciones internacionales con respecto a las
normas de calidad en los medios de comunicación ha dado como resultado normas
como la ISAS BC 9001, especialmente concebida para el sector de la radio y la
teledifusión en Internet. Permite evaluar el cumplimiento de los criterios
específicos de calidad en este sector, como son la satisfacción del público y
los usuarios, la calidad y la exactitud de la información, la calidad y
diversidad de los programas, la innovación y la creatividad, la independencia y
la transparencia de la gestión, el fomento y el respeto de las normas éticas, la
representación de las minorías nacionales, el acceso universal, la pertinencia
social, la independencia editorial, así como la accesibilidad. La certificación
tiene un periodo de vigencia de tres años, y sus creadores estiman que ayudará a
las organizaciones de los medios de comunicación a funcionar con mayor eficacia
y a garantizar un periodismo de gran calidad que goce de mayor credibilidad ante
el público y, por tanto, ante los anunciantes, lo que resulta de particular
interés para los empresarios de los medios.
La norma, creada en Ginebra por un grupo de eminentes expertos de los
medios de comunicación (la Fundación Medios y Sociedad), es una adaptación de la
famosa norma ISO 9001 que, en menos de diez años, ha certificado a 550.000
empresas públicas y privadas en 160 países, siendo actualmente la referencia
mundial en sistemas de gestión.
2.2. La formación de los periodistas
Solamente una sólida formación universitaria puede corregir la tendencia
de los productos periodísticos que hay en el mercado. En palabras de García
Escudero: "veo en la prensa una institución modelo, privada en su origen y
pública por sus funciones, medio inigualado de formar la opinión y de
expresarla, de apoyar a los gobiernos y también de controlarlos con mayor
eficacia que los mejores controles constitucionales".
El profesional debe adquirir, de base, las cualificaciones que le
permitan analizar e interpretar los acontecimientos de cada día, y así continuar
renovando sus aptitudes de modo que le permitan adaptarse a las nuevas
situaciones, aprovechar oportunidades, mejorar su empleabilidad y productividad,
y desarrollar una mayor capacidad de decisión, de valoración y de análisis para
brindar un mejor servicio a la sociedad.
Se habla de la formación de base como motor de arranque del acervo de un
periodista. Si bien se trata de una profesión eminentemente vocacional, no es
menos cierto que el desarrollo de la labor informativa requiere comunicar y
explicar a un público cada vez más numeroso y exigente, de manera inteligente,
lo que ocurre en un mundo que se torna más complicado y en continuo cambio.
Personajes como Pulitzer, que luchó durante buena parte de su vida para la
institucionalización de los estudios de periodismo, lograron que la Universidad
adoptara esta disciplina a lo largo del siglo XX. El periodista debe ser una
persona culta, y, aunque en principio las materias impartidas se centraron más
en las de tipo humanístico, la complejidad de la realidad en la que hoy han de
manejarse los licenciados hace que los planes de estudios deban decantarse por
asignaturas más técnicas. Incluso se critica la escasa formación que, en
relación a las nuevas tecnologías, se imparte desde la Universidad.
La concienciación de la necesidad de una formación del profesional de los
medios de comunicación ha llegado a las empresas, que cada vez confían más en
los titulados universitarios. Recientes estudios así lo demuestran, ofreciendo
datos como que el 92'1% de los periodistas en España poseen título de Escuelas
de Periodismo, de Facultades o de “Masters”, superando a los de otras naciones,
como Estados Unidos (39%), Francia (32%) o Gran Bretaña (4%). Ello pone de
manifiesto la confianza en la formación de los periodistas frente al intrusismo
en un país como el nuestro donde no está regulado el acceso a la profesión y
cualquiera que sea contratado por un medio puede ejercer tareas de
comunicador.
2.2.1. Repaso
histórico a la creación de las Facultades de Periodismo en
España
A finales del siglo XIX aparecen las primeras tentativas de formación
para los profesionales del periodismo, como el curso organizado por Fernando
Araujo en Salamanca en 1887. Igualmente, instituciones como la Asociación de la
Prensa de Madrid y la Revista Política y Parlamentaria abogaron desde
entonces por la constitución de estudios de periodismo. Tanto en el Congreso
Internacional de Prensa de Burdeos (1895) como en el de Berna (1902) se oyeron
propuestas de su organización como carrera, que tuvieron eco en publicaciones
como el folleto La Carrera de Periodismo, publicado en 1923 por Fernando
Terrén Palacín, si bien en España no llegaría a materializarse hasta
1971.
En 1926 surgió la Escuela Libre del diario católico El Debate,
dirigido por Ángel Herrera Oria, que comenzó a impartir sus estudios, de cinco
años de duración, en 1932 y no pudo completar un ciclo por ser suprimidas ambas
instituciones por el Gobierno del Frente Popular al declararse la Guerra Civil.
Durante el desarrollo de la contienda se produjo el Seminario Nacional de
Estudios Periodísticos (1937), patrocinado por el sacerdote navarro Yzurdiaga
Lorca, Delegado Nacional de Prensa y Propaganda. Posteriormente, en 1942, se
abre la Escuela Oficial de Periodismo, instalada en la Agencia EFE, con un plan
de estudios de clara orientación política.
En 1947 se inician los Cursos de Periodismo en la Universidad
Internacional de Santander, bajo la dirección de Martín-Sánchez. Desde entonces,
proliferan tanto los cursos como las publicaciones relacionadas con la teoría y
la práctica, entre las que destaca la primera Enciclopedia del Periodismo
(1953). El Título de Periodismo se había reconocido oficialmente por parte del
Ministerio de Información y Turismo en 1951.
Se fundaron varios organismos, como el Instituto de Periodismo del
Estudio General de Navarra (1957) o la Escuela Oficial de Periodismo de
Barcelona (1968), pero las primeras Facultades de Ciencias de la Información que
abrieron sus puertas fueron las de la Universidad Complutense de Madrid, la
Autónoma de Barcelona y la de Navarra, en 1971. Seis años más tarde, y
dependiente de la Universidad Autónoma de Barcelona, se formó la Unidad de
Ciencias de la Información en la Universidad del País
Vasco.
Estos cuatro enclaves forman las principales Facultades de Ciencias de la
Información: aunque fueron pioneras, los estudios universitarios de Periodismo
están muy extendidos en todo el territorio nacional. En el curso 2003/2004, la
Licenciatura en Periodismo se impartía en 30 centros o facultades, 12 de ellas
de titularidad pública.
2.2.2. Los planes
de estudios
Como se ha referido anteriormente, el ejercicio de la labor periodística
exige de una formación amplia, como ponen de manifiesto autores como Ángel
Benito, que indican que ha de contener:
Existen otras corrientes que priman extender y
profundizar la cultura general, aplicar prácticamente el conjunto de estos
conocimientos en el ejercicio del quehacer periodístico en sus diversas
funciones y desarrollar en los estudiantes las aptitudes psicológicas, la
rectitud moral y la fuerza de carácter que les permitirán ser agentes
conscientes y activos de la promoción profesional. Tal es el planteamiento
defendido por del Director de la Escuela Superior de Periodismo de la
Universidad Católica de Lille, Robert Hennart.
Sin embargo, desde otros autores, e incluso por parte del alumnado, se
insiste en la necesidad de adecuar los Planes de Estudios a la realidad
experimental, lo que se entiende como más conectado con lo que será el futuro
ejercicio de la profesión. Las quejas se centran en puntos como el tratamiento
más profundo que se imparte en materias tradicionalmente universitarias
(Historia, Literatura, Sociología...), lo que llamaríamos "cultura general", en
detrimento de otras asignaturas que, en puridad, se consideran más relacionadas
propiamente con el Periodismo (Información Periodística, Ética y Deontología
Profesional, Empresa Informativa...), llegando a cotas de mínimo desarrollo en
lo que se refiere a conocimientos técnicos (radio, televisión, informática,
idiomas...). Ilustran esta situación las palabras pronunciadas por Gabriel
García Márquez en 1996 ante la Asamblea General de la Sociedad Interamericana de
Prensa: “Tal vez el infortunio de las Facultades de Comunicación Social es
que enseñan muchas cosas útiles para el oficio, pero muy poco del oficio
mismo”.
La nueva configuración del periodista, con grandes componentes digitales
o electrónicos, hace que el desarrollo real del trabajo se asemeje cada vez
menos al de los profesionales de hace unos años. Lo que se exige de la
Universidad es que adecue sus enseñanzas al nuevo entorno; y probablemente la
solución pasa por una colaboración estrecha y coordinada con las empresas del
sector, y por el establecimiento de verdaderas prácticas, útiles y regladas, que
proporcionen al estudiante una experiencia inicial y le faciliten la
introducción en el mundo laboral.
En cuanto a las salidas profesionales, los
licenciados están capacitados para la dirección de periódicos, revistas o
emisoras de radio y televisión, aunque las ocupaciones más corrientemente
abiertas y ofertadas tienen destinos como los que
siguen:
2.2.3. La
importancia de la formación continuada
En el nuevo entorno creado por la aparición de las tecnologías de la
información, y dadas sus características de innovación permanente, es preciso
que los periodistas se conciencien de su necesidad continua de reciclaje. Ello
permite mejorar la calidad y la organización del trabajo, incrementar la
competitividad, y promover la seguridad en el empleo. Tal requisito ya ha sido
reconocido por los empleadores, que buscan en los nuevos titulados perfiles más
acordes con lo explicado y que proporcionen a las empresas una ventaja
competitiva. Sin embargo, los trabajadores a los que las nuevas tecnologías les
encontraron ya en pleno ejercicio de la profesión, al modo más tradicional,
deben hacer un esfuerzo de motivación para readaptar y para desarrollar su
capital humano. Ellos, junto con los de más edad, son las víctimas más probables
de los recortes laborales.
En general, los empleadores no proporcionan formación a los trabajadores
autónomos ni al personal con contratos de corta duración o a tiempo parcial. Las
pequeñas y medianas empresas, que son las que registran una tendencia de
crecimiento más dinámico del empleo, no pueden ofrecer actividades de formación,
sino que dependen casi exclusivamente de las cualificaciones adquiridas por sus
profesionales en la educación académica, en la experiencia previa o en la
formación por propia iniciativa.
Es evidente que serían necesarios unos programas de formación, a través
de las asociaciones profesionales o de los interlocutores sociales, que
proporcionaran formación continuada y asequible a todo el personal,
independientemente de cuál sea su edad, sexo o situación contractual. La
práctica empresarial existente suele excluir de estos planes a las mujeres, los
contratados temporales o parciales, los tele-trabajadores y los trabajadores de
más de 45 años, que deben realizar su reciclaje a su propia costa. Desde
instituciones como la Comisión Europea se trata de paliar estas situaciones con
iniciativas como el programa MEDIA (2001-2005), basado en la cooperación entre
los interlocutores dedicados a actividades de formación: centros especializados
de formación, compañías de producción y de distribución, sindicatos,
etc.
2.3. El entorno
socio-laboral de los profesionales de los medios de
comunicación
2.3.1.
Especificidades de los “freelancers” o
“stringers”
Bajo estas denominaciones anglosajonas se recoge al colectivo de los
profesionales autónomos que, por su propia cuenta y riesgo, realizan
informaciones que ofrecen para su compra a los medios, y cuyo número, con la
llegada de las nuevas tecnologías, es cada vez mayor. Según un informe mundial
de la FIP, suponen hoy en día cerca del 23% del total de los trabajadores de los
medios de comunicación, aunque su número sería incluso superior, en opinión del
presidente de Free Lance International Press, Virgilio Violo. La mayoría de los
nuevos “stringers” suelen ser jóvenes que se inician en el periodismo, excepto
en algunos países como Finlandia y Alemania, donde también los más maduros se
apuntan a esta tendencia. El crecimiento se observa, sobre todo, en la prensa
escrita, seguida de los nuevos servicios de información y de los medios
electrónicos.
Los periodistas independientes han sido, en general, los que antes y con
más provecho han explotado las nuevas tecnologías, que les han permitido
fortalecer su posición en el sector: los expertos de las más variadas materias
están disponibles para entrevistas o comentarios en cualquier parte del mundo.
Además, el correo electrónico facilita el trabajo a domicilio, y existe una
mayor flexibilidad y una fortísima posibilidad de aceptar un encargo desde
cualquier punto. Sin embargo, su proliferación ha construido un mercado leonino,
con una competencia desleal y precios muy bajos. Se ven obligados, muchas veces,
a malvender trabajos de elevado coste y a rivalizar, casi siempre, con agencias
improvisadas con trabajadores en precario o con principiantes que intentan
hacerse un hueco en el sector. Sus ingresos son irregulares, con periodos de
sequía económica, como ocurre mientras elaboran un reportaje o gestionan su
venta.
Este tipo de profesionales está muy poco amparado por las leyes, su
regulación jurídica sigue siendo muy difusa, y cuentan con poca cobertura social
y profesional. Su mayor respaldo pasa por la afiliación sindical que, en muchos
países, les permite recibir una acreditación oficial, oportunidades de formación
continuada y tener representación en el diálogo social. Sin embargo, en otros
países, los sindicatos tienen incluso restringida la capacidad de negociación en
nombre de los “freelancers” a causa de las leyes de la competencia, que impiden,
por ejemplo, que se llegue a acuerdos para fijar unas estructuras para el pago
de sus tarifas. En ese sentido, se aboga por el establecimiento de contratos,
donde se fijen las tarifas de precios en función de variables como la extensión,
la novedad o la peligrosidad de los reportajes.
Tradicionalmente, los periodistas independientes han venido vendiendo sus
colaboraciones con el objeto de que el medio las editara una vez, pero la
existencia de grandes compañías “multimedia”, que utilizan los mismos contenidos
en distintas publicaciones del grupo, o en distintos formatos (CD-ROM, WEB),
hacen necesaria una reglamentación para la renegociación de los honorarios por
el uso posterior de los trabajos que, en muchos casos, supone una parte
importante de sus ingresos. Algunos tribunales de Francia y de Estados Unidos
han dado ya la razón a las asociaciones de periodistas en este sentido. Medidas
de regulación y de protección de este tipo contribuirán a fortalecer las bases
de la industria y a estimular la creatividad.
Los empresarios son reacios a reconocer los derechos de los
“freelancers”, aunque consideran imprescindible que el periodista en estas
condiciones disponga de un buen equipamiento técnico y mantenga una formación
continua que le permita dominar las nuevas tecnologías, pero siempre por cuenta
del profesional. A pesar de ello, y según el Informe Mundial sobre la
situación de los periodistas autónomos elaborado por la FIP, el futuro de la
profesión se orienta en buena parte, y cada día más, en esa dirección, aunque su
situación laboral es cada vez más difícil y
vulnerable.
2.3.2.
Especificidades de los periodistas “a la
pieza”
Se trata de profesionales que trabajan al servicio de una o varias
empresas y realizan los encargos informativos de éstas, conforme a sus
directrices, pero sin contrato laboral. No deben confundirse con los
“freelancers” (que realizan sus informaciones por su propia cuenta y riesgo), ya
que en el caso que nos ocupa existe una relación habitual y un suministro
constante, a veces diario, de informaciones previamente encargadas o realizadas
conforme a un acuerdo previo, ya sea escrito o verbal, y cobran “a tanto la
pieza”. Ello no impide que no se encuentren físicamente integrados en la
Redacción de la empresa, aunque siempre bajo las indicaciones y el control
último del empresario informativo.
Sin embargo, las prácticas empresariales actuales hacen que se trate de
una plantilla encubierta, ya que los colaboradores están, la mayoría de las
veces, totalmente integrados en la estructura de la empresa, contemplados en sus
presupuestos, a plena disposición y en exclusiva. Los periodistas realizan gran
parte de su trabajo, cuando ello es posible, desde las propias Redacciones,
aunque tienen los agravantes de correr con frecuencia con los gastos de
desplazamiento, de no disponer de dietas en los viajes y, en el caso de los
periodistas gráficos, deben contar con su propio equipo, asumiendo los riesgos
de averías, de deterioro o de robo.
Este colectivo debe estar a plena disposición de la empresa, puesto que
los responsables de la información cuentan habitualmente con su trabajo en sus
programaciones, lo cual lleva, en muchos casos, a la exclusividad,
fundamentalmente por dos razones: la primera es que la intensidad de las tareas
informativas encargadas por el medio hace imposible que se colabore con otros;
y, por otra parte, la ética profesional impide que los profesionales colaboren
con medios que se encuentran en directa competencia. Así las cosas, los
periodistas “a la pieza” se ven obligados, de forma directa o velada, a aceptar
exclusividad y una plena disposición con respecto a un solo medio para
asegurarse sus ingresos, aunque éstos sean irrisorios.
Las tareas específicas que cubren los colaboradores suelen centrarse en
áreas informativas determinadas, siendo una figura habitual en corresponsalías
locales y provinciales. Esta figura es cada vez más frecuente, dada la necesidad
de los medios de cubrir ámbitos geográficos o especializados más amplios, y
vistas las posibilidades actuales de transmisión y de tele-trabajo.
Sus contratos son de tipo mercantil, y las empresas suelen exigir la
renuncia a los derechos de autor que establece la Ley de la Propiedad
Intelectual y el que se ceda el derecho de explotación de sus trabajos con
carácter de exclusividad y sin limitación alguna. En tales acuerdos, la tónica
es fijar una cantidad económica máxima, con independencia de los trabajos que
efectivamente se realicen o se publiquen.
Paralelamente, este grupo de trabajadores sufre similares desventajas que
los independientes en cuanto a reconocimiento de derechos sociales y laborales:
son víctimas de numerosos agravios comparativos, ya que carecen de horario, no
disfrutan de vacaciones remuneradas ni libranzas, son utilizados para sustituir
a los trabajadores de plantilla en fiestas y en vacaciones... Y esa precariedad
influye poderosamente en la independencia de los periodistas a la hora de
elaborar sus informaciones.
2.3.3.
Características de los profesionales de los
medios
Ya se ha apuntado el carácter vocacional de la profesión de periodista,
así como la necesidad social de la existencia de unos profesionales formados y
con la independencia y el sometimiento a un código deontológico suficiente para
afrontar la labor de interpretar los hechos y de ofrecerlos al público. Se han
abordado cuestiones relativas al funcionamiento del sector: formación
universitaria, parámetros de calidad en las informaciones, prácticas
empresariales, tendencias laborales, introducción de nuevas tecnologías. Por lo
tanto, nos resta conocer el perfil sociológico (rasgos culturales y sociales,
edad, sexo, formación continuada) y el ambiente puramente laboral (contratos,
sueldos, horarios, satisfacción laboral) en el que los periodistas llevan a cabo
diariamente su mandato constitucional de servir al derecho de los ciudadanos a
ser informados de manera plural, veraz, contrastada e independiente.
En este sentido, y centrándonos, sobre todo, en lo que ocurre en nuestro
país, no existe una larga tradición de estudios que aborden la situación de los
profesionales de los medios de comunicación. Ello es debido a diferentes
factores, entre los que se podría mencionar la reciente trayectoria de sondeos
sociológicos en referencia a sectores profesionales, y en concreto, al sector de
los media; y, por otra parte, es patente la reticencia de los profesionales de
la comunicación a ser analizados por agentes ajenos a la profesión (los índices
de respuesta a cuestionarios suelen oscilar en torno al 30%). En consecuencia,
la proliferación de informes acerca de la profesión periodística en nuestro país
data de la década de los 90, comenzando por un sondeo de Demoscopia por encargo
de la Asociación de la Prensa de Madrid y basado en una encuesta a más de 700
periodistas de toda España.
Al citado trabajo científico siguieron otros muchos, promovidos tanto por
las Universidades como por los colectivos y las organizaciones profesionales,
bien sea a nivel nacional como regional, así como se dieron numerosos artículos
y publicaciones, destacando el informe publicado por el Centro de
Investigaciones Sociológicas en el año 2000, elaborado a partir de un sondeo
realizado por el Departamento de Comunicación Pública de la Universidad de
Navarra, en colaboración con el profesor David Weaver, de la Universidad de
Indiana.
2.3.3.1.
Edad
De la comparación de los resultados de los estudios realizados en los
últimos 10 años se infiere un rejuvenecimiento de los periodistas españoles: si
en 1990 la media de edad era de 41 años, en 1994 se rebajó a 40, y los datos
para 2000 fueron de 34 años, observándose un aumento considerable en el tramo de
edad correspondiente a 25-35 años (aproximadamente la mitad de los encuestados),
correspondiendo únicamente un 11'5% a profesionales de más de 45
años.
En los países de nuestro entorno ocurre una situación similar: Estados
Unidos (36 años), Gran Bretaña y Alemania (38 años), Francia, Canadá y Finlandia
(40 años).
Probablemente, este fenómeno sea debido a la reciente aparición de
numerosas Facultades de Ciencias de la Información en nuestro país, con la
posibilidad de obtener titulación académica, así como por la estabilidad
democrática tras la etapa de la Transición, que ha permitido el desarrollo de la
labor informativa con unas garantías de libertad y de pluralismo que no eran
posibles con el anterior régimen dictatorial, juntamente con la aparición de
nuevos medios, que han tenido un "efecto llamada" para los
jóvenes.
Sin embargo, los directivos de las empresas de comunicación están viendo
con cierta reticencia este rejuvenecimiento, ya que cualquier oficio precisa de
altas dosis de experiencia y de madurez para dar un buen grado de calidad; y
máxime cuando se trata de la labor de mediación e interpretación que suponen los
medios.
2.3.3.2.
Sexo
Los resultados demoscópicos arrojan datos de que el periodismo, en
nuestro país, sigue siendo una profesión con presencia mayoritaria de los
hombres. Sólo una media del 34% de mujeres ejercen la profesión periodística,
aunque se observa en el último decenio una masiva incorporación femenina, que
incluso llega a dominar en el tramo de edades comprendidas entre los 21-25 años
(58% mujeres-42% hombres), y casi se encuentra a la par hasta los 30 años. Tal
afluencia se constata si partimos del 17% que suponían en 1990, o el 25% en
1995.
También en este apartado influye poderosamente la existencia de los
estudios universitarios, aunque a la hora del ejercicio profesional sean muchas
las mujeres a las que les resulte imposible compatibilizar una carrera y una
familia, y por ello abandonen aquélla durante la treintena (el 78% de las
mujeres periodistas tienen menos de 35 años). Sin embargo, esta tendencia está
cambiando, incluso a nivel internacional, con la asunción de responsabilidades
domésticas y en el cuidado de los hijos por parte de los
hombres.
Las circunstancias son similares para las mujeres en el resto del mundo:
en Estados Unidos, Australia o China rondan el porcentaje de participación
español. Otras localizaciones, como Francia (20%), Gran Bretaña (25%), o
Alemania (30%), aún no han llegado a los niveles de participación femenina que
se dan en nuestro país.
Sin embargo, los problemas para alcanzar puestos de responsabilidad son
similares para las mujeres en todo el mundo. Si bien es cierto que desempeñan
labores en todas las secciones (redactoras, columnistas, presentadoras,
comentaristas deportivas, cronistas políticas, reporteras de guerra...), pocas
son las directoras o redactoras jefe. Se habla de la existencia de un "techo
de cristal", expresión creada en la década de 1970 que simboliza un “muro
transparente, pero sólido, hecho de actitudes y de prejuicios
organizativos”, según se ha definido más recientemente por Linda Wirth, de
la Oficina de la OIT para la Igualdad entre Géneros, en un estudio titulado
“Breaking the glass ceiling: Women in management”, en donde se examinan
datos sobre el avance y los obstáculos de las mujeres para conseguir puestos
directivos.
En los últimos años se ha teorizado mucho acerca de los motivos para que,
dada una igualdad en la formación entre hombres y mujeres, éstas sigan
concentradas, a escala mundial, en las formas más precarias de trabajo, a pesar
de los avances en desarrollo social y en igualdad entre géneros. Se habla de
factores socio-culturales, de estereotipos sociales, de la conjunción de
responsabilidades laborales y familiares, de la herencia cultural de sumisión al
hombre y de la sobreprotección de éste (lo que explicaría el reducido número de
mujeres corresponsales de guerra, aunque se ha observado un incremento en este
capítulo en la cobertura del reciente conflicto de Irak). La única categoría
profesional de los medios de comunicación en la que predominan las mujeres es en
la de presentadoras de televisión.
Un estudio de la FIP de 2000 reflejaba que alrededor de un 40% de los
periodistas en Europa y en el continente americano eran mujeres, aunque sólo el
3% y el 5%, respectivamente, ocupaban puestos de decisión. En África, la
proporción de mujeres era del 25% (1’4% desempeñando responsabilidades), y en
Asia representan un exiguo 12% de la profesión, con un irrisorio 0’1% de puestos
de dirección femeninos.
También en el apartado económico resultan desfavorecidas porque, aunque
ejerzan puestos de igual categoría profesional que los hombres, y tengan
similares niveles y años de experiencia, continúan cobrando menores sueldos que
ellos. Algunas de las principales empresas de difusión y editoriales en países
como Australia, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Finlandia, Irlanda, Reino
Unido y Sudáfrica aplican políticas innovadoras en materia de igualdad de
oportunidades. Aunque algunas de ellas están en marcha desde el decenio de 1980,
la realidad es que se está muy lejos de una situación equitativa que permita un
aprovechamiento del talento de las mujeres, aunque hace falta, ya que, como
señala Juan Somavia, Director General de la OIT,“mejorar la igualdad entre
géneros en el lugar de trabajo no es sólo lo correcto, sino también lo
inteligente”.
2.3.3.3. Nivel de estudios y
formación continuada
Los resultados de un sondeo publicado por Demoscopia indican que los
medios confían mayoritariamente en los Licenciados en Comunicación: el 92'1% de
los periodistas tienen este tipo de estudios, tanto a través de Escuelas de
Periodismo, Facultades o por la realización de “Masters”. Sólo el 1'7% de los
profesionales tiene estudios elementales o de bachiller, y el resto (el 98'3%)
posee otra preparación universitaria. Estos datos están muy por encima de los
observados en otros países, como Estados Unidos (38%), Francia (32%), o Gran
Bretaña (4%).
Sin embargo, ese buen nivel inicial no se ve progresivamente reciclado,
ya que sólo la mitad de los periodistas se han vuelto a ocupar de actualizar sus
conocimientos tras dejar la Universidad; y poco más de un tercio de ellos
consulta habitualmente revistas especializadas en comunicación. Se esgrimen
razones como la falta de tiempo libre para justificar esta situación, e incluso
se afirma tener interés en ampliar conocimientos en materias como idiomas,
periodismo de investigación, informática, diseño y recursos
humanos.
2.3.3.4.
Horarios
Las largas jornadas son propias de la profesión, así como la sujeción a
los horarios que impongan los acontecimientos de la actualidad. El periodista
debe cubrir la noticia donde y cuando ocurre, y de ahí la importancia del
componente vocacional. No es tanto el sueldo recibido cuanto la satisfacción del
deber cumplido lo que hace que el profesional de la comunicación, en un
porcentaje del 22'7%, supere las diez horas diarias de trabajo, y que el 70% de
este colectivo tenga una jornada superior a la habitual de 8 horas en otras
profesiones.
En este apartado, España ofrece los datos más elevados de jornadas de
trabajo, ya que la componente cultural de nuestro país en cuanto a horarios
vitales, comerciales y sociales difiere mucho de la de nuestros vecinos. En
Francia, Alemania o Gran Bretaña finalizan las jornadas laborales habituales
entre las 5 y las 6 de la tarde. Incluso los periódicos cierran sus ediciones
del día siguiente a esa hora. Sin embargo, en nuestro país, tal circunstancia no
se da, llegando a producirse presentaciones y ruedas de prensa a las 9 de la
noche, máxime si se trata de reuniones parlamentarias, encuentros deportivos o
cualquier otro evento social que, de modo habitual, se repiten como parte de
nuestra configuración mediterránea. Se trata, como es de suponer, de unas
informaciones que los periodistas deben cubrir.
2.3.3.5.
Salarios
Los convenios colectivos acordados, a nivel nacional, para los sectores
de la Prensa no diaria y de la Prensa diaria en los últimos años han supuesto un
marco de regulación para, entre otros epígrafes, normalizar los sueldos de los
profesionales de los medios de comunicación. El Convenio Colectivo de Prensa No
Diaria establecía, para 2003, y como ejemplo, que el salario mínimo de un
redactor era de 983’38 €, y el de un documentalista de 840’79 €.
En el sector de la Prensa Diaria, más tardío a la hora de establecer un
acuerdo marco laboral, el primer convenio tenía vigencia desde el 01/01/2000
hasta el 31/12/2002, y en él se distinguían 7 grupos profesionales dentro de la
organización de las empresas mediáticas. Así, se introdujeron las bases de las
retribuciones del personal, compuestas de un salario de partida dependiente del
grupo profesional de pertenencia, al que se suman complementos (personal y del
puesto de trabajo), y otras variables de antigüedad, de nocturnidad y de trabajo
dominical. Los redactores quedaban encuadrados en el Grupo 3, al cual
correspondía un salario mínimo anual de 2.565.000 pts (15.415’96 €) para 2001.
Otras novedades del convenio suponían la regulación de los contratos en
prácticas, una figura muy utilizada en las Redacciones, estableciendo para ellos
un periodo mínimo de 6 meses y un máximo de 2 años, y fijando unas retribuciones
del 70% y el 80% del salario mínimo del grupo para el primer y el segundo año de
prácticas, respectivamente.
Los datos de los que se dispone, a través del sondeo publicado por
Demoscopia en 2000, expresan que más del 70% de los periodistas cobraban menos
de 120.000 Pts. (720 €), correspondiendo este colectivo a profesionales de menos
de 25 años. En la franja de edad 25-30 años, el 70% cobraba menos de 200.000
Pts. (1.200 €), y se observaba un incremento salarial conforme se ascendía en
los grupos de edad. Sólo un 24’7 % de los profesionales recibía un salario
superior a las 300.000 Pts. (1.800 €), poniéndose de manifiesto la gran
diferencia que existe entre el selecto grupo de élite en el periodismo (5’6%
cobraba más de 500.000 Pts. – 3.000 €) y la pésima tónica general del sector, en
un estado más precario.
Tal disparidad en los sueldos se ve preocupantemente agravada por
situaciones tales como las fórmulas de prácticas obligatorias durante la
realización de “masters”, de extensa proliferación en la actualidad por lo que
suponen de mano de obra barata en disposición de sustituir a periodistas de
plantilla, y que dan como resultado que el alumno pague por trabajar.
Igualmente, es necesario subrayar el menor nivel de ingresos de los periodistas
digitales con respecto a sus colegas que realizan el trabajo tradicional,
incluso tratándose del mismo medio.
Los informadores protestan por los sueldos tan bajos que perciben, por su
precariedad laboral, por los intempestivos horarios a los que están sometidos,
por el estrés intrínseco al ejercicio profesional, pero continúan en los medios
porque reciben otras compensaciones, no monetarias, que tienen mucho que ver con
las razones que los llevaron a las Facultades de Ciencias de la Información, con
la curiosidad, con la necesidad de contar historias y de que alguien las
lea.
2.3.3.6.Grado de
satisfacción profesional
El periodista Manuel Leguineche introducía el tema a debate con estos
interrogantes: “¿Nos hemos preguntado por qué los periodistas publican cada
vez más libros? ¿Por qué tienen buenos amigos en los suplementos literarios?
¿Será porque la prensa nos deja insatisfechos?
Abordados ya a estas alturas los numerosos problemas laborales y
profesionales que se dan en el sector, y la misma situación socio-laboral de los
comunicadores, nos queda analizar las razones que expliquen su permanencia en
los medios a pesar de la generalizada precariedad, de la extensión de los
horarios, de la exigüidad de los salarios y de la competencia feroz. Los
estudios sociológicos se han ocupado de analizar las variables que explican este
hecho, ya que un tercio de los periodistas españoles decían, a finales de la
década de 1990, no haber pensado nunca en abandonar la profesión.
El ejercicio del quehacer periodístico reporta unas compensaciones que no
otorgan otras profesiones: las Redacciones son espacios bulliciosos y agitados
donde siempre están sucediendo cosas; los periodistas son los primeros en
conocer los sucesos, e incluso en asistir a ellos; les brinda la oportunidad de
tratar con personalidades, tanto en el ámbito social como en el político y en el
cultural, algunas veces incluso en condiciones de igualdad; les reporta una
cierta dosis de preeminencia social, al ser conocidos y reconocidos por el
público.
A cambio, entre las razones esgrimidas por los profesionales que
confiesan haber pensado alguna vez, o muchas veces, en abandonar la profesión
(un 39’8% en 1999, según una encuesta publicada por el CIS) destaca la ausencia
de tiempo libre para dedicar a la familia y a los amigos, así como el combate
contra el estrés. No parece, a la luz de estos datos, que los bajos salarios
sean definitivos a la hora de pensar en dejar el ejercicio periodístico, aunque
sí lo son otros factores ligados al día a día laboral, como pueden ser el
desarrollar el trabajo en un ambiente de iniciativa, alejado de la rutina y de
la burocracia, que no consista en reproducir lo que otros dicen que ocurre, sino
que se generen temas propios y se salga a buscar la verdadera noticia. Cuando se
da al redactor voz en la organización de la Redacción, autonomía periodística,
y, más aún, cuando dispone de la posibilidad de ascender, se hace más combativo,
más activo, más ventajoso para el medio y, por añadidura, está más satisfecho
con su trabajo y dispuesto a aguantar el estrés, las prisas, la tensión y hasta
la escasez económica.
2.4. Tendencias
actuales y previsiones para el sector
Según se desprende de un informe emanado de la Organización Internacional
del Trabajo (OIT), tras la Reunión tripartita sobre el futuro del trabajo y
de la calidad en la sociedad de la información: sector de los medios de
comunicación, la cultura y las industrias gráficas, celebrada en Ginebra en
octubre de 2004, el impacto que suponen las nuevas tecnologías y las
expectativas que éstas generan están provocando una revolución en la
configuración de las empresas mediáticas, así como en las condiciones de empleo
de los profesionales a nivel global.
Se conoce que la prensa escrita tiene diariamente más de 1000 millones de
lectores en el mundo, y que la prensa digital ya va por los 2'6 millones. Es
posible que los nuevos medios de comunicación capten una parte de los lectores,
de los oyentes y de los telespectadores, apartándolos en cierta medida de los
periódicos, de la radio y de la televisión, y que ello suponga el declive de
algunos de los medios tradicionales. En 1994, los medios impresos representaban
el 57% de la industria de la comunicación, mientras que los electrónicos
representaban el 43%. Se prevé que en 2005 las proporciones sean del 34% y del
66%, respectivamente. El mercado laboral se amplía para los nuevos Licenciados
en Periodismo, que ven cómo existen otras oportunidades distintas a las que
ofrece el sempiterno trinomio compuesto por prensa, radio y televisión. Una
estimación de la Oficina de Estadísticas del Trabajo de Estados Unidos de 2002
arrojaba el dato de que alrededor del 7% del empleo dedicado a la difusión por
Internet correspondía a escritores, redactores y periodistas. La demanda de
reporteros y de redactores se mantiene, ya que no hay motivo para pensar que
partes considerables de ese trabajo puedan ser automatizadas.
No obstante, al mismo tiempo, los periodistas digitales han de realizar
múltiples tareas, algunas muy técnicas y más bien poco vinculadas a su condición
profesional, y que no están reconocidas ni valoradas en su contrato, pues los
salarios siguen aún siendo más bajos para los periodistas digitales que para los
de los medios tradicionales. Según expresó Pedro Manuel Moreno, Vicesecretario
General de Comunicación de la Delegación Española de la UNESCO, "el 40% de
los periodistas se declaraban analfabetos tecnológicamente, preguntados sobre
sus capacidades para asumir los avances de la Sociedad de la Información",
tomando como base y referencia un estudio realizado por la Federación
Internacional de Periodistas, que es el organismo que más profesionales de la
información aglutina a nivel mundial. En concreto, y según estadísticas de 2003,
más de medio millón de profesionales estarían en esta
tesitura.
Las previsiones para los profesionales de los medios de comunicación en
el intervalo 2002-2012 estiman que aumentará la demanda de editores y de
redactores (un 16% en Estados Unidos), entre los que habría un significativo
desplazamiento hacia el periodismo “on line”, mientras que el número de puestos
de trabajo para locutores de radio y de televisión disminuirá (debido a la
fusión de emisoras de radio y de televisión, y al cambio tecnológico), con una
tendencia a la estabilidad en el número de reporteros y de corresponsales. Una
buena parte de la nueva oferta de trabajo se destinará a personas con movilidad
geográfica, bien formadas, polivalentes (lo suficientemente expertos en
herramientas tecnológicas que les permitan reproducir y reportar las noticias
sin depender de terceros), adaptables y con un buen dominio del
inglés.
El sector está en fase de plena evolución, y existe una preocupación al
respecto por parte de las organizaciones internacionales en cuanto al futuro de
los profesionales de los medios de comunicación, como ponen de manifiesto las
observaciones de Juan Somavia, Director General de la OIT, durante la Cumbre
Mundial de la Sociedad de la Información en diciembre de 2003: "Los
trabajadores de la sociedad de la información necesitan protección. Las
tecnologías de la información y la comunicación (TIC) pueden tener un efecto
empobrecedor en las aptitudes, hacer que el trabajo sea mal remunerado,
monótono, desenfrenado, estresante o precario, como lo evidencian los altibajos
del NASDAQ. Las fronteras se desdibujan, el trabajo puede realizarse en
cualquier momento y en cualquier lugar. Algunos trabajos están condenados a
desaparecer. Son éstos los verdaderos problemas que se plantean y que deben
abordarse, junto con las ventajas derivadas de las TIC. En el sector de los
medios de comunicación peligra la vida de los periodistas que trabajan en medio
de los conflictos, que son víctimas de persecución política o que contribuyen a
sacar a la luz casos de corrupción. Así murió un centenar de periodistas el año
pasado".
El mejor modo de reducir el número de bajas pasa por la preparación y por
la capacitación de los periodistas, y éstos y sus organizaciones deberán
garantizar una atención a la salud y una protección social adecuada para los
profesionales en situaciones especialmente peligrosas. Una iniciativa de la FIP
ha consistido en la publicación de la guía Live News: A survival guide for
journalists. No en vano más de 1000 profesionales de los medios de
comunicación han perdido la vida en el desempeño de su trabajo durante los 10
últimos años, 53 sólo en 2004.
En la misma línea internacional, durante el I Encuentro de Periodistas
del Mediterráneo (Almería, abril 2005), periodistas pertenecientes a sindicatos
y asociaciones profesionales de 24 países del área mediterránea acordaron
proponer a gobiernos y empresas la aceptación de un Estatuto del Corresponsal de
Guerra. En él se solicita que sea el enviado a la zona conflictiva, y no su
empresa, quien adopte en cada momento las decisiones que estime convenientes. De
igual modo, se pide que sea relevado de ese trabajo en cuanto lo requiera y que
viaje siempre con todas las garantías, seguros y medios: chaleco antibalas,
casco, botiquín, teléfonos o instrumentos adecuados para transmitir la
información, además de otros útiles recomendados para su seguridad. También se
alerta del peligro que suponen los llamados “periodistas empotrados”
(reconocidos en la reciente invasión de Irak, 500 de los cuales acompañaron al
Ejército de EE.UU.), que viajan a la zona de guerra junto a una de las partes en
conflicto, no sólo por su seguridad, sino porque su libertad de información se
ve coartada al tener que aceptar no difundir las noticias que la fuerza que les
alberga no considere convenientes, sesgando así la información que
proporcionan.
En lo concerniente a la configuración laboral interna de las empresas de
comunicación debe flexibilizarse, aunque los mayores esfuerzos están viniendo
por parte de los trabajadores. Algunas de las principales corporaciones de los
medios de comunicación se consideran como empresas antisindicales o sin
sindicatos. Los periodistas que aparecen en plantilla son muy pocos,
proliferando las figuras de los trabajadores autónomos, por contrata o
temporales. Muchos tienen contratos de corta duración, trabajan en régimen de
subcontratación o forman parte del amplio sector de los contratados en
prácticas, unas figuras que han proliferado por tratarse de una mano de obra
barata. Un informe elaborado por Ibérica Comunicación, denominado Los medios
de comunicación y las comunidades autónomas, revela que un 17% de los
periodistas en activo de España trabaja sin contrato. Abundando más, la
Agrupación General de Periodistas del País Valenciano, en su estudio
Radiografía de la profesión periodística, indica que el 75% de los
periodistas contratados están en precario, de manera temporal o por obra. Por lo
tanto, la calidad y la durabilidad de los empleos se caracteriza por su
inestabilidad, temporalidad y ausencia de prestaciones suplementarias o de
cobertura de seguridad social (como vacaciones pagadas, protección de la
maternidad, protección de la seguridad y la salud, jubilación…), al alcance sólo
del personal permanente o de aquellos que disponen de medios para cotizar con
cargo a sus propios recursos.
Se están produciendo avances en la negociación colectiva en nuestro país.
El sector de la prensa periódica no diaria fue el primero en disponer, en 1999,
de un convenio marco estatal para sus trabajadores, lo que no ocurrió con otros
sectores como la prensa diaria y las agencias informativas, la radiodifusión
privada, la radiodifusión pública y la televisión pública. Las relaciones
laborales de los periodistas se han regido, en general, a través de convenios de
empresa. En cualquier caso, los colaboradores y los “freelancers” son
sistemáticamente excluidos de los convenios colectivos.
Aunque el sistema de convenios de empresa sigue en funcionamiento, en el
sector de la prensa diaria se ha suscrito, en abril de 2005, el 2º Convenio
Colectivo Nacional (el primero data del año 2000), con vigencia hasta el 31 de
diciembre de 2006. El documento, que ha sido consensuado por la AEDE (Asociación
de Editores de Diarios Españoles) y los sindicatos U.G.T. y CC.OO., y que, según
datos del Libro Blanco de la Prensa Diaria 2005, editado por la propia AEDE,
podría afectar a 12.600 profesionales, sirve de referencia, de estructura y de
desarrollo normativo para el conjunto nacional.
Este Convenio refuerza las garantías de contratación, al considerar
trabajadores fijos a quienes hayan tenido contrato temporal durante 24 meses
continuados (frente a los 36 meses estipulados anteriormente), favorece el
ingreso de trabajadores con contratos de duración determinada, formativos y a
tiempo parcial, a la vez que contempla un aumento retributivo en los contratos
formativos. Se incorporan, igualmente, medidas para la conciliación de las
obligaciones laborales y familiares, mejorando las condiciones en supuestos de
maternidad, guarda legal, adopciones, así como ampliando los periodos máximos de
excedencia por necesidades familiares hasta 3 años. Resulta importante remarcar
las recomendaciones recogidas en los planos de la igualdad de oportunidades
entre hombres y mujeres y de la formación profesional continuada.
Pese a los avances en reglamentación, otros apartados, como son los
derechos de autor, siguen en el mismo contexto de precariedad. Estas materias,
que constituyen una parte importante y extremadamente valiosa del comercio
electrónico, se encuentran insuficientemente protegidas: en el caso de las obras
producidas por trabajadores con contrato de trabajo, el empleador adquiere
automáticamente los derechos de autor. El supuesto de creaciones de los
periodistas independientes registra una especial desprotección, a la vista de
las prácticas de re-publicación y explotación comercial a escala internacional.
Thomas Mallon, gran experto en inter-textualidad, afirma que “Internet
ha desdibujado las demarcaciones entre apropiación legítima e ilegítima, y que
la clave no es tanto la información sino la selección para encontrarla: la
navegación por contenidos y la conversación dinámica que desarrolla la Red Viva
(World Live Web)”.
En nuestro país, los editores de diarios crearon en 2002 Gedeprensa, una
sociedad para gestionar sus derechos de autoría, que se opuso a prácticas como
los “press cliping” y los resúmenes de prensa. Se propone la reforma del
artículo 32 de la Ley de Propiedad Intelectual (Real Decreto Legislativo 1/1996,
de 12 de abril) para redefinir el derecho de cita e impedir la reproducción
completa de textos y de artículos periodísticos en sitios que no sean los
originales. No se pretende prohibir el envío de artículos entre usuarios ni a
foros y listas de correo, así como tampoco el uso de enlaces, citas y otros
contenidos. Para el desarrollo de la Red Viva, siguiendo a Mallon, es
fundamental el derecho de cita, de reseña, y la capacidad de utilizar materiales
y enlaces sobre los que se aporta un valor añadido a través de su
enriquecimiento.
3.-Trabajo
de campo
3.1. Metodología de
trabajo
Con este panorama de la profesión a nivel nacional
e internacional, que nos ha brindado una serie de parámetros, de cifras y de
resultados, nos pusimos en marcha para hacer un análisis, como ya hemos
anticipado en la introducción de este trabajo, sobre las circunstancias
profesionales de los periodistas en la ciudad de Murcia. El método para la
obtención de datos fue el del sondeo, del cual ya teníamos un anticipo del año
anterior. Las encuestas realizadas en 2003, y que arrojaron unas conclusiones
muy interesantes, estaban constituidas por 55 preguntas repartidas en 157
variables. Para el desarrollo del nuevo estudio, que ahora nos ocupa, se
eligieron otra vez los principales medios de comunicación de Murcia, es decir,
se repartieron las encuestas en los medios más relevantes de los ámbitos de la
televisión, de la radio y de la prensa, sin olvidar a las agencias de
noticias
Por contextualizar un poco, hemos de señalar que
los cuestionarios del primer estudio fueron entregados en el mes de febrero de
2003 a todos los periodistas de las Redacciones elegidas. La entrega se llevó a
cabo por mediación de contactos establecidos previamente en estas empresas. El
proceso de devolución de los cuestionarios fue el mismo, aunque la tasa de
devolución no fue la esperada (las expectativas eran mejores), pues se
devolvieron menos de la mitad de las encuestas contestadas. La duración del
estudio fue de 3 meses, ya que la entrega se hizo en febrero y la recogida de
las encuestas se efectuó a finales del mes de abril de 2003.
Por otro lado, las encuestas de este año 2005
están formadas por 65 preguntas repartidas en 201 variables. Se eligieron los
principales medios de comunicación de Murcia en las esferas de la televisión, de
la radio, de la prensa y de las agencias de noticias. Los cuestionarios se
entregaron en el mes de octubre de 2004 y se recogieron en febrero de 2005. La
entrega se llevó a cabo por mediación de profesionales contactados, igualmente,
con anterioridad. El proceso de devolución de los cuestionarios se baso en un
sistema idéntico, y asimismo se devolvieron contestadas menos de la mitad de las
encuestas.
En estos estudios, tanto en el del año 2003 como
en el del 2005, hemos omitido repartir los cuestionarios en los gabinetes de
comunicación de Murcia, debido a la imposibilidad de controlar todo el personal
que en ellos trabaja y a la dificultad de ser sólo una persona la encargada de
repartirlos y de recogerlos (esta investigación no ha contado con financiación
alguna). Sin embargo, sí hemos incluido los gabinetes de comunicación en
nuestras variables, ya que muchos periodistas que trabajan en algún medio
también lo hacen en gabinetes de comunicación o tienen a los gabinetes como un
lugar idóneo para trabajar, con lo que pensamos que es importante contar con
este factor en nuestras respuestas. Además, deseamos poder contar así con una
base para estudios posteriores donde ser capaces tal vez de estudiar la
situación real de todos los periodistas que trabajan en la Región, incluyendo ya
a los gabinetes de comunicación.
Para la recogida de todos los datos, y su
posterior análisis, se ha utilizado el programa SPSS 11.05 para Windows. Con
este programa se pueden realizar tablas de frecuencias donde hallar la media, la
varianza, etc. Se pueden sacar de estas tablas frecuencias y porcentajes de los
pensamientos de los periodistas que han sido reflejados en los cuestionarios y
que nos llevarán a extraer conclusiones válidas acerca de cómo ven los propios
periodistas la profesión y su entorno de trabajo.
Creemos, pues, que con este trabajo, uniendo la
teoría con la práctica, conseguimos ofrecer una idea completa y correctamente
elaborada de los periodistas que trabajan en Murcia, haciendo hincapié en su
situación, en su formación, en sus características y en sus
condicionantes.
3.1.1. Desarrollo
del estudio
El antecedente de este estudio está en otro que realizamos entre los
meses de noviembre y diciembre de 2002, y enero y febrero de 2003. Este último
análisis comprendió desde octubre de 2004 hasta enero de 2005. La muestra
utilizada en ambos estudios fueron los propios periodistas, titulados o no, que
se encontraban en plantilla en los principales medios de Murcia. Con él
intentamos hacer una radiografía de la situación de los periodistas murcianos
desde el punto de vista profesional, laboral y personal, incidiendo, en el
último supuesto, en los aspectos netamente informativos. Para ello se intentó
realizar un censo, lo más completo posible, de los periodistas murcianos que
están trabajando en los principales medios, al menos en aquellos que nos
parecieron inicialmente de mayor interés.
Para poder realizar este censo de la manera más fiable posible nos
dedicamos a llamar a las Redacciones de los medios de comunicación que iban a
participar en la encuesta con el fin de que nos facilitaran los datos de los
periodistas, ya fueran titulados o no, que se encontraban trabajando en esos
momentos para ellos. De esta guisa confeccionamos una lista para distribuir
posteriormente las encuestas.
Los medios donde se repartieron los cuestionarios en los años 2002-2003
fueron: en Prensa, La Verdad, La Opinión y El Faro; en Radio, nos fijamos
en Radio Nacional de España, Onda Cero, Onda Regional, Cadena Ser y COPE;
en Agencias de Noticias abarcamos EFE y Europa Press; y en el
medio Televisivo, TVE, Canal 21 y Televisión Murciana. Esta última no
pudo ser introducida en la memoria, ya que los directivos no permitieron
repartir las encuestas a sus trabajadores y tomaron la decisión de no formar
parte del estudio. La Cadena Ser tampoco pudo ser incluida en el estudio
por problemas a la hora de recoger los cuestionarios.
En total se repartieron (sin contar ya a los periodistas de Televisión
Murciana, ni a los de Cadena SER) 160 encuestas, siendo devueltas contestadas
61. Conviene subrayar que el nivel de respuestas en los cuestionarios no ha sido
muy alto a pesar de estar cuatro meses con los cuestionarios repartidos en todos
los medios. Por ende, una primera conclusión es, seguramente, la falta de
interés por parte del gremio en este género de análisis.
El sondeo es una batería de preguntas, en concreto 65, abiertas unas y
cerradas otras. Se ha utilizado Grafotest (sistema que permite industrializar
las encuestas) en diferentes preguntas como son, a modo de ejemplo, las
siguientes: en la pregunta 3, si se contesta la respuesta 5, se ha de pasar
directamente a la pregunta cuatro; en la pregunta 16, si se marca la respuesta 1
ó 3, se ha de pasar directamente a la pregunta 18; en la pregunta 28, si se
señala la respuesta número uno, se ha de pasar a la pregunta 30 directamente; y,
en la pregunta 52, si la respuesta es la 2, pasará a la pregunta
54.
Los medios donde se repartieron los cuestionarios en el bienio 2004-2005
fueron: en Prensa, La Verdad, La Opinión y El Faro; en Radio, Radio
Nacional de España, Onda Cero, Onda Regional, Cadena Ser y COPE; en Agencias
de Noticias, EFE y Europa Press; y en el medio Televisivo, TVE,
Info TV, Canal 6, Canal 21 y Televisión Murciana. Estas dos últimas
no pudieron ser introducidas en la memoria, ya que los directivos no permitieron
repartir las encuestas entre sus trabajadores y no quisieron formar parte del
estudio. Los medios fueron semejantes en número y proporcionalidad a la anterior
investigación, si bien el espectro se incrementó en el caso de la televisión,
con dos empresas más.
En total se repartieron (sin contar ya a los periodistas de la Televisión
Murciana, ni a los de Canal 21) 160 encuestas, siendo devueltas y contestadas
48. Tampoco en este caso el nivel de respuestas fue muy alto, a pesar de estar
cuatro meses con los cuestionarios repartidos en todos los medios.
Para la codificación de las preguntas, se ha utilizado el programa SPSS
11.5 para Windows. Este programa es utilizado para el análisis estadístico de
las variables que forman el cuestionario, lo cual nos ha permitido cuantificar
las respuestas.
Para analizar las variables se ha de utilizar,
primero, un análisis estadístico descriptivo, donde podemos hallar la moda, la
varianza y la desviación típica. También utilizamos “Tablas de Contingencia”,
donde se pueden y deben cruzar variables para poder llegar a conclusiones
significativas.
3.2. Ficha técnica
de los estudios
3.2.1. Ficha
técnica del estudio 2003
Realización del Sondeo: María José
Centenero de Arce, alumna entonces de 4º de Periodismo de la Universidad
Católica San Antonio de Murcia; y Juan Tomás Frutos, Doctor en Ciencias de la
Información y Profesor Asociado de la UMU.
Ámbito: Murcia
Capital.
Tamaño de la Muestra: Universo total de
periodistas que trabajan en los principales medios de Murcia capital, sobre un
censo total estipulado de unos 160. La encuesta se aplicó a la población total
de los 160 periodistas de prensa escrita, de radio, de televisión y de las
agencias de noticias de acuerdo con un listado elaborado gracias la colaboración
de la sección administrativa de cada uno de los medios de comunicación de masas
que elegimos para la realización de las encuestas.
Tasa de devolución: De las 160 encuestas
repartidas, fueron devueltas de manera apropiada, esto es, contestadas, 61, lo
que equivale a una tasa de devolución del 38,13%.
Longitud y características del cuestionario:
55 preguntas, repartidas en 147 variables.
Tipo de encuesta: personal directa. Las
encuestas fueron entregadas en mano a los destinatarios través de los contactos
establecidos en las Redacciones. El proceso de devolución fue
idéntico.
Fecha de realización del trabajo de campo:
El periodo de trabajo de campo se concentró, como ya se ha indicado, durante
los meses de febrero, marzo y abril del año 2003. En total, se efectuó durante
tres meses.
3.2.2. Ficha
técnica del estudio 2005
Realización del Sondeo: María José
Centenero de Arce, alumna, en este caso, de doctorado de la Universidad de
Murcia; y Juan Tomás Frutos, Doctor en Ciencias de la Información y Profesor
Asociado de la UMU.
Ámbito: Murcia
Capital.
Tamaño de la Muestra: Universo total de
periodistas que trabajan en los principales medios de Murcia capital, sobre un
censo total estipulado de 160 (lo mantenemos tal cual, a pesar de haber
transcurrido un año). La encuesta se aplicó a la población total de los
profesionales de prensa, radio, televisión y de las agencias de noticias de
acuerdo con un listado elaborado gracias, igualmente, a la colaboración de cada
uno de los medios.
Tasa de devolución: Un total de 48
encuestas fueron contestadas, lo que supone una tasa de devolución del
30%.
Longitud y características del cuestionario:
65 preguntas repartidas en 200 variables.
Tipo de encuesta: personal y directa. Las
encuestas fueron entregadas en mano a los destinatarios través de los contactos
establecidos. El proceso de devolución caminó en sentido
inverso.
Fecha de realización del trabajo de campo:
El periodo de trabajo de campo se concentró entre los meses de octubre de
2004 y enero de 2005.
3.3. Conclusiones de
ambos estudios/resultados
3.3.1. Interpretación de los datos de la encuesta del año
2003
A tenor de nuestros datos, la media de edad de los periodistas de Murcia
es de 38 años, siendo en su mayoría hombres, con un 57,37%, aunque seguidos muy
de cerca por las mujeres, pues son ya un 43% las que trabajan en los principales
medios de la capital. Una incorporación que parece bastante asimilada por las
empresas, dado que el 65,6% de los periodistas encuestados opina que ser mujer
no constituye ningún obstáculo para acceder a puestos de
responsabilidad.
Llama poderosamente la atención el alto índice de solteros, un 58,9%
(esto podría ratificar uno de los tópicos más extendidos de la profesión
periodística: la difícil conciliación con la vida familiar), frente al 32,1% de
casados. Además, también es muy alto el número de periodistas que no tienen
hijos, un 67,3%, o que no prevén tenerlos, un 28,9%. Asimismo, puede influir en
no tener hijos la existencia de una media de edad muy joven. Pese a ello, un
34,2% piensa en tenerlos tras tres años o más: es éste un punto que se responde
inequívocamente.
Otro punto que resultaba importante conocer para los autores de las
encuestas, como es el intrusismo, queda bastante aclarado descifrando las
respuestas. En las apreciaciones que hemos recogido, el intrusismo no está muy
extendido en estos momentos en Murcia (al menos no en los medios citados), ya
que el 72,4% son licenciados universitarios, quienes, además, obtuvieron en su
día la licenciatura completa en Periodismo o en Comunicación, y hasta se da el
dato de que el 5,2% tiene un doctorado en comunicación. Por el contrario, el
8,6% de los periodistas no tiene licenciatura universitaria, y el 6,9% no tiene
ningún tipo de estudio específico. Se rompe con esta encuesta ese viejo tópico
de que cualquiera ejerce la profesión, si bien es cierto que el cuestionario ha
sido “pasado” tan solo en los medios reputados y que, al parecer, cumplen con la
legislación vigente. Algunos rechazos que se han producido a la hora de obtener
el parecer de los profesionales de determinados medios tiene mucho que ver con
la falta de cumplimiento de las normas.
En lo relativo a la situación laboral hemos visto que el 75,4% de los
periodistas murcianos está contratado de forma fija a jornada completa, pero hay
un 19,6% de los profesionales que trabajan en Murcia que cobra menos de 900
euros. El 44,1% de los encuestados considera que su situación se mantiene igual
que hace dos años, y el 32,2% se muestra optimista y considera que habrá
un cambio a mejor en los próximos tiempos.
Igualmente, hay una percepción muy alta de que los sueldos que cobran son
buenos o aceptables a nivel regional, aunque piensan que, a nivel nacional, los
salarios de los profesionales son bajos. Por ello, nos explican, en Murcia el
66,7% no realiza otras actividades laborales, y, de aquellos que las realizan,
el 73,6 % alega realizarlas por afición personal o por promoción social, y no
exactamente por razones económicas. Esto, al menos, es lo que se nos
afirma.
En líneas generales, un 43,9% de los profesionales piensa que la sociedad
valora su trabajo como corresponde, aunque un 32,8% piensa que los directivos y
los empresarios aún valoran su trabajo algo por debajo de lo que merecen. Los
informadores se sienten socialmente menos valorados que, por ejemplo, los
profesores universitarios o los médicos. Perciben que su situación aún es más
baja que la de otros grupos profesionales que requieren similar o menor rango
académico.
El 59% considera que la plantilla laboral de su medio es insuficiente, y
un 36,1% defiende que es necesario contratar mayor personal fijo. También un 59%
de los encuestados asegura que los becarios realizan la misma labor que los
periodistas en plantilla. El acceso a la profesión es temprano: a los 24 años,
casi la tercera parte ha firmado algún tipo de contrato.
Cuando se les pregunta por la promoción dentro de sus empresas, el 37,7%
de los periodistas percibe que es el mérito profesional un factor muy importante
para la promoción, aunque un 24,26% concluye que el ascenso tiene en el
amiguismo un factor muy influyente.
Ante la pregunta de si alguna vez han deseado cambiar de profesión o de
empresa, el 76% de los encuestados confirma que lo ha pensado alguna que otra
vez (el 56,9%), o muchas veces (el 19%), ya sea por motivos económicos (un
48,9%), por una baja satisfacción laboral (un 35,6%), o para tener mayor calidad
de vida (un 62,2%).
El 53,7% de los periodistas dispuestos a cambiar de profesión preferirían
ubicarse en la enseñanza. Esta circunstancia se debe a que, según los miembros
de este colectivo, en la docencia se consigue una mayor calidad de vida, un
mayor bienestar.
Los profesionales de la comunicación son muy
claros en torno a la situación de las empresas donde trabajan. Además de la
precariedad laboral, la mayoría de los periodistas murcianos considera que uno
de los principales problemas de sus “compañías” es la falta de organización
interna, así como la existencia de una inadecuada gestión. Considerando a los
medios en general señalan como más relevantes los mismos problemas: la
precariedad laboral y la falta de organización interna.
La libertad y la objetividad son decisivas para esta profesión, que
trabaja, como sabemos perfectamente, para informar al mundo. Ante esto, el 75%
de los encuestados afirma que el grado de libertad con el que se labora es
bueno, y tan sólo el 8,6% lo considera reducido. Para los periodistas
encuestados, en una valoración del 1 al 10, la libertad de la que gozan supera
el notable (un 7,15).
En este estudio también se ha querido comprobar la unión entre los
profesionales de la comunicación y cuáles son sus iniciativas para mejorar la
situación laboral de todos los periodistas tanto de la región como del
país. Ante estas cuestiones generales, la mitad de los encuestados no sabe o
bien prefiere no contestar cuando se le solicitan propuestas que puedan
contribuir a mejorar el sector. La falta de solidaridad o de unión y el miedo a
posibles represalias empresariales impiden que se lleven a cabo las acciones de
presión necesarias, según nos confiesan. Entre las actuaciones que se reclaman,
en gran medida se pide la instauración de un Colegio Profesional o de una
institución que promueva el corporativismo y defienda los intereses comunes de
los periodistas. Sin embargo, más del 70% de los encuestados, y esto es una
cierta paradoja, no está afiliado a la Asociación de la Prensa de Murcia y
desconoce las labores que ésta desempeña. Desde este análisis estamos
absolutamente convencidos de que es imposible cambiar una coyuntura determinada
sin estar dentro de ella.
3.3.2. Consideraciones
finales del año 2004/5
Tras ver todos los resultados de las encuestas, podemos comprobar que la
situación laboral es más esperanzadora de lo que, en un principio, se podría
pensar.
Uno de los problemas que más se escuchan en boca de todos los
profesionales de la comunicación es el intrusismo profesional, pero, en este
estudio (insistimos: en la ciudad de Murcia), hemos podido comprobar que más del
70% de los trabajadores son Licenciados en Comunicación. Además, la sensación de
inestabilidad laboral tampoco parece muy real: hay más de un 70% de los
trabajadores que están contratados de forma fija y a jornada completa. Quizás
por ello en Murcia entre los periodistas hay una percepción muy alta de que los
sueldos que cobran son buenos o aceptables. Las cifras y las conclusiones son
similares a las obtenidas en el año 2.003.
En lo referente a la necesidad de tener un “organismo” que les defienda,
la mayoría de los periodistas que trabajan en los medios de comunicación se
quejan de la precariedad laboral de los nuevos trabajadores que intentan hacerse
un “hueco”, pero, al mismo tiempo, no se asocian ni se afilian a ningún
organismo. La demanda de un Colegio Profesional es clarísima, pero es curioso
que, de momento, no se ha intentado cambiar el “sistema” desde dentro. Este
parecer también lo defendíamos entre los resultados de las encuestas del
cuestionario anterior.
Además, algo que ha dejado claro éste y otros estudios realizados en
España es que, aunque los periodistas están dedicados a informar de todo lo
ajeno, cuando se pretende investigar sobre sus hábitos laborales, este colectivo
muestra un alto grado de rechazo, aunque la investigación se desarrolle en forma
de cuestionario anónimo
Finalmente, señalemos que, aunque parece que las cosas han mejorado, se
pueden optimizar aún más. El fin de este estudio es que entre todos podamos
recoger las ideas que entresacamos de esta “foto fija” que hemos hecho a los
periodistas de Murcia para corregir con posterioridad todas las necesidades que
se aprecien o que se vayan captando. Este análisis pretende ayudar a superarlas,
y en esta misma dirección vamos a seguir.
3.4. Conclusiones
finales
En lo que
concierne al tema concreto de la formación de los periodistas murcianos, la
encuesta realizada en 2005 permite la consecución de ciertas conclusiones, si
bien hay que partir de las bases siguientes:
El nivel constatado de estudios específicos de los
periodistas en Murcia, a través de los resultados de la P-54, es de buena
formación universitaria (72,4% de licenciados), aumentando notablemente el
número de profesionales con Master universitario, en detrimento de los que no
poseían título universitario o bien eran Diplomados (P-53). La encuesta también
indica que la mayoría de ellos han optado por esta profesión como primera opción
a la hora de escoger sus estudios (P-57), a pesar de que no existiera tradición
familiar (P-60), ya que sólo un 5% son descendientes de periodistas, y un
reducido 11,7% tiene algún familiar en las Redacciones.
La propia Universidad, a través de las prácticas concertadas con las
empresas de comunicación, se erige en una de las principales vías, en primer
lugar, para la toma de contacto de los estudiantes con el medio, y,
posteriormente, como canal de provisión de nuevos profesionales al mercado
laboral. Ésta ha sido, junto con el trabajo encontrado por propia iniciativa, la
mayoritaria vía de acceso a la profesión de los periodistas encuestados (P-5).
La titulación universitaria parecer ser una garantía de calidad para los
empresarios, que confían cada vez más en los licenciados a la hora de contratar
profesionales de la información, destacando la escasa percepción de intrusismo
que denota el análisis de los datos referentes a la P-25, ya que no se menciona
como problema en la Región, apareciendo únicamente para el ámbito nacional, y
con poca referencia.
Ello supone que, de entrada, los periodistas están formados
académicamente, considerándose ellos mismos mayoritariamente preparados para el
uso de las nuevas tecnologías (P-37), con un 83% de respuestas afirmativas.
Debemos, en este punto, recordar el alto porcentaje de jóvenes recientemente
incorporados a la profesión que han respondido al cuestionario, posiblemente más
acostumbrados al uso de las nuevas vías de comunicación. Aún así, herramientas
como el correo electrónico, que se ha revelado como esencial para el desempeño
informativo y como un canal básico para la obtención de información, con grandes
prestaciones en inmediatez y en multiplicidad de formatos compatibles, está
totalmente implantado y en uso por parte del 93,5% de los periodistas (P-38). No
parece que la falta de cualificación sea uno de los problemas acuciantes, a la
vista de las respuestas dadas para la P-14, ya que sólo como 2º problema (y
únicamente en un 2,7%) se menciona, centrándose éstos en otros de tipo laboral.
Lo que sí se aprecia, como problema en el medio en el que se trabaja, son las
dificultades a la hora de aunar la redacción multimedia, en proceso de
implantación en la actualidad.
Sin embargo, los idiomas parecen ser uno de los
puntos menos explotados en los planes de estudios, que no contemplan como
prioritaria una formación en lenguas extranjeras. Sólo en el inglés se han
obtenido datos de conocimientos medios (P-58), y ello, posiblemente, sea debido
más al interés personal en aprenderlo y a su universalización que a los medios
académicos puestos al servicio de su enseñanza. Desde luego, otros idiomas
extranjeros son casi inexistentes en el currículo de nuestros periodistas, pero
lo que más llama la atención es el desconocimiento de otras lenguas habladas en
el territorio nacional.
Igualmente, encontramos en la P-45 un dato
relativo a la formación ética de los profesionales de la comunicación, que
manifiestan en un 81% anteponer en su labor diaria el Derecho a la Intimidad al
Derecho a la Información, a pesar de la inexistencia de un Código Deontológico
para la profesión o de un Estatuto del Periodista de obligado cumplimiento por y
para el sector (esto es, existe, pero no se cumplen).
Ésta es una de las principales reivindicaciones de los encuestados, que a
la pregunta sobre problemas de la profesión (P-25) resaltan mayoritariamente
aspectos relativos a la precariedad laboral y a su falta de independencia a la
hora de realizar su trabajo. No en vano el 65% considera estar sometido a
presiones políticas en general (P-40) y que son así en numerosas o muy numerosas
ocasiones, porcentaje aún superado por las sufridas de la mano de las políticas
autonómicas. Paradójicamente, cuando se les pregunta directamente por su grado
de libertad personal a la hora de desempeñar sus tareas (P-44), casi el 60% lo
califican entre bueno y excelente. Seguramente en alguna de las preguntas y/o
respuestas se falta un “tanto” a la verdad.
Tal vez sea esta falta de independencia, o exceso de influencias, lo que
ha llevado a nuestros periodistas a tener la percepción de ofrecer una escasa
calidad en el producto final. En datos de la P-24, un 53,2% estima que la
calidad de las empresas de comunicación en Murcia es entre pasable y pésimo.
Igualmente, en la P-23, más de 1/3 de los encuestados califica el trabajo de los
periodistas murcianos entre regular y pésimo. Su sentimiento acerca de la
valoración que merecen por parte de la sociedad, para más de la mitad de los
periodistas, es correspondiente con el trabajo que realizan (P-31), aunque el
73,9% se considera poco valorado por parte de los directivos y empresarios de
los medios. En cuanto al medio más valorado por la sociedad, destaca ampliamente
la televisión sobre otros como la prensa y, sobre todo, la radio (P-33). Ese
sentimiento de infravaloración queda patente a la vista de los resultados en la
comparativa con otras profesiones (P-35), en la que se observa un retroceso
entre las dos encuestas (2003 y 2005).
Si se consideran bien formados, ¿por qué trabajan mal? Intentando buscar
las razones en las instalaciones en las que realizan su trabajo (P-36), el
equipamiento y la privacidad no obtienen calificaciones positivas, habiéndose
incluso producido un deterioro en los últimos 2 años. No parece, pues, que las
condiciones de trabajo sean las óptimas para las tareas de investigación de la
noticia y su posterior tratamiento y difusión.
Abundando en nuestra indagación de las razones de la falta de calidad en
el producto informativo, se observa en las respuestas a la P-13 que los
periodistas se ocupan de múltiples secciones a diario en sus medios. Más de la
mitad de los encuestados participan en las secciones de Política, Nacional,
Economía, Cultura, Sociedad y Sucesos. Este hecho, unido a la inmediatez con la
que se recaban y difunden las informaciones, procura una falta de
especialización temática y una reducción de las posibilidades de análisis de los
hechos por parte de los periodistas. Para mayor ilustración de lo dicho, debemos
señalar el aumento de profesionales en el medio “televisión” en los últimos 2
años (P-1), medio que exige mayor inmediatez y tratamiento de la noticia. Ellos
mismos, al menos, así lo perciben y lo reconocen en las respuestas dadas a la
P-25, señalando como problemas de la profesión la falta de medios y de
especialización.
Quizá a ello deberíamos sumar la existencia de planes de estudios anticuados o poco acordes con la realidad. La formación de los periodistas no siempre está en manos de personas suficientemente preparadas o con los conocimientos necesarios de la tecnología y/o de los métodos de trabajo que se ponen en práctica cada día en las Redacciones de los diferentes medios. Lo normal es que los planes de estudios estén descompensados, desequilibrados o distantes de lo que demandan, a nivel de contenidos, las empresas periodísticas. La sobreabundancia de asignaturas, al igual que el exceso de información, es la antítesis de una formación adecuada. A menudo parece que los planes formativos de las Facultades se han cerrado conforme a intereses de Departamentos antes que tener en cuenta las necesidades de los alumnos y futuros profesionales.
En este caldo de cultivo, no es de extrañar que los profesionales de la
información consideren que estamos ante una crisis del Periodismo.
Concretamente, en la P-63, casi el 70% de los encuestados está de acuerdo con
esta afirmación. Es más, se ha producido un incremento de los que manifiestan
haber pensado alguna vez en abandonar la profesión, siendo éstos, en 2005, el
47% de los periodistas, con un abultado 28% que reconoce haberlo pensado “muchas
veces” (P-29). Es más, parece ser que llevan a cabo ese anhelo, ya que los datos
sobre la edad y la antigüedad de los profesionales de la Región muestran que son
pocos los que siguen en las Redacciones después de los 50 años (P-47),
habiéndose producido una masiva incorporación en el grupo de edad inferior a los
30 años. Destacable, asimismo, es la participación femenina en esa referida
incorporación, que les lleva en la actualidad a ser mayoritarias entre los
periodistas, con un 55% (P-46), como subrayable es el hecho de que no perciban
mayoritariamente especiales problemas a la hora de acceder a puestos de
relevancia (P-20).
Otra de las nuevas preguntas planteadas en el cuestionario del año 2005
hace referencia a la opinión de los profesionales en torno a las Facultades de
Comunicación, que siguen dejando, al parecer, mucho que desear. La opinión de la
mayoría de los encuestados sobre estos centros es regular. Lo piensa el 50 por
ciento de los periodistas, mientras que el 6,2 por ciento cree que las
Facultades son muy malas frente a un 2,1 por ciento que estima que son muy
buenas.
¿Qué habría que hacer para mejorar los estudios de comunicación en el
ámbito universitario? La respuesta a esta pregunta se resume en una sola
palabra: “prácticas”. Casi todos los encuestados creen necesario, para que
mejoren los estudios de Comunicación, que los planes de estudio planteen, desde
el primer momento, un ejercicio cercano de la profesión en las empresas del
sector. También se piden mayores inversiones en las Facultades y en sus
estudios, más calidad en los empleos, en las becas y en los contratos formativos
que se ofertan, una mayor relación entre las disciplinas que se brindan en los
planes de estudios y una mejor preparación de los profesionales que imparten la
docencia, sin olvidar, se insiste en ello, que hay que acercar los contenidos a
la realidad laboral y social de este colectivo.
Por otro lado, están los problemas de la carencia de formación continua y
de la falta de unidad y de un sentido real del asociacionismo en este gremio.
Las gráficas que hemos obtenido nos muestran que más de 2/3 partes de los
periodistas no se reúnen, o lo hacen en pocas ocasiones, con otros profesionales
de los medios en foros o tertulias, lo que indica un escaso índice de
asociacionismo (Ver P-61) y de unidad, denunciado posteriormente como uno de los
principales problemas de la profesión (Ver P-25). Lo que resulta evidente es
que, si no estamos unidos, difícilmente podremos afrontar las cuestiones
prioritarias que hay que corregir dentro del sector. La formación es un asunto
muy serio como para dejarlo tan solo a la decisión de las empresas o de las
voluntades particulares de los periodistas. Como observamos, la falta de
estímulos hace que se reclamen mejoras, pero también genera, al parecer, que no
haya contrapartidas por parte de los profesionales. Como medida prioritaria
habría que poner en común los problemas y aventurar conjuntamente soluciones,
entre ellas las del acceso a la profesión y de un perpetuo
reciclaje.
La mayoría de los periodistas encuestados, tanto en el año 2003 como en
el 2005, no están adscritos a la Asociación de la Prensa de Murcia, lo cual nos
plantea numerosos interrogantes acerca de sus fines y de sus posibilidades de
satisfacción a los problemas o demandas de este colectivo. El porcentaje de no
pertenencia, lo recordamos, es del 70 y 71 por ciento, respectivamente. Un papel
que, a nuestro juicio, deberían representar las Asociaciones de la Prensa habría
de corresponder a la ejecución y control de cursos de formación y de reciclaje,
como garantes de un aprendizaje al que todos tenemos derecho y seguramente
obligación.
La valoración de la labor que desempeña la Asociación de la Prensa de
Murcia, según se indica en las respuestas a otra pregunta, sigue siendo igual
que en el año 2003: los encuestados responden que es “pésima”. Con toda
seguridad, en este posicionamiento de los periodistas tiene mucho que ver lo que
acabamos de decir. Las Asociaciones deberían defender la dignidad de una
profesión sometida a numerosos avatares que no solo dejan en el desconcierto al
colectivo sino que también hacen que no haya ilusiones. Este gremio vive en una
especie de “Reino Taifa” donde cada uno hace lo que quiere y no se ve en la
necesidad de conseguir una mayor preparación y formación. Esto es una situación
que deberíamos enmendar entre todos.
Como constatación más que palpable para quien suscribe esta
investigación, parece evidente que uno invierte en tiempo, uno destina su
dinero, y uno se esfuerza, en definitiva, cuando cree que toda esa “energía”
puede revertir en sí mismo, en su entorno o en la propia sociedad. Destacamos
esto como un aspecto decisorio en estas conclusiones en el sentido de que
difícilmente le podemos pedir a un profesional un sacrificio que luego no tiene
compensación.
Es el caso de los profesionales de la información, que tienen puestos de
trabajo en precario, mal remunerados, con cada vez menos credibilidad y
sometidos a muchas presiones, tal y como hemos caracterizado en la encuesta que
hemos manejado y que damos a conocer a través de este trabajo de investigación.
De este modo es muy poco probable que la inversión de cada periodista en
educación sea alta, entre otros motivos porque hay todo un “carrusel” de
seudo-profesionales en busca de una oportunidad y de un aprendizaje que tienen
como peaje el hecho cierto de la baja estima y de la escasa remuneración. Si a
ello unimos el caos y la ausencia de cumplimento de la legislación vigente para
acceder a la profesión de comunicador o periodista, es bastante entendible que
la formación de éstos deje mucho que desear, quizá globalmente por la falta de
estímulo, una situación que se advierte, sobre todo, en los episodios
posteriores a la incorporación a este gremio. Con independencia de cuál fuera la
vía de acceso debería haber iniciativas ulteriores para formarse o titularse, si
fuera menester, pero no es así.
La amplitud universalista del Periodismo determina que la colaboración
periodística sea de muy variada naturaleza, ya que, por muy numeroso y completo
que sea el equipo de Redacción, siempre habrá posibilidad o necesidad de
asistencia exterior. Así, la colaboración, aún siendo importante, es algo que
llega desde fuera del medio periodístico en cuestión, o que a él se adhiere sin
llegar a integrarse plenamente, ya que la naturaleza auxiliar no otorga al
colaborador el grado de periodista legitimado y reconocido. Realmente, la
colaboración no se reduce a quienes escriben, con habitualidad o sin ella, en un
periódico. El término “colaboración” se aplica normalmente a operaciones muy
diversas, que van desde el artículo magistral hasta la simple carta al director.
Éste bien podría ser un primer problema a la hora de estudiar la
situación de los periodistas, pero lo salvamos teniendo en cuenta a aquellos
profesionales que se dedican por entero a esta actividad y que tienen sus
ingresos principales a través del desarrollo de este tipo de tareas. Estamos
convencidos de que únicamente este género de profesionales, con tales
circunstancias, nos pueden dar una radiografía adecuada del colectivo en
cuestión.
No sería malo que hiciéramos, en este mismo apartado, un balance
“globalizador” de lo que piensan los periodistas murcianos en relación con los
del resto de la nación: un primer hecho “constatable” es la coincidencia de
pareceres y de opiniones. Con la convicción de que todo es relativo, son muchas
las consideraciones que podemos desarrollar, sin perjuicio de hacer otras más
adelante y sin ningún ánimo excluyente ni ninguna aspiración de disponer de la
verdad absoluta.
Del estudio que hemos realizado y de otros del panorama nacional se
desprende que la mayoría de los profesionales de los medios de comunicación
creen que el principal problema es la precariedad laboral, que muchos cambiarían
de medio, y que la imagen de los periodistas se ha deteriorado en los últimos
años por los programas del corazón, entre otros motivos y razones. Para la mitad
de los profesionales, los medios están orientados al entretenimiento,
seguramente como base para captar audiencias mayoritarias.
Se insiste en que las grandes preocupaciones de
los periodistas murcianos provienen, al igual que ocurre con los del resto de
España, de la inestabilidad laboral, del paro, de las bajas retribuciones y del
intrusismo profesional. Esto se desprende del primer balance o análisis
realizado para y mediante nuestro trabajo de investigación.
Asimismo, se destaca que un porcentaje altísimo de
los periodistas, fundamentalmente en sus primeros años como profesionales, no
han visto satisfechas las expectativas que tenían mientras estudiaban
Periodismo. Hay un número considerable de los encuestados que manifiesta que
cambiaria de profesión, mientras que la mitad está dispuesta a cambiar de medio.
Las preferencias están encabezadas por la prensa, y seguidas por la televisión,
la radio y los gabinetes de prensa.
Los motivos alegados para un necesario cambio de
aires son la promoción profesional, la mejora económica, la calidad de vida, el
prestigio y el disponer de más tiempo para ellos mismos y para sus
familias.
Si nos valemos de las cifras que hemos recogido en
encuestas diferentes a la nuestra que se han realizado en otras Comunidades
Autónomas, a pesar de que el primer empleo llega antes o después a casi todos
los licenciados en periodismo, una de las mayores preocupaciones es el fantasma
del paro, que es una situación real, a la cual se accede a partir de una
determinada edad en una escala importante. Así se considera mayoritariamente que
la estabilidad laboral es mala, mientras que un tercio cree que es regular, y
hay quienes opinan que es muy mala (lo piensan dos de cada
diez).
En cuanto a los idiomas, como hemos dicho más
arriba, el mayor número de los encuestados indica que es capaz de mantener una
conversación en inglés, lengua que destaca sobre el francés y otras europeas,
mucho menos conocidas.
Tomando como referencia el escenario europeo, y
teniendo en cuenta los datos de otras encuestas nacionales, los profesionales
estiman que los medios españoles son peores que los comunitarios, con excepción
de la radio y los suplementos. Quizá ello sea así por la falta de formación en
sentido extenso, ya que ésta no es solo una cuestión de educación sino de
cultura en sentido amplio. Es de suponer que las actitudes periodísticas que
están triunfando son un mal reflejo de la sociedad en la que nos
hallamos.
Para un porcentaje muy elevado de los periodistas
españoles, y en ello están de acuerdo los murcianos, el sistema de los medios
esta orientado hacia el espectáculo y el entretenimiento, mientras que otros
entienden que se hallan orientados al periodismo y a la información. La prensa
diaria es el medio que adquiere la mayor relevancia periodística e informativa,
un aspecto éste con el que no están de acuerdo los encuestados en nuestra
Región.
Si tenemos en cuenta lo que se desprende de otros
estudios realizados en otras Comunidades Autónomas, en cuanto a la credibilidad,
los medios mejor valorados son los diarios y la radio. La televisión aprueba por
los pelos, y suspenden las revistas y los suplementos. No obstante, en Murcia se
considera que el mejor medio es la televisión.
Los expertos, según leemos en diferentes libros y
tratados, coinciden en que la televisión pública está llamada a atender los
valores de la diversidad cultural, a cooperar en el sistema educativo y a
contribuir a la divulgación del conocimiento. Así, los elementos diferenciadores
con las cadenas privadas deben ser la independencia, la imparcialidad, la
calidad y el carácter innovador de los contenidos.
Además, atribuyen una importancia máxima a la
creación de un Consejo Audiovisual, que debería estar formado por expertos en
comunicación, sociedad civil y empresas de comunicación.
Parece contradictorio que se demande de la
sociedad en general y de los poderes establecidos una coyuntura que debería
sustentarse en los propios profesionales, con independencia de los medios donde
laborasen. Uno no puede o no debe ser un médico de primera en función del
hospital donde trabaja. En el caso de los periodistas habría de ser igual: las
tareas son las mismas, o deberían serlo, sin que fuera un condicionante la
cantidad de lectores, de oyentes o de telespectadores que tenemos. El hecho real
es que el intrusismo se da mucho más en los medios más pequeños, lo cual
contribuye inequívocamente a un estatus profesional, a unas vías de acceso y a
unas deficiencias formativas que brindan un panorama desolador en esta profesión
tan sensible, para algunos la más bonita del mundo, y, para las Constituciones
Democráticas, la base del propio sistema político-social.
Como colofón a este trabajo y, concretamente, a
estas conclusiones digamos que la labor de investigación sobre las condiciones
de trabajo y, a la postre, formativas de los profesionales de la información son
unos aspectos cruciales y nada baladíes a la hora de entender cuál es la
situación de estos profesionales y qué debemos hacer para mejorar determinadas
deficiencias. Entendemos que con la observación de las estadísticas y de las
tablas que acompañamos y con los resultados que se desprenden de ellas podemos
acercarnos a una realidad cargada de luces y de sombras. Nuestro único interés
es el conocimiento del estado de la cuestión para posteriormente alumbrar
soluciones y alternativas. Ése, con un poco de voluntad y de suerte, será el
menester de una ulterior investigación.
4.
Bibliografía
Acebes, Jesús et alt: Diccionario Audiovisual, Antena 3 ED., Madrid, 2000.
Adair, John: Guía práctica para la comunicación empresarial, Deusto D.L., Madrid, 1990.
Alsius, Salvador: Catorce dudas sobre el periodismo en televisión, Cims, Barcelona, 1997.
Aznar, Hugo: Ética y periodismo. Códigos, estatutos y otros documentos de autorregulación, Editorial Paidós, Barcelona, 1999.
Barroso, P.: Códigos deontológicos de los medios de comunicación: prensa, radio, televisión, cine, publicidad y relaciones públicas, Ediciones Paulinas, Madrid, 1984.
Bell, Martin: In harm's way: reflections of a war-zone thug, Penguin Book, Londres, 1995.
Benito Jaén, Ángel: La invención de la actualidad: técnicas, usos y abusos de la información, Editorial Teide, Madrid, 1.995.
Bezunartea, Ofa et alt: 21 lecciones de reporterismo, Universidad del País Vasco, Bilbao, 1998.
Bonete Perales, Enrique (editor): Ética de la comunicación audiovisual, Tecnos, Madrid, 1991.
- Información Audiovisual: concepto, técnica, expresión y aplicaciones, Síntesis, Madrid, 1995.
- Información Televisiva: mediaciones, contenidos, expresión, programación, Síntesis, Madrid, 1998.
- Información radiofónica: mediación, técnica, tratamiento y programación, Síntesis, Madrid, 1994.
- Introducción al lenguaje de la televisión: una perspectiva semiótica, Pirámide, Madrid, 1978.
Chomsky, Noam; Herman, Edward S.: Los guardianes de la libertad, Editorial Grijalbo Mondadori, Barcelona, 1990.
Colombo, Furio: Últimas noticias sobre el periodismo: manual de periodismo internacional, Anagrama, Barcelona, 1997.
Desantes, J.M.: La información como deber, Ábaco Rodolfo Depalma, Buenos Aires, 1997.
Díaz Noci, Javier; Meso Ayerdi, Koldo: Periodismo en Internet. Modelos de la prensa digital, Universidad del País Vasco, Bilbao, 1999.
Díaz Nosty, Bernardo: La mejora de la práctica docente en Comunicación periodística, Editorial Anagrama, Universidad de Málaga, Barcelona, 1997.
Eco, Humberto: Apocalípticos e integrados en la cultura de masas, Lumen, Barcelona, 1968.
Esteve Ramírez, Francisco et alt.: Áreas de especialización periodística, Fragua, Madrid, 1969.
Fernández, Gonzalo: La Empresa y la comunicación social, Dagur D.L., Madrid, 1988.
García Fernández, José Lorenzo: Comunicación no verbal: periodismo y medios audiovisuales, Universitas, Madrid, 2000.
-Información audiovisual. Orígenes-concepto-identidad, Tomo I, Paraninfo, Madrid, 1999.
- Información audiovisual. Los géneros, Tomo II, Paraninfo, Madrid, 1999.
García Noblejas, J.J.; Sánchez Aranda, J.J.: Información y persuasión. III Jornadas Internacionales de la Comunicación, EUNSA, Pamplona, 1990.
Hobsbawn, Eric: Historia del siglo XX, Crítica, Barcelona, 2ª ED., 2001, Pág. 573.
López García, Ángel: Escritura e información: la estructura del lenguaje periodístico, Editorial Cátedra, Madrid, 1996.
MacBride, Sean: Un solo mundo, voces múltiples: comunicación e información en nuestro tiempo, UNESCO, Fondo de Cultura Económica, México, 1980.
Meyer, Philip: Periodismo de precisión: nuevas fronteras para la investigación periodística, Bosch, Barcelona, 1993.
Millerson, Gerald: Técnicas de Realización y Producción en televisión, IORTV, 2ª ED., Madrid, 1990.
Muñoz, José Javier; Gil César: La Radio: teoría y práctica, IORTV, Madrid, 1986.
Musburger, Robert B.: Periodismo electrónico, IORTV, Madrid, 1992.
Oliva, Llúcia; Sitjá, Xavier: Las noticias en Televisión, IORTV, Madrid, 1992.
Orwell, George: 1984, Destino, Madrid, 1979.
Pablos, José Manuel de: Infoperiodismo. El periodista como creador de infografía, Síntesis, Madrid, 1999.
Pastoriza Rodríguez, Francisco: Perversiones televisivas, IORTV, Madrid, 1998.
Piedrahita, Manuel: Periodismo impreso, audiovisual y electrónico del siglo XXI, Universitas, Madrid, 1998.
Polo de Guinea, Emilio; Montesdeoca Alonso, Francisco: Locución y presentación televisiva, Unidad Didáctica 149, IORTV, Madrid, 1995.
Prieto, Florencio: Diccionario terminológico de los medios de comunicación: Inglés-Español, Fundación Sánchez Ruipérez, Madrid, 1991.
Ramonet, Ignacio: La tiranía de la comunicación, Editado por Temas para Debate, Madrid, 1998.
Sahagún, Felipe: De Gutemberg a Internet. La sociedad internacional de la Información. Periodismo y diplomacia. Televisión y Guerra, EIC, Madrid, 1998.
Saramago, José: "A quoi sert la communication?", Le Monde Diplomatique, Diciembre 1998.
Sartori, Giovanni: Homo videns. La sociedad teledirigida, Taurus, Madrid, 1998.
Schiller, Herbert: “Vers un nouveau siècle d'imperialisme américain”, Le Monde Diplomatique, agosto, 1998.
Solozábal Echavarría, Juan José: “La libertad de expresión como derecho de la sociedad democrática: la imagen constitucional del periodista”, Sistema, 118-119, pp. 266, 1994.
Soria, C.: El laberinto informativo: una salida ética, EUNSA, Pamplona, 1997.
Tubau, Iván: Periodismo oral: hablar y escribir para radio y televisión, Paidós, Barcelona, 1993.
Vilamor, José R.: Redacción Periodística para la generación digital, Universitas, Madrid, 2000.
-Manipulación de la información televisiva, Paidós, Barcelona, 1989.
-Televisión: los efectos del bien y el mal, Paidós Comunicación, Barcelona, 1993.
Wolfe, Tom: El nuevo periodismo, Anagrama, Barcelona, 1981.
Yorke, Ivor: Periodismo en Televisión, Noriega ed.
(Limusa), México, 1994.
DOS DOCUMENTOS
ANEXOS
REVISTA DE LA
“ASOCIACIÓN DE PROFESIONALES DE RADIO Y
TELEVISIÓN”
|
La Miseria del Periodista
|
Cuando era un niño, ya tenía bastante claro que quería ser periodista. Soñaba con ser intermediario de informaciones, con llevar noticias de los confines del mundo a los paisanos, a aquellos que conocía de toda la vida, y a aquellos otros que estaba por conocer, aunque sólo fuera a través de mi propia "faena". Iba a ser mi "mensajero de lo efímero", en palabras del profesor Pedro Farias.
Mi intención era convertirme en una especia de "Robin Hood" que hiciera el bien de una de las formas que sabía- dando a conceder problemas, injusticias, alegrías, tristezas, logros, fracasos, sacrificios, entregas… Mi mente imaginativa me ponía en los más singulares emplazamientos convirtiéndome de mediador en intrépido héroe rodeado de bondadosas y rutilantes damiselas, prestas a agasajarme y a mostrarme sus agradecimientos vaya usted a saber cómo (juro que, entonces, no lo sabía).
Veía que la tarea periodística era la mas digna, floreciente y gratificante de las existentes en el firmamento societario. Era demasiado joven. Ahora, tras unos años de actividad en TVE-Murcia, y después de haber realizado una y mil prácticas aquí y allá, consiguiendo, por tanto, una experiencia aun incipiente, pero suficiente, advierto que estaba, por “desfortuna”, equivocado. Las cosas no son como creía.
Me doy cuenta de que muchos no reconocen la labor entregada del periodista, no sólo la mía propia, sino tampoco la de otros compañeros de "fatigas", excelentes personas y magníficos profesionales. Comprendo que algunas personas se quejen por el tiempo que se le pueda conceder a una determinada información. Sin embargo, lo malo es que, ante muchos de los problemas actuales, se nos ve como los culpables de diversas vicisitudes, y como la panacea en la solución de los problemas, cuando somos meros testigos y comunicadores de ellos. La dureza que vivimos en la calles es preocupante.
Porque no se brinda a unos determinados colectivos y/o a sus problemáticas un informativo de radio o de televisión, o un periódico entero, y "a su manera" (aun así creo que no quedarían saciados), se creen con derecho a llamamos de todo, a aludir a nuestras madres y a su decencia, a insultarnos de las formas más variopintas, y a veces a amenazarnos y a zarandearnos. Los sucesos que acompañaron el asalto de la sede local del PSOE en Cartagena, con insultos y enfrentamientos con los reporteros gráficos, fotógrafos y periodistas, son un botón de muestra, el último y bastante grave, por cierto.
En honor a la verdad, son siempre unos pocos los que organizan estas condenadas y molestas "veladas" de tensión y abucheo; pero, claro, la "masa" pronto se transforma, a la mínima ocasión; y otros que también están en la tesitura de un despido obligado o de un futuro incierto se "engrandecen" con aquellos que cumplimos con nuestro deber e informamos de lo que "acontece en la rue", que diría el Mairena machadiano. Pura injusticia. Es entonces cuando nos cuestionamos ese "pequeño reconocimiento" que deberíamos tener de nuestros convecinos, de aquellos a los que servimos de portavoces, en ese papel de mediación tácita de la que habla el profesor José María Desantes. En vez de tener un cierto prestigio, que juro que no es buscado, nos encontramos con que somos el blanco de las frustraciones o de los problemas de diversos colectivos.
Al final, uno ve que las niñas no sólo no quieren ser princesas, sino que tampoco el pueblo sabe defender a los que están de su parte, a los que luchan, a veces contra viento y marea, por su bien, por sus problemas, al menos por darlos a conocer objetiva, digna e imparcialmente. No somos los mensajeros heroicos que yo admiraba y soñaba en mi niñez. Que se lo pregunten a Fernando Ortuño a tantos y tantos compañeros gráficos o de redacción que se enfrentan cada día conflictivo a una hostilidad de la que, sinceramente, todos sabemos que otros son los culpables.
No tiene sentido que no formemos una piña, los periodistas y los compañeros de tareas complementarias, para poner las cosas en su sitio, si se puede, y que se debe. Quizá una de las causas de tanta "miseria" esté en la insolidaridad corporativa. Otra lo está en las bajezas de los que se hacen los fuertes frente a los que más nos hallamos a su lado. Supongo que es como todo en la vida. Hay muchos desagradecimientos. Lamentablemente. Esperemos que cambien las cosas; pero para ello todos debemos poner un granito de arena. No aguardemos milagros.
Año 0 - número 3 - Marzo
93
El nuevo periodista, el
periodista digital
Redacción/ Ventana
Digital ( 25 - 7 -
2005 )
Juan Tomás Frutos
María
José Centenero de Arce
"La irrupción de Internet aumenta el sentimiento de caos porque establece definitivamente el tiempo real, la instantaneidad, como ritmo normal de la información". (Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique).
El periodismo del siglo XXI es instantáneo: la información llega en el momento, y esto es en gran medida gracias a los ordenadores y a ese fenómeno que llamamos la red de Internet.
La versión romántica del periodista que con su boli y papel intenta ser la correa transmisora de la realidad se ha convertido hoy en un periodista capaz de conocer lo que ocurre en la otra parte del mundo a través de su ordenador y preparado para dar una noticia en el mismo segundo en el que ha ocurrido.
Por ello ya comienzan a realizarse estudios para conocer la situación y el perfil que tienen estos periodistas. En estos análisis, además de recoger que el periodista digital suele ser un hombre de 25 á 35 años que trabaja desde un primer momento con las nuevas tecnologías, se intenta reflejar el comienzo de esta era informática y comprender sus avances.
Al principio, Internet sólo se concibió como otro soporte electrónico para la publicación de contenidos periodísticos que prometía diferenciarse de los conocidos medios tradicionales como el periódico, la radio o la televisión.
Más tarde, este soporte de publicación ha hecho nacer un nuevo concepto del periodismo: el denominado Periodismo Digital. Las características de Internet, como medio interactivo, proponen y requieren que el periodista realice funciones que, tradicionalmente, eran ejercidas por otros profesionales o simplemente no eran necesarias o no eran requisitos fundamentales en su quehacer. Así, hoy en día, el periodista no sólo es periodista en la red sino también un gestor y un comunicador.
Un trabajo de investigación
En sus labores informativas, el periodista debe continuar realizando su trabajo de investigación, utilizando las fuentes tradicionales, como son el resto de sus conciudadanos y/o la propia documentación. Al mismo tiempo, las fuentes han de ser no sólo físicas sino también virtuales para crear contenidos propios. Ha de redactar la información considerando la heterogeneidad de los usuarios de la red.
Para la presentación de los contenidos debe considerar en todo momento dónde va a ir situado el texto, si tiene audio, imágenes, foros, etc.
Una de la novedades que tiene que desarrollar el periodista digital y que no está en las rutinas del profesional “a la antigua usanza” es la utilización del hipertexto para contextualizar y relacionar las informaciones dentro del mismo sitio o enlazando con otras direcciones, además de mantener una actualización constante de toda la información.
Como hemos dicho anteriormente, una de las facetas de este nuevo periodista digital es que debe realizar labores de gestión; es decir, ahora debe saber diseñar la interfaz donde se presentarán los contenidos, a nivel gráfico y también ha de conocer la forma cómo se estructurarán los contenidos y cómo se interrelacionarán los textos, las imágenes, el audio, etc. Asimismo, debe diseñar las formas de almacenamiento de la información y el acceso a los archivos.
Ya no es suficiente saber redactar e investigar para llegar hasta la noticia y transmitirla. Las nuevas generaciones de periodistas han de tener como una herramienta más todo el instrumental técnico e informático, así como el conocimiento para su utilización y aplicación. Su uso resulta tan fundamental como lo fueron en su día la grabadora y el bolígrafo, que hace unos cuantos años eran unos elementos de lujo y desconocidos para la gran mayoría. Es previsible que todo periodista acabe procesando la información con herramientas digitales -ordenadores, cámaras, etc.- y publicando en medios digitales -Internet, televisión digital, etc.-. Por lo tanto, parece inevitable que todos los periodistas acaben siendo "digitales", de la misma forma que todos acabaron siendo "telefónicos" o "fáxicos".
En todo caso, como
ocurre en los diversos ámbitos profesionales y de la vida, unos podrán trabajar
siguiendo unas rutinas periodísticas clásicas adaptadas y evolucionadas hacia el
medio digital; y mientras, otros, los periodistas en red, estarán creando y
consolidando unas nuevas rutinas propias de un proceso de comunicación
multimedia, multi-lineal e
interactivo.