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UNIVERSIDAD DE MURCIA 

FACULTAD DE EDUCACIÓN 
 
 
 
 
 
 
 

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LA FORMACIÓN Y EL PERFIL SOCIO-LABORAL DE LOS PERIODISTAS

EN MURCIA (ANÁLISIS DE 2003 A 2005) 
 

Juan TOMÁS FRUTOS 
 
 
 

ÍNDICE 

    1. Introducción..............................................................................................................
    3
    1. Contextualización de la Profesión Periodística ...........................................
    4
      1. Semblanza de los medios de comunicación en España ................................
    4
        1. Marco normativo sobre el acceso y el desempeño de la profesión periodística en España .............................................................................
      7
        1. Nuevos parámetros laborales y de calidad en la “Sociedad de la Información” ............................................................................................
      10
          1. Las empresas de comunicación ........................................................
    10
          1. Las nuevas formas de trabajar: retos para los periodistas .............
      11
          1. Exigencia de calidad y de profesionalidad en los “media” .............
      12
      1. La formación de los periodistas .....................................................................
    13
        1. Repaso histórico a la creación de las Facultades de Periodismo en España ......................................................................................................
    14
        1. Los Planes de Estudios ............................................................................
      14
        1. La importancia de la formación continuada ............................................
      16
      1. El entorno socio-laboral de los profesionales de los medios de Comunicación .....................................................................................................
    17
        1. Especificidades de los “freelancers” o “stringers” ..................................
      17
        1. Especificidades de los periodistas “a la pieza” ........................................
      18
        1. Características de los profesionales de los medios ..................................
      19
          1. Edad .................................................................................................
      20
          1. Sexo ..................................................................................................
      20
          1. Nivel de estudios y formación continuada .......................................
      22
          1. Horarios ............................................................................................
      22
          1. Salarios .............................................................................................
      22
          1. Grado de satisfacción profesional ....................................................
      23
      1. Tendencias actuales y previsiones para el sector .....................................
    24
    1. Trabajo de campo .....................................................................................................
    28
      1. Metodología de trabajo ..................................................................................
    28
      1. Ficha técnica ......................................................................................................
    30
      1. Conclusiones de ambos estudios/resultados ..............................................
    32
      1. Conclusiones finales ........................................................................................
    34
    1. Bibliografía ...............................................................................................................
    42
 
 


 

1. Introducción 

     El ejercicio de la profesión periodística ha atravesado diversas etapas a lo largo del tiempo, que van desde un ejercicio libre de la profesión, o, lo que es lo mismo, el gusto por informar de los “gacetilleros” del siglo XVIII, hasta la complejidad del mundo de los medios de comunicación existentes hoy en día, convertidos más bien en grandes empresas, que mueven enormes cantidades de dinero, además de ejercer un gran poder en el transcurso de los acontecimientos históricos (muchos teóricos y expertos siguen considerando actualmente a la prensa como el Cuarto Poder en el mundo, aunque, siguiendo las tesis de Pedro Farias, preferimos hablar de Contrapoder). 

     Si lejanos quedan los días de la fundación de las Escuelas de Periodismo, de las cuales son continuación las Facultades de Ciencias de la Información, no tan remota queda, en cambio, la expansión de los estudios de Periodismo por las distintas comunidades autónomas, que deberían haber dado paso -no siempre ha sido así- a un análisis paulatino, exhaustivo y pormenorizado de la situación laboral de los periodistas españoles y de su correspondiente coyuntura formativa. Esta nueva tesitura, como es evidente, ha estado influenciada por diversos problemas derivados de las dificultades de su definición. Aún hoy en día la sociedad sigue considerando al periodista como el que aparece en los medios de comunicación, abarcando de manera dilatada desde el columnista de opinión, que escribe como ocupación supletoria, hasta el propio periodista titulado. Por desgracia, esta indefinición, o no definición, se ha visto continuada en la propia legislación vigente.  

     Desafortunadamente, comprobamos que aún comparte algo el periodista actual con el periodista del siglo XVIII, como es que incluso en la actualidad los profesionales no tienen una regulación específica o una ley que les habilite para el ejercicio de la misma, y ni siquiera les ampare, defienda o sancione, según los supuestos, en el cumplimiento y desempeño de sus habituales funciones.  

     En la actualidad, se da un interés creciente tanto sobre la situación laboral de los periodistas españoles como en lo relativo a las vías de acceso a un gremio que es, o, al menos, a priori debería ser, de los más preparados de cuantos existen, por la amplitud de contenidos y por la responsabilidad que entraña el ejercicio de su deber. A nuestro juicio, los análisis que se ejecuten han de situarse en la creciente profesionalización del antiguo oficio de periodista. Sin lugar a dudas, la creación de las diferentes Facultades de Ciencias de la Información ha tenido, o ha debido tener, diversos efectos en los medios. Un estudio que se precie debe tener presente esta supuesta incidencia.

     Un caso paradigmático de esta situación es la propia Región de Murcia, que hasta el año 1996 no contaba con ninguna Licenciatura en Periodismo, y que en estos momentos cuenta con dos Universidades que ofrecen el título de Licenciado en esta rama o especialidad. Por ello, y por la creciente incorporación de los recientes licenciados de las Facultades de Periodismo, se ha producido un nuevo estado de la cuestión, a lo cual se suma la indefinición que el Periodismo y su trabajo tienen en la sociedad actual.

     En este preámbulo debemos subrayar que todavía hoy en día el periodismo se sigue considerando un oficio. Éste es, o bien podría ser, uno de los motivos por los que en estos momentos los titulados en periodismo se encuentran ante un panorama desolador en el ámbito laboral, ya que el mercado de trabajo es altamente inestable y obtienen una escasa retribución, a pesar de trabajar muchas horas. Esta coyuntura se debe a la existencia de más oferta que demanda en un contexto profesional en el que no hay una única vía de entrada que permita el ejercicio de estas funciones. Existe una lucha diaria por conseguir un buen empleo contra una competencia que podríamos definir como desleal, ejercida por seudo-periodistas: el mercado laboral está saturado debido a la contratación de personas como periodistas cuando realmente no lo son (al menos, no lo son desde el punto de vista de haber adquirido una formación universitaria en este campo). El asunto del ingreso, de la habilitación, en esta profesión teniendo como requisito previo una titulación superior no es baladí, entre otras razones porque, si ello fuera así, existiría una situación cerrada donde los que accedieran al desempeño de la profesión gozarían de unos derechos y de unos deberes, algo que no ocurre en la actualidad. 

     Pese a todos los cambios sociales que ha ido atravesando la sociedad, ésta sigue considerando al periodista como el que aparece de una manera u otra en los medios de comunicación. En este sentido, el ejercicio de la profesión abarca desde el columnista de opinión al que escribe como ocupación supletoria, llegando al propio periodista titulado.  

     En este mundo que tiende a la globalización, el papel del periodista es principal, ya que es un enlace entre los acontecimientos y la audiencia, entre los eventos y su auditorio. El periodista es el “gran responsable” de transmitir con veracidad, y de acuerdo a unos códigos éticos, todos los acontecimientos que ocurren en el mundo. 
 

2. Contextualización de la profesión periodística

     2.1. Semblanza de los medios de comunicación en España 

     El sector que abarcan hoy en día los medios de comunicación es tan amplio y complejo como las propias sociedades a las que sirven. Los profesionales de estos medios tienen en sus manos una gran herramienta, la información y la comunicación, que afecta a toda nuestra vida, a nuestra manera de trabajar y de negociar, de educar a nuestros hijos, de estudiar e investigar, de formarnos y entretenernos. En palabras de Kofi Annan, Secretario General de Naciones Unidas, "de lo que se trata no es de lograr más información en más lugares, sino de instaurar una sociedad de la información - abierta y sin exclusiones - en la que los conocimientos brinden capacidad a todos los pueblos y sirvan para mejorar la condición humana. Los medios de comunicación son partes interesadas en este empeño y la libertad de la prensa es indispensable para que cumplan su papel fundamental".  

     Así, pues, los medios, en sus diversas formas, tienen un cometido indispensable como actores en el desarrollo y la promoción de las relaciones entre los pueblos, fomentando el reconocimiento y el respeto de la identidad cultural, la diversidad cultural y lingüística, las tradiciones y las religiones, fundamentales para el desarrollo sostenible, y que se reconocen en documentos como la Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural. 

     El entorno en el que operan los medios influye en la consecución de estos fines, en el que se precisa el respeto por los principios de libertad de prensa, libertad de expresión y libertad de información consagrados en la Resolución 59 de la Asamblea General de las Naciones Unidas de 14 de diciembre de 1946, y en el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948: "Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión". Ello quiere decir que estos “media” han de estar exentos de monopolios de cualquier tipo, que han de reflejar el abanico más amplio posible de opiniones, bajo diferentes formas de propiedad, que han de apoyar la diversidad ligüística y cultural, y que ha de existir un acceso equitativo a la comunicación. 

     La aparición de las nuevas tecnologías de la comunicación ha supuesto que el monopolio que las instituciones tradicionales de los medios de comunicación (periódicos, radio, televisión, servicios por cable, etc.) tenían sobre la difusión de las informaciones se haya visto rápidamente erosionado por las redes digitales, y ha sido de este modo no sólo porque prácticamente cualquiera que tenga acceso a un ordenador puede convertirse en un reportero o editor, sino también por el diálogo e interacción surgida con sus respectivos públicos. Así, su función arbitral se ha debilitado desde el decenio de 1990, además de reportar más cambios en las funciones profesional y social del periodista. Los comunicadores deben hacer frente al desafío que representan otras fuentes informativas sin los mismos criterios profesionales o de calidad. En este sentido, se debe fomentar la formulación de legislaciones que garanticen la independencia y la pluralidad de los medios de comunicación al mismo tiempo que las compatibilicen con la lucha contra los contenidos ilícitos y perjudiciales, incrementando la conciencia de la dimensión ética en la utilización de las nuevas tecnologías. 

     Para afrontar estos y otros nuevos retos en el ejercicio de su actividad, los profesionales del periodismo, como analistas especialmente calificados por su preparación para interpretar los acontecimientos de cada día, han de estar convenientemente formados. Tal vez, las primeras barreras en las que podría pensarse serían las externas, como las legislaciones intervencionistas, las demandas de las audiencias o la supeditación a la publicidad. No obstante, hay otras más preocupantes, como son la formación inicial y continuada, la regularización del acceso y del ejercicio de la profesión, las condiciones de trabajo y la situación laboral, el ineludible reto que suponen los cambios tecnológicos... 

     Desde los organismos internacionales encargados de llevar a buen término la Sociedad de la Información, la UNESCO, la Organización Mundial de las Telecomunicaciones, la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual y la Organización Mundial del Trabajo, se concibe al nuevo periodista como un mediador, esto es, con un rol tradicional que ha tenido siempre entre la fuente y el receptor, pero también como un educador y como un vigilante que vele, o que ha de velar, por la implantación de los sistemas democráticos. 

     En el nuevo y globalizado sistema mediático existe una competencia de intereses políticos y económicos, de modo que la concentración de la propiedad de los medios de comunicación puede reflejar un predominio de grupos de empresas locales o de multinacionales extranjeras, de grandes empresas de radio y teledifusión del sector público y de medios de comunicación impresos que apoyan a los gobiernos, o bien, en otros supuestos, que los critican. Los gobiernos han vendido en muchas ocasiones parte o la totalidad de sus acciones en las organizaciones de difusión, al mismo tiempo que mantienen un cierto control sobre las normas, el contenido, la ética y otros aspectos semejantes. De esta guisa se perpetúa un determinado “control”. 

     La revolución global de la información ha afectado también a las culturas y a los valores sociales, aunque los cambios son difíciles de concretar y de documentar. Existe una inquietud generalizada en torno al dominio aplastante del idioma inglés, al igual que de la cultura y de los valores de los Estados Unidos, lo cual se percibe, a menudo, como una amenaza para los valores locales. Sin embargo, la cultura nunca permanece estática, y la mayoría de las comunidades aplauden el intercambio y el diálogo, seguramente en la mayoría de los casos bastante “sano”.  

     Hay también una creciente convergencia entre las noticias y el espectáculo en los medios de comunicación. La amenaza proviene no sólo de presiones externas, como las influencias política, económica y de otra índole sobre las organizaciones de suministro de noticias, sino también presiones internas: políticas editoriales que favorecen un estilo más entretenido, animado y/o agresivo, o un enfoque que se pliega más a las exigencias de poderosos intereses creados.  

     Por lo que detectamos, se han producido en el sector grandes cambios en cuanto a la calidad en los últimos años, como pueden ser el aumento de programas de tele-realidad, la existencia de noticias durante las 24 horas, los periódicos gratuitos en las grandes ciudades y las noticias ofrecidas por personas que no son profesionales ni periodistas, especialmente en la red de Internet. La calidad de esta producción ha sido ampliamente criticada, y no suele alcanzar los niveles mínimos que se consideraban anteriormente como decisivos. 

     Los cambios tecnológicos están aportando la creación de nuevos formatos y proseguirán en esa línea, sin que ello hipoteque el futuro del material impreso como los libros, los periódicos y otros productos de papel. Mientras tanto, la radio ha ganado terreno y ha experimentado incluso revoluciones en muchos países gracias a nuevos competidores y a la radio por satélite y por Internet. Este fenómeno es digno de estudio. 

     Se han revolucionado los procesos de recogida, publicación y distribución de noticias e información, así como los productos, servicios y formas de trabajo conexos; y ello ha influido en la calidad del trabajo. Los editores de los periódicos están yendo ahora mucho más allá de lo que sería la simple reproducción de facsímiles “on line” de los periódicos, explotando activamente las oportunidades de ofrecer nuevos y diversos productos y servicios que superan a los productos impresos: noticias de última hora y alertas, boletines informativos, “Weblogs” y grupos de debate, mientras que otros se concentran en información para públicos especializados.  

     Del mismo modo, las nuevas tecnologías han afectado a la vida laboral de los periodistas tanto de forma negativa como positiva. Sin embargo, la mayoría piensa que sus competencias periodísticas tradicionales siguen siendo importantes: comprobar hechos y, de ser posible, hablar con las fuentes; perseguir las grandes noticias; no aceptar rumores o simples opiniones sin verificar; e ir al fondo del suceso y considerar diferentes puntos de vista.  

     De los resultados de una investigación llevada a cabo por la Comisión Europea en 2002 se desprendió claramente la incidencia positiva que la Sociedad de la Información tiene en la calidad de los empleos, especialmente por lo que respecta a un mayor grado de responsabilidad, a la creación de calificaciones adaptables, a la aparición de nuevas formas de organización del trabajo, a la generación de oportunidades adicionales en materia de flexibilidad y de equilibrio entre la vida laboral y la vida privada, así como en lo que se refiere al hecho de facilitar el acceso al mercado del trabajo. 

     Quedan aún por realizar grandes adaptaciones en el sector, especialmente en cuanto al marco normativo en áreas concretas: políticas tecnológicas gubernamentales, diálogo social y efectos sobre el empleo, difusión de la privacidad, protección de la propiedad intelectual, etc. 
 

     La regulación de la actividad periodística, en su doble vertiente laboral y profesional, no está igualmente desarrollada en todo el mundo. La definición de los deberes y de los derechos de los profesionales, así como de las normas que han de regir el sector de los medios de comunicación, se han ido llevando a cabo en países de nuestro entorno, como Italia, Portugal y Francia, a través de Estatutos del Periodista Profesional con marcadas líneas en consonancia con sus respectivas legislaciones democráticas. En el caso italiano, por ejemplo, se regula el acceso a la profesión mediante la necesidad de estar inscrito en un registro especial, el acreditar un periodo de práctica previo y la superación de un examen. Otros “estilos”, como es el anglosajón, abogan por una autorregulación del sector a través de fuertes asociaciones profesionales. En los países latinos se suele reconocer a los periodistas una situación estatutaria especial, en donde un organismo público, corporativo o sindical, acredita la condición al profesional mediante la expedición de un carné que da ciertas ventajas en el ejercicio diario, como es el acceso a lugares públicos y privados. Existen, pues, sistemas que van desde la simple acreditación profesional hasta la regulación estricta del acceso profesional.  

     En España, sin embargo, la regulación legislativa del ejercicio de la profesión periodística no está aún resuelta, pese a las recomendaciones del Consejo de Europa, siendo así el único país de la UE que carece de una regulación específica. La Constitución de 1978 ampara a los periodistas en su artículo 20, concediendo una atención extraordinaria al derecho a la información: 

      En nuestro país, se han ido produciendo normas sectoriales de regulación de la profesión. La Ley de Prensa de 1966 contenía un apartado referido al acceso al ejercicio profesional, para cuyo desempeño era preciso contar con una habilitación expresa de la Administración. El Decreto 744/1967 exigía el registro obligatorio de los titulados y regulaba la figura del “Director”. En 1997 se aprobó la Ley Orgánica sobre la Cláusula de Conciencia, en relación a los derechos y deberes de los periodistas en cuanto a veracidad y pluralismo, aunque sigue sin regulación el secreto profesional y no existen los consejos de redacción ni un control real de los medios públicos.  

      Por lo tanto, las mejores normas son las que garanticen la máxima neutralidad e independencia de los medios públicos, la libertad y la calidad de los informadores y las que eviten la intromisión del poder político en la prensa, la radio y la televisión. En ese sentido, las asociaciones y los sindicatos de periodistas españoles han promovido la creación de un Estatuto del Periodista, que incluiría el acceso a la profesión, la regulación del secreto profesional, los derechos a la propiedad intelectual y a la participación en la orientación editorial y el código deontológico. La iniciativa de mayor calado ha sido la promovida por el Foro de Organizaciones de Periodistas (FOP), constituido por la Agrupación de Periodistas de CC.OO., la Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE), la Agrupación General de Periodistas de UGT, la Federación de Sindicatos de Periodistas y el Colegio de Periodistas de Cataluña.  

      Lo anteriormente citado corresponde al desempeño profesional de los periodistas. Igualmente, sus condiciones laborales se encuentran desregladas e incluso se han ido deteriorando seriamente en los últimos años debido a la aparición de nuevas técnicas de trabajo y a la proliferación de Licenciados en Periodismo, surgidos de las cada vez más numerosas Facultades de Ciencias de la Información, factores que han incidido en una mayor inestabilidad, unos más bajos salarios, el abuso de las distintas figuras de contratos en prácticas y de aprendizaje, unos largos horarios y una degradación general de los derechos de los trabajadores. Este fenómeno tiene gran repercusión en la independencia de los periodistas, en su garantía de calidad informativa y como contrapeso al poder de los grandes grupos informativos, ya que malamente puede ejercerse un periodismo independiente cuando se carece de unos mínimos derechos y de una estabilidad laboral. Especial mención merece la figura de los derechos de autor y su necesidad de una regulación específica, que, tanto en su aspecto moral como en el material, suponen una garantía de independencia, particularmente importante en el nuevo entorno “multimedia”. 

      La comunicación pública requiere de la mediación de empresas informativas e informadores profesionales. Cuando el derecho a informar que a todos se reconoce se ejerce de modo habitual y profesional queda cualificado como una función social: el derecho se convierte en deber de informar al servicio del derecho del público a recibir información plural, veraz, contrastada e independiente. Para el cumplimiento de ese deber se requiere un desarrollo de las facultades que aseguren la independencia profesional, lo que se garantiza con un pluralismo externo (pluralidad de empresas informativas) y también interno (que el pluralismo social se manifieste en el seno de esas empresas informativas).  

      En este punto habría que tratar sobre los medios de comunicación de titularidad pública que, lejos de cumplir las funciones políticas y socioculturales que exigen normativas como la europea a los medios de difusión de masas, se encuentran sometidos a los dictados del mercado, con programaciones banales, siguiendo más el criterio de audiencias que el de servicio público. De igual modo, debe evitarse la continua apropiación de estos medios por parte de los Gobiernos, sea cual fuere su ámbito territorial, y sería exigible situarlos fuera del combate partidista, lo que garantizaría un avance en la calidad democrática. 

      La crisis de los modelos actuales exige unos cambios normativos que, tanto a nivel internacional como español, plantean unos objetivos legislativos bien definidos. El servicio público que estos medios deben ofrecer, más allá de “informar, formar y entretener”, debe asegurar una programación de calidad al conjunto de la población, garantizar el pluralismo, preservar los valores constitucionales, promover la cultura y la educación, reforzar la identidad, la cohesión social y los valores solidarios, potenciar el acceso universal a las nuevas tecnologías, proteger a la juventud y a la infancia, defender los intereses de las minorías y promover la industria audiovisual. 

      En el caso concreto español, y desde instancias como la Federación de Sindicatos de Periodistas, se plantea a los poderes políticos la adopción de un marco normativo regulador de los medios de titularidad pública. Entre sus propuestas cabe destacar un sistema de financiación claro y estable, aunque sin cerrarse a la publicidad; el establecimiento de programaciones a largo plazo, donde se considere el conjunto como servicio público; la institución de una Autoridad Audiovisual independiente de cualquier poder público, con medios propios, dotada de independencia política y financiera, así como con potestad sancionadora, cuyos miembros sean nombrados por consenso y estén sometidos a un férreo sistema de incompatibilidades (tanto en relación a cargos políticos como a intereses audiovisuales); y, finalmente, la aprobación de unos Estatutos de Redacción o de la Información, que amparen la cláusula de conciencia, incluyendo en ella el derecho de los profesionales a negarse a elaborar una información contraria a los principios éticos más elementales.

     El concepto de Sociedad de la Información se utiliza desde los años cincuenta. Se suele vincular con una economía basada en el saber, y se podría definir como "una sociedad en la que se han generalizado las tecnologías a bajo coste de almacenamiento y transmisión de información y datos. Esta generalización del uso de la información y los datos va acompañada por innovaciones organizativas, comerciales, sociales y jurídicas que cambiarán profundamente la vida, tanto en el mundo del trabajo como en la sociedad en general". Las nuevas tecnologías deben considerarse un medio, no un fin en sí mismas, y pueden ser un instrumento eficaz para acrecentar la productividad, generar crecimiento económico, crear empleos y fomentar la ocupación, así como para mejorar la calidad de la vida de todos. Pueden, además, promover el diálogo entre las personas, las naciones y las civilizaciones. El logro de esos fines pasa por una concienciación sobre la propiedad de los medios de comunicación, la lucha contra las restricciones a las libertades de expresión y de información, la preocupación sobre los valores democráticos, y la diversidad y la representación de los grupos minoritarios en los medios. 

     Las nuevas tecnologías en la comunicación han abierto, por una parte, nuevos canales comerciales que han puesto fin a los antiguos monopolios estatales; y el mayor poder del consumidor, al que se ofrece la posibilidad de interactuar, ha apoyado la aparición de nuevos periódicos y revistas. Aparece un gran número de oportunidades de generar nuevas formas de expresión y productos, de desarrollar servicios creativos, y se espera que se abran todavía más posibilidades en el futuro. La mayoría de las empresas descubren hoy en día que, para mantenerse, deben ser capaces de reaccionar a las iniciativas de la competencia con mucha mayor rapidez. Aquéllas con producto final impreso podrían contraerse, pese al impulso que los nuevos medios pueden dar a su demanda: tal podría ser el caso de las empresas periodísticas locales o las que suministran material de referencia que, con los nuevos formatos electrónicos, presentan una mayor facilidad de búsqueda, de uso y de actualización. 

     Sin embargo, otro efecto de la adaptación a esta globalización ha sido la política de fusiones en la propiedad de los medios de comunicación, sobre todo en Occidente, lo que ha repercutido en la reducción de la diversidad de las noticias y de las opiniones. Causa preocupación el predominio de la lengua inglesa, que da un papel preponderante a las fuentes de noticias angloamericanas. 

     En los sectores de la televisión y de la radio, la tecnología de emisión por satélite y por cable permite ahora un gran incremento del número de canales. Se ha observado un enorme crecimiento de las pequeñas compañías independientes de producción de programas de televisión, con una gran repercusión en la publicidad, la competencia, la programación y la dotación de personal. Las oportunidades de trabajo para los profesionales de los medios, como locutores, periodistas, técnicos, productores, etc., han aumentado con estos nuevos canales. También la radio se ha visto afectada en cuanto al número y el tipo de emisoras, la calidad del sonido, y la facilidad de recepción y de empleo. 
 

     Está generalmente considerado que el periodismo se enfrenta a un reto singular al trabajar con las nuevas tecnologías y las expectativas que éstas despiertan. La calidad es un factor decisivo y se evalúa en función de hasta qué punto se están satisfaciendo los niveles fundamentales de integridad periodística en la realización de la labor. La diversidad de opiniones, la meticulosidad en el trabajo, un alto nivel de profesionalización, un código de ética y la independencia editorial se consideran esenciales. La Federación Internacional de Periodistas (FIP) señala que la Sociedad de la Información facilita las investigaciones, el acceso a la información, la difusión y la promoción de productos, fomenta el establecimiento de redes y de diálogo, y ofrece herramientas adicionales para el desarrollo del periodismo de calidad.  

     Estos principios se ven erosionados e influenciados en gran parte por la dinámica del mercado: los periodistas se encuentran enfrentados a plazos más ajustados y a una mayor demanda de contenido para un auditorio más amplio y acostumbrado a una inmediatez en la cobertura. La violencia y el estrés en el sector se hacen patentes en la mayor urgencia y en la obligación de presentar información constantemente actualizada con destino a programas informativos durante las 24 horas del día y para la información “on line”. Hoy se pueden cubrir los acontecimientos en el momento en que se producen utilizando únicamente una videocámara y un ordenador personal con programas de edición por vídeo. Las imágenes y los sonidos transmitidos directamente por teléfonos y mediante ordenadores se utilizan, en directo, en programas informativos. Ello ha supuesto la existencia de nuevas pautas de trabajo para unos profesionales que no tenían ya un horario fijo, unas jornadas laborales de ocho horas ni unas horas fijas para las comidas. Los riesgos para los que trabajan en situaciones peligrosas y en zonas de conflicto son bien conocidos: más de 1.000 profesionales han perdido la vida en el desempeño de su trabajo durante los 10 últimos años. 

     Por otro lado, los periodistas de la radio y la televisión deben aprender a utilizar distintos sistemas de gestión de contenido inspirados en las bases de datos, así como aplicaciones como Photoshop, Illustrator y Quark, sobre todo si se mueven en diferentes medios. Los profesionales radiofónicos que utilizan estas aplicaciones se encargan ahora muchas veces de preparar guiones listos para la transmisión, realizando tareas que antes desempeñaban los directores de estudio, cuyos empleos han desaparecido. Los periodistas televisivos dependen todavía más del apoyo técnico, fundamentalmente porque la tecnología de sistemas electrónicos de producción de noticias para la televisión no está tan avanzada.  

     Los empleadores utilizan la técnica para crear periodistas polivalentes que lleven a cabo su labor de producción técnica además de su labor editorial. Con frecuencia, los reporteros dicen que están demasiado ocupados preparando los reportajes y que no tienen tiempo para seguir la evolución de los acontecimientos, es decir, para llevar a cabo su verdadera labor de reporteros. Preparan, a veces, artículos para tres medios diferentes (radio, televisión y Web), lo que significa dedicar un mayor tiempo a su quehacer, corregir los artículos a altas horas de la noche y hacer un poco de todo. A pesar de esto, la tecnología resulta imprescindible (lo es en los periodistas financieros, los independientes, los corresponsales...), siendo ya muy pocos los periodistas de la prensa escrita que pueden realizar su trabajo con técnicas tradicionales, es decir, sin una conexión con la red de Internet. 
 

     La amenaza para las normas de calidad en el periodismo informativo puede derivar en parte de problemas tales como la manipulación, las medias verdades, el favoritismo y la “cultura de tergiversación de los hechos” practicada por ciertos políticos y por otras personas que desean esconder las noticias desfavorables, pero también en la idea de que puede asimismo ser más rentable ofrecer melodramas a una extensa audiencia que proporcionarle hechos, explicaciones y una cobertura equilibrada a otra menos numerosa. Se está produciendo una creciente convergencia entre las noticias y el espectáculo en los medios de comunicación. Las presiones no son sólo externas, como pueden ser la influencia política, económica y de otra índole sobre las organizaciones de suministro de noticias, sino también presiones internas: nos referimos a políticas editoriales de enfoque más agresivo, acuciadas por las preferencias del gran público, o que se pliegan más a las exigencias de poderosos intereses creados. 

     El marco de trabajo de los profesionales tampoco ayuda, con un desarrollo laboral basado en la inmediatez de la información antes que en aspectos como la veracidad de las fuentes o la redacción periodística. Se persigue ser los primeros en dar cualquier noticia, sin tiempo para la investigación profunda, no contrastando las informaciones y fomentando la cultura de los rumores y de las confidencias. Suele ser ésta la práctica generalizada en los medios digitalizados: nuevos modelos para nuevos consumidores, donde se realiza una constante re-edición de los artículos, el enriquecimiento de las noticias conforme se van conociendo nuevos detalles, y la posibilidad de interactuar con los periodistas a través de “chats”, foros de debate o “e-mails”. 

     La preocupación de las organizaciones internacionales con respecto a las normas de calidad en los medios de comunicación ha dado como resultado normas como la ISAS BC 9001, especialmente concebida para el sector de la radio y la teledifusión en Internet. Permite evaluar el cumplimiento de los criterios específicos de calidad en este sector, como son la satisfacción del público y los usuarios, la calidad y la exactitud de la información, la calidad y diversidad de los programas, la innovación y la creatividad, la independencia y la transparencia de la gestión, el fomento y el respeto de las normas éticas, la representación de las minorías nacionales, el acceso universal, la pertinencia social, la independencia editorial, así como la accesibilidad. La certificación tiene un periodo de vigencia de tres años, y sus creadores estiman que ayudará a las organizaciones de los medios de comunicación a funcionar con mayor eficacia y a garantizar un periodismo de gran calidad que goce de mayor credibilidad ante el público y, por tanto, ante los anunciantes, lo que resulta de particular interés para los empresarios de los medios. 

     La norma, creada en Ginebra por un grupo de eminentes expertos de los medios de comunicación (la Fundación Medios y Sociedad), es una adaptación de la famosa norma ISO 9001 que, en menos de diez años, ha certificado a 550.000 empresas públicas y privadas en 160 países, siendo actualmente la referencia mundial en sistemas de gestión. 
 

     2.2. La formación de los periodistas 

     Solamente una sólida formación universitaria puede corregir la tendencia de los productos periodísticos que hay en el mercado. En palabras de García Escudero: "veo en la prensa una institución modelo, privada en su origen y pública por sus funciones, medio inigualado de formar la opinión y de expresarla, de apoyar a los gobiernos y también de controlarlos con mayor eficacia que los mejores controles constitucionales". 

     El profesional debe adquirir, de base, las cualificaciones que le permitan analizar e interpretar los acontecimientos de cada día, y así continuar renovando sus aptitudes de modo que le permitan adaptarse a las nuevas situaciones, aprovechar oportunidades, mejorar su empleabilidad y productividad, y desarrollar una mayor capacidad de decisión, de valoración y de análisis para brindar un mejor servicio a la sociedad. 

     Se habla de la formación de base como motor de arranque del acervo de un periodista. Si bien se trata de una profesión eminentemente vocacional, no es menos cierto que el desarrollo de la labor informativa requiere comunicar y explicar a un público cada vez más numeroso y exigente, de manera inteligente, lo que ocurre en un mundo que se torna más complicado y en continuo cambio. Personajes como Pulitzer, que luchó durante buena parte de su vida para la institucionalización de los estudios de periodismo, lograron que la Universidad adoptara esta disciplina a lo largo del siglo XX. El periodista debe ser una persona culta, y, aunque en principio las materias impartidas se centraron más en las de tipo humanístico, la complejidad de la realidad en la que hoy han de manejarse los licenciados hace que los planes de estudios deban decantarse por asignaturas más técnicas. Incluso se critica la escasa formación que, en relación a las nuevas tecnologías, se imparte desde la Universidad.  

     La concienciación de la necesidad de una formación del profesional de los medios de comunicación ha llegado a las empresas, que cada vez confían más en los titulados universitarios. Recientes estudios así lo demuestran, ofreciendo datos como que el 92'1% de los periodistas en España poseen título de Escuelas de Periodismo, de Facultades o de “Masters”, superando a los de otras naciones, como Estados Unidos (39%), Francia (32%) o Gran Bretaña (4%). Ello pone de manifiesto la confianza en la formación de los periodistas frente al intrusismo en un país como el nuestro donde no está regulado el acceso a la profesión y cualquiera que sea contratado por un medio puede ejercer tareas de comunicador. 
 


 

     A finales del siglo XIX aparecen las primeras tentativas de formación para los profesionales del periodismo, como el curso organizado por Fernando Araujo en Salamanca en 1887. Igualmente, instituciones como la Asociación de la Prensa de Madrid y la Revista Política y Parlamentaria abogaron desde entonces por la constitución de estudios de periodismo. Tanto en el Congreso Internacional de Prensa de Burdeos (1895) como en el de Berna (1902) se oyeron propuestas de su organización como carrera, que tuvieron eco en publicaciones como el folleto La Carrera de Periodismo, publicado en 1923 por Fernando Terrén Palacín, si bien en España no llegaría a materializarse hasta 1971. 

     En 1926 surgió la Escuela Libre del diario católico El Debate, dirigido por Ángel Herrera Oria, que comenzó a impartir sus estudios, de cinco años de duración, en 1932 y no pudo completar un ciclo por ser suprimidas ambas instituciones por el Gobierno del Frente Popular al declararse la Guerra Civil. Durante el desarrollo de la contienda se produjo el Seminario Nacional de Estudios Periodísticos (1937), patrocinado por el sacerdote navarro Yzurdiaga Lorca, Delegado Nacional de Prensa y Propaganda. Posteriormente, en 1942, se abre la Escuela Oficial de Periodismo, instalada en la Agencia EFE, con un plan de estudios de clara orientación política.  

     En 1947 se inician los Cursos de Periodismo en la Universidad Internacional de Santander, bajo la dirección de Martín-Sánchez. Desde entonces, proliferan tanto los cursos como las publicaciones relacionadas con la teoría y la práctica, entre las que destaca la primera Enciclopedia del Periodismo (1953). El Título de Periodismo se había reconocido oficialmente por parte del Ministerio de Información y Turismo en 1951. 

     Se fundaron varios organismos, como el Instituto de Periodismo del Estudio General de Navarra (1957) o la Escuela Oficial de Periodismo de Barcelona (1968), pero las primeras Facultades de Ciencias de la Información que abrieron sus puertas fueron las de la Universidad Complutense de Madrid, la Autónoma de Barcelona y la de Navarra, en 1971. Seis años más tarde, y dependiente de la Universidad Autónoma de Barcelona, se formó la Unidad de Ciencias de la Información en la Universidad del País Vasco. 

     Estos cuatro enclaves forman las principales Facultades de Ciencias de la Información: aunque fueron pioneras, los estudios universitarios de Periodismo están muy extendidos en todo el territorio nacional. En el curso 2003/2004, la Licenciatura en Periodismo se impartía en 30 centros o facultades, 12 de ellas de titularidad pública. 

     Como se ha referido anteriormente, el ejercicio de la labor periodística exige de una formación amplia, como ponen de manifiesto autores como Ángel Benito, que indican que ha de contener: 

 

      Existen otras corrientes que priman extender y profundizar la cultura general, aplicar prácticamente el conjunto de estos conocimientos en el ejercicio del quehacer periodístico en sus diversas funciones y desarrollar en los estudiantes las aptitudes psicológicas, la rectitud moral y la fuerza de carácter que les permitirán ser agentes conscientes y activos de la promoción profesional. Tal es el planteamiento defendido por del Director de la Escuela Superior de Periodismo de la Universidad Católica de Lille, Robert Hennart. 

     Sin embargo, desde otros autores, e incluso por parte del alumnado, se insiste en la necesidad de adecuar los Planes de Estudios a la realidad experimental, lo que se entiende como más conectado con lo que será el futuro ejercicio de la profesión. Las quejas se centran en puntos como el tratamiento más profundo que se imparte en materias tradicionalmente universitarias (Historia, Literatura, Sociología...), lo que llamaríamos "cultura general", en detrimento de otras asignaturas que, en puridad, se consideran más relacionadas propiamente con el Periodismo (Información Periodística, Ética y Deontología Profesional, Empresa Informativa...), llegando a cotas de mínimo desarrollo en lo que se refiere a conocimientos técnicos (radio, televisión, informática, idiomas...). Ilustran esta situación las palabras pronunciadas por Gabriel García Márquez en 1996 ante la Asamblea General de la Sociedad Interamericana de Prensa: “Tal vez el infortunio de las Facultades de Comunicación Social es que enseñan muchas cosas útiles para el oficio, pero muy poco del oficio mismo”. 

     La nueva configuración del periodista, con grandes componentes digitales o electrónicos, hace que el desarrollo real del trabajo se asemeje cada vez menos al de los profesionales de hace unos años. Lo que se exige de la Universidad es que adecue sus enseñanzas al nuevo entorno; y probablemente la solución pasa por una colaboración estrecha y coordinada con las empresas del sector, y por el establecimiento de verdaderas prácticas, útiles y regladas, que proporcionen al estudiante una experiencia inicial y le faciliten la introducción en el mundo laboral. 

      En cuanto a las salidas profesionales, los licenciados están capacitados para la dirección de periódicos, revistas o emisoras de radio y televisión, aunque las ocupaciones más corrientemente abiertas  y ofertadas tienen destinos como los que siguen: 

 
 
 
 
 
 
 
 

     En el nuevo entorno creado por la aparición de las tecnologías de la información, y dadas sus características de innovación permanente, es preciso que los periodistas se conciencien de su necesidad continua de reciclaje. Ello permite mejorar la calidad y la organización del trabajo, incrementar la competitividad, y promover la seguridad en el empleo. Tal requisito ya ha sido reconocido por los empleadores, que buscan en los nuevos titulados perfiles más acordes con lo explicado y que proporcionen a las empresas una ventaja competitiva. Sin embargo, los trabajadores a los que las nuevas tecnologías les encontraron ya en pleno ejercicio de la profesión, al modo más tradicional, deben hacer un esfuerzo de motivación para readaptar y para desarrollar su capital humano. Ellos, junto con los de más edad, son las víctimas más probables de los recortes laborales. 

     En general, los empleadores no proporcionan formación a los trabajadores autónomos ni al personal con contratos de corta duración o a tiempo parcial. Las pequeñas y medianas empresas, que son las que registran una tendencia de crecimiento más dinámico del empleo, no pueden ofrecer actividades de formación, sino que dependen casi exclusivamente de las cualificaciones adquiridas por sus profesionales en la educación académica, en la experiencia previa o en la formación por propia iniciativa.  

     Es evidente que serían necesarios unos programas de formación, a través de las asociaciones profesionales o de los interlocutores sociales, que proporcionaran formación continuada y asequible a todo el personal, independientemente de cuál sea su edad, sexo o situación contractual. La práctica empresarial existente suele excluir de estos planes a las mujeres, los contratados temporales o parciales, los tele-trabajadores y los trabajadores de más de 45 años, que deben realizar su reciclaje a su propia costa. Desde instituciones como la Comisión Europea se trata de paliar estas situaciones con iniciativas como el programa MEDIA (2001-2005), basado en la cooperación entre los interlocutores dedicados a actividades de formación: centros especializados de formación, compañías de producción y de distribución, sindicatos, etc. 
 

     Bajo estas denominaciones anglosajonas se recoge al colectivo de los profesionales autónomos que, por su propia cuenta y riesgo, realizan informaciones que ofrecen para su compra a los medios, y cuyo número, con la llegada de las nuevas tecnologías, es cada vez mayor. Según un informe mundial de la FIP, suponen hoy en día cerca del 23% del total de los trabajadores de los medios de comunicación, aunque su número sería incluso superior, en opinión del presidente de Free Lance International Press, Virgilio Violo. La mayoría de los nuevos “stringers” suelen ser jóvenes que se inician en el periodismo, excepto en algunos países como Finlandia y Alemania, donde también los más maduros se apuntan a esta tendencia. El crecimiento se observa, sobre todo, en la prensa escrita, seguida de los nuevos servicios de información y de los medios electrónicos. 

     Los periodistas independientes han sido, en general, los que antes y con más provecho han explotado las nuevas tecnologías, que les han permitido fortalecer su posición en el sector: los expertos de las más variadas materias están disponibles para entrevistas o comentarios en cualquier parte del mundo. Además, el correo electrónico facilita el trabajo a domicilio, y existe una mayor flexibilidad y una fortísima posibilidad de aceptar un encargo desde cualquier punto. Sin embargo, su proliferación ha construido un mercado leonino, con una competencia desleal y precios muy bajos. Se ven obligados, muchas veces, a malvender trabajos de elevado coste y a rivalizar, casi siempre, con agencias improvisadas con trabajadores en precario o con principiantes que intentan hacerse un hueco en el sector. Sus ingresos son irregulares, con periodos de sequía económica, como ocurre mientras elaboran un reportaje o gestionan su venta. 

     Este tipo de profesionales está muy poco amparado por las leyes, su regulación jurídica sigue siendo muy difusa, y cuentan con poca cobertura social y profesional. Su mayor respaldo pasa por la afiliación sindical que, en muchos países, les permite recibir una acreditación oficial, oportunidades de formación continuada y tener representación en el diálogo social. Sin embargo, en otros países, los sindicatos tienen incluso restringida la capacidad de negociación en nombre de los “freelancers” a causa de las leyes de la competencia, que impiden, por ejemplo, que se llegue a acuerdos para fijar unas estructuras para el pago de sus tarifas. En ese sentido, se aboga por el establecimiento de contratos, donde se fijen las tarifas de precios en función de variables como la extensión, la novedad o la peligrosidad de los reportajes.  

     Tradicionalmente, los periodistas independientes han venido vendiendo sus colaboraciones con el objeto de que el medio las editara una vez, pero la existencia de grandes compañías “multimedia”, que utilizan los mismos contenidos en distintas publicaciones del grupo, o en distintos formatos (CD-ROM, WEB), hacen necesaria una reglamentación para la renegociación de los honorarios por el uso posterior de los trabajos que, en muchos casos, supone una parte importante de sus ingresos. Algunos tribunales de Francia y de Estados Unidos han dado ya la razón a las asociaciones de periodistas en este sentido. Medidas de regulación y de protección de este tipo contribuirán a fortalecer las bases de la industria y a estimular la creatividad. 

     Los empresarios son reacios a reconocer los derechos de los “freelancers”, aunque consideran imprescindible que el periodista en estas condiciones disponga de un buen equipamiento técnico y mantenga una formación continua que le permita dominar las nuevas tecnologías, pero siempre por cuenta del profesional. A pesar de ello, y según el Informe Mundial sobre la situación de los periodistas autónomos elaborado por la FIP, el futuro de la profesión se orienta en buena parte, y cada día más, en esa dirección, aunque su situación laboral es cada vez más difícil y vulnerable. 
 

     Se trata de profesionales que trabajan al servicio de una o varias empresas y realizan los encargos informativos de éstas, conforme a sus directrices, pero sin contrato laboral. No deben confundirse con los “freelancers” (que realizan sus informaciones por su propia cuenta y riesgo), ya que en el caso que nos ocupa existe una relación habitual y un suministro constante, a veces diario, de informaciones previamente encargadas o realizadas conforme a un acuerdo previo, ya sea escrito o verbal, y cobran “a tanto la pieza”. Ello no impide que no se encuentren físicamente integrados en la Redacción de la empresa, aunque siempre bajo las indicaciones y el control último del empresario informativo.  

     Sin embargo, las prácticas empresariales actuales hacen que se trate de una plantilla encubierta, ya que los colaboradores están, la mayoría de las veces, totalmente integrados en la estructura de la empresa, contemplados en sus presupuestos, a plena disposición y en exclusiva. Los periodistas realizan gran parte de su trabajo, cuando ello es posible, desde las propias Redacciones, aunque tienen los agravantes de correr con frecuencia con los gastos de desplazamiento, de no disponer de dietas en los viajes y, en el caso de los periodistas gráficos, deben contar con su propio equipo, asumiendo los riesgos de averías, de deterioro o de robo.  

     Este colectivo debe estar a plena disposición de la empresa, puesto que los responsables de la información cuentan habitualmente con su trabajo en sus programaciones, lo cual lleva, en muchos casos, a la exclusividad, fundamentalmente por dos razones: la primera es que la intensidad de las tareas informativas encargadas por el medio hace imposible que se colabore con otros; y, por otra parte, la ética profesional impide que los profesionales colaboren con medios que se encuentran en directa competencia. Así las cosas, los periodistas “a la pieza” se ven obligados, de forma directa o velada, a aceptar exclusividad y una plena disposición con respecto a un solo medio para asegurarse sus ingresos, aunque éstos sean irrisorios. 

     Las tareas específicas que cubren los colaboradores suelen centrarse en áreas informativas determinadas, siendo una figura habitual en corresponsalías locales y provinciales. Esta figura es cada vez más frecuente, dada la necesidad de los medios de cubrir ámbitos geográficos o especializados más amplios, y vistas las posibilidades actuales de transmisión y de tele-trabajo.  

     Sus contratos son de tipo mercantil, y las empresas suelen exigir la renuncia a los derechos de autor que establece la Ley de la Propiedad Intelectual y el que se ceda el derecho de explotación de sus trabajos con carácter de exclusividad y sin limitación alguna. En tales acuerdos, la tónica es fijar una cantidad económica máxima, con independencia de los trabajos que efectivamente se realicen o se publiquen.  

     Paralelamente, este grupo de trabajadores sufre similares desventajas que los independientes en cuanto a reconocimiento de derechos sociales y laborales: son víctimas de numerosos agravios comparativos, ya que carecen de horario, no disfrutan de vacaciones remuneradas ni libranzas, son utilizados para sustituir a los trabajadores de plantilla en fiestas y en vacaciones... Y esa precariedad influye poderosamente en la independencia de los periodistas a la hora de elaborar sus informaciones.  
 

     Ya se ha apuntado el carácter vocacional de la profesión de periodista, así como la necesidad social de la existencia de unos profesionales formados y con la independencia y el sometimiento a un código deontológico suficiente para afrontar la labor de interpretar los hechos y de ofrecerlos al público. Se han abordado cuestiones relativas al funcionamiento del sector: formación universitaria, parámetros de calidad en las informaciones, prácticas empresariales, tendencias laborales, introducción de nuevas tecnologías. Por lo tanto, nos resta conocer el perfil sociológico (rasgos culturales y sociales, edad, sexo, formación continuada) y el ambiente puramente laboral (contratos, sueldos, horarios, satisfacción laboral) en el que los periodistas llevan a cabo diariamente su mandato constitucional de servir al derecho de los ciudadanos a ser informados de manera plural, veraz, contrastada e independiente.  

     En este sentido, y centrándonos, sobre todo, en lo que ocurre en nuestro país, no existe una larga tradición de estudios que aborden la situación de los profesionales de los medios de comunicación. Ello es debido a diferentes factores, entre los que se podría mencionar la reciente trayectoria de sondeos sociológicos en referencia a sectores profesionales, y en concreto, al sector de los media; y, por otra parte, es patente la reticencia de los profesionales de la comunicación a ser analizados por agentes ajenos a la profesión (los índices de respuesta a cuestionarios suelen oscilar en torno al 30%). En consecuencia, la proliferación de informes acerca de la profesión periodística en nuestro país data de la década de los 90, comenzando por un sondeo de Demoscopia por encargo de la Asociación de la Prensa de Madrid y basado en una encuesta a más de 700 periodistas de toda España.  

     Al citado trabajo científico siguieron otros muchos, promovidos tanto por las Universidades como por los colectivos y las organizaciones profesionales, bien sea a nivel nacional como regional, así como se dieron numerosos artículos y publicaciones, destacando el informe publicado por el Centro de Investigaciones Sociológicas en el año 2000, elaborado a partir de un sondeo realizado por el Departamento de Comunicación Pública de la Universidad de Navarra, en colaboración con el profesor David Weaver, de la Universidad de Indiana.  
 

     De la comparación de los resultados de los estudios realizados en los últimos 10 años se infiere un rejuvenecimiento de los periodistas españoles: si en 1990 la media de edad era de 41 años, en 1994 se rebajó a 40, y los datos para 2000 fueron de 34 años, observándose un aumento considerable en el tramo de edad correspondiente a 25-35 años (aproximadamente la mitad de los encuestados), correspondiendo únicamente un 11'5% a profesionales de más de 45 años. 

     En los países de nuestro entorno ocurre una situación similar: Estados Unidos (36 años), Gran Bretaña y Alemania (38 años), Francia, Canadá y Finlandia (40 años). 

     Probablemente, este fenómeno sea debido a la reciente aparición de numerosas Facultades de Ciencias de la Información en nuestro país, con la posibilidad de obtener titulación académica, así como por la estabilidad democrática tras la etapa de la Transición, que ha permitido el desarrollo de la labor informativa con unas garantías de libertad y de pluralismo que no eran posibles con el anterior régimen dictatorial, juntamente con la aparición de nuevos medios, que han tenido un "efecto llamada" para los jóvenes. 

     Sin embargo, los directivos de las empresas de comunicación están viendo con cierta reticencia este rejuvenecimiento, ya que cualquier oficio precisa de altas dosis de experiencia y de madurez para dar un buen grado de calidad; y máxime cuando se trata de la labor de mediación e interpretación que suponen los medios.  
 

     Los resultados demoscópicos arrojan datos de que el periodismo, en nuestro país, sigue siendo una profesión con presencia mayoritaria de los hombres. Sólo una media del 34% de mujeres ejercen la profesión periodística, aunque se observa en el último decenio una masiva incorporación femenina, que incluso llega a dominar en el tramo de edades comprendidas entre los 21-25 años (58% mujeres-42% hombres), y casi se encuentra a la par hasta los 30 años. Tal afluencia se constata si partimos del 17% que suponían en 1990, o el 25% en 1995. 

     También en este apartado influye poderosamente la existencia de los estudios universitarios, aunque a la hora del ejercicio profesional sean muchas las mujeres a las que les resulte imposible compatibilizar una carrera y una familia, y por ello abandonen aquélla durante la treintena (el 78% de las mujeres periodistas tienen menos de 35 años). Sin embargo, esta tendencia está cambiando, incluso a nivel internacional, con la asunción de responsabilidades domésticas y en el cuidado de los hijos por parte de los hombres. 

     Las circunstancias son similares para las mujeres en el resto del mundo: en Estados Unidos, Australia o China rondan el porcentaje de participación español. Otras localizaciones, como Francia (20%), Gran Bretaña (25%), o Alemania (30%), aún no han llegado a los niveles de participación femenina que se dan en nuestro país. 

     Sin embargo, los problemas para alcanzar puestos de responsabilidad son similares para las mujeres en todo el mundo. Si bien es cierto que desempeñan labores en todas las secciones (redactoras, columnistas, presentadoras, comentaristas deportivas, cronistas políticas, reporteras de guerra...), pocas son las directoras o redactoras jefe. Se habla de la existencia de un "techo de cristal", expresión creada en la década de 1970 que simboliza un “muro transparente, pero sólido, hecho de actitudes y de prejuicios organizativos”, según se ha definido más recientemente por Linda Wirth, de la Oficina de la OIT para la Igualdad entre Géneros, en un estudio titulado “Breaking the glass ceiling: Women in management”, en donde se examinan datos sobre el avance y los obstáculos de las mujeres para conseguir puestos directivos.  

     En los últimos años se ha teorizado mucho acerca de los motivos para que, dada una igualdad en la formación entre hombres y mujeres, éstas sigan concentradas, a escala mundial, en las formas más precarias de trabajo, a pesar de los avances en desarrollo social y en igualdad entre géneros. Se habla de factores socio-culturales, de estereotipos sociales, de la conjunción de responsabilidades laborales y familiares, de la herencia cultural de sumisión al hombre y de la sobreprotección de éste (lo que explicaría el reducido número de mujeres corresponsales de guerra, aunque se ha observado un incremento en este capítulo en la cobertura del reciente conflicto de Irak). La única categoría profesional de los medios de comunicación en la que predominan las mujeres es en la de presentadoras de televisión. 

     Un estudio de la FIP de 2000 reflejaba que alrededor de un 40% de los periodistas en Europa y en el continente americano eran mujeres, aunque sólo el 3% y el 5%, respectivamente, ocupaban puestos de decisión. En África, la proporción de mujeres era del 25% (1’4% desempeñando responsabilidades), y en Asia representan un exiguo 12% de la profesión, con un irrisorio 0’1% de puestos de dirección femeninos.  

     También en el apartado económico resultan desfavorecidas porque, aunque ejerzan puestos de igual categoría profesional que los hombres, y tengan similares niveles y años de experiencia, continúan cobrando menores sueldos que ellos. Algunas de las principales empresas de difusión y editoriales en países como Australia, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Finlandia, Irlanda, Reino Unido y Sudáfrica aplican políticas innovadoras en materia de igualdad de oportunidades. Aunque algunas de ellas están en marcha desde el decenio de 1980, la realidad es que se está muy lejos de una situación equitativa que permita un aprovechamiento del talento de las mujeres, aunque hace falta, ya que, como señala Juan Somavia, Director General de la OIT,“mejorar la igualdad entre géneros en el lugar de trabajo no es sólo lo correcto, sino también lo inteligente”. 
 


 

     Los resultados de un sondeo publicado por Demoscopia indican que los medios confían mayoritariamente en los Licenciados en Comunicación: el 92'1% de los periodistas tienen este tipo de estudios, tanto a través de Escuelas de Periodismo, Facultades o por la realización de “Masters”. Sólo el 1'7% de los profesionales tiene estudios elementales o de bachiller, y el resto (el 98'3%) posee otra preparación universitaria. Estos datos están muy por encima de los observados en otros países, como Estados Unidos (38%), Francia (32%), o Gran Bretaña (4%).  

     Sin embargo, ese buen nivel inicial no se ve progresivamente reciclado, ya que sólo la mitad de los periodistas se han vuelto a ocupar de actualizar sus conocimientos tras dejar la Universidad; y poco más de un tercio de ellos consulta habitualmente revistas especializadas en comunicación. Se esgrimen razones como la falta de tiempo libre para justificar esta situación, e incluso se afirma tener interés en ampliar conocimientos en materias como idiomas, periodismo de investigación, informática, diseño y recursos humanos. 
 

     Las largas jornadas son propias de la profesión, así como la sujeción a los horarios que impongan los acontecimientos de la actualidad. El periodista debe cubrir la noticia donde y cuando ocurre, y de ahí la importancia del componente vocacional. No es tanto el sueldo recibido cuanto la satisfacción del deber cumplido lo que hace que el profesional de la comunicación, en un porcentaje del 22'7%, supere las diez horas diarias de trabajo, y que el 70% de este colectivo tenga una jornada superior a la habitual de 8 horas en otras profesiones. 

     En este apartado, España ofrece los datos más elevados de jornadas de trabajo, ya que la componente cultural de nuestro país en cuanto a horarios vitales, comerciales y sociales difiere mucho de la de nuestros vecinos. En Francia, Alemania o Gran Bretaña finalizan las jornadas laborales habituales entre las 5 y las 6 de la tarde. Incluso los periódicos cierran sus ediciones del día siguiente a esa hora. Sin embargo, en nuestro país, tal circunstancia no se da, llegando a producirse presentaciones y ruedas de prensa a las 9 de la noche, máxime si se trata de reuniones parlamentarias, encuentros deportivos o cualquier otro evento social que, de modo habitual, se repiten como parte de nuestra configuración mediterránea. Se trata, como es de suponer, de unas informaciones que los periodistas deben cubrir.  
 

     Los convenios colectivos acordados, a nivel nacional, para los sectores de la Prensa no diaria y de la Prensa diaria en los últimos años han supuesto un marco de regulación para, entre otros epígrafes, normalizar los sueldos de los profesionales de los medios de comunicación. El Convenio Colectivo de Prensa No Diaria establecía, para 2003, y como ejemplo, que el salario mínimo de un redactor era de 983’38 €, y el de un documentalista de 840’79 €.  

     En el sector de la Prensa Diaria, más tardío a la hora de establecer un acuerdo marco laboral, el primer convenio tenía vigencia desde el 01/01/2000 hasta el 31/12/2002, y en él se distinguían 7 grupos profesionales dentro de la organización de las empresas mediáticas. Así, se introdujeron las bases de las retribuciones del personal, compuestas de un salario de partida dependiente del grupo profesional de pertenencia, al que se suman complementos (personal y del puesto de trabajo), y otras variables de antigüedad, de nocturnidad y de trabajo dominical. Los redactores quedaban encuadrados en el Grupo 3, al cual correspondía un salario mínimo anual de 2.565.000 pts (15.415’96 €) para 2001. Otras novedades del convenio suponían la regulación de los contratos en prácticas, una figura muy utilizada en las Redacciones, estableciendo para ellos un periodo mínimo de 6 meses y un máximo de 2 años, y fijando unas retribuciones del 70% y el 80% del salario mínimo del grupo para el primer y el segundo año de prácticas, respectivamente. 

     Los datos de los que se dispone, a través del sondeo publicado por Demoscopia en 2000, expresan que más del 70% de los periodistas cobraban menos de 120.000 Pts. (720 €), correspondiendo este colectivo a profesionales de menos de 25 años. En la franja de edad 25-30 años, el 70% cobraba menos de 200.000 Pts. (1.200 €), y se observaba un incremento salarial conforme se ascendía en los grupos de edad. Sólo un 24’7 % de los profesionales recibía un salario superior a las 300.000 Pts. (1.800 €), poniéndose de manifiesto la gran diferencia que existe entre el selecto grupo de élite en el periodismo (5’6% cobraba más de 500.000 Pts. – 3.000 €) y la pésima tónica general del sector, en un estado más precario. 

     Tal disparidad en los sueldos se ve preocupantemente agravada por situaciones tales como las fórmulas de prácticas obligatorias durante la realización de “masters”, de extensa proliferación en la actualidad por lo que suponen de mano de obra barata en disposición de sustituir a periodistas de plantilla, y que dan como resultado que el alumno pague por trabajar. Igualmente, es necesario subrayar el menor nivel de ingresos de los periodistas digitales con respecto a sus colegas que realizan el trabajo tradicional, incluso tratándose del mismo medio. 

     Los informadores protestan por los sueldos tan bajos que perciben, por su precariedad laboral, por los intempestivos horarios a los que están sometidos, por el estrés intrínseco al ejercicio profesional, pero continúan en los medios porque reciben otras compensaciones, no monetarias, que tienen mucho que ver con las razones que los llevaron a las Facultades de Ciencias de la Información, con la curiosidad, con la necesidad de contar historias y de que alguien las lea. 
 

     El periodista Manuel Leguineche introducía el tema a debate con estos interrogantes: “¿Nos hemos preguntado por qué los periodistas publican cada vez más libros? ¿Por qué tienen buenos amigos en los suplementos literarios? ¿Será porque la prensa nos deja insatisfechos? 

     Abordados ya a estas alturas los numerosos problemas laborales y profesionales que se dan en el sector, y la misma situación socio-laboral de los comunicadores, nos queda analizar las razones que expliquen su permanencia en los medios a pesar de la generalizada precariedad, de la extensión de los horarios, de la exigüidad de los salarios y de la competencia feroz. Los estudios sociológicos se han ocupado de analizar las variables que explican este hecho, ya que un tercio de los periodistas españoles decían, a finales de la década de 1990, no haber pensado nunca en abandonar la profesión.  

     El ejercicio del quehacer periodístico reporta unas compensaciones que no otorgan otras profesiones: las Redacciones son espacios bulliciosos y agitados donde siempre están sucediendo cosas; los periodistas son los primeros en conocer los sucesos, e incluso en asistir a ellos; les brinda la oportunidad de tratar con personalidades, tanto en el ámbito social como en el político y en el cultural, algunas veces incluso en condiciones de igualdad; les reporta una cierta dosis de preeminencia social, al ser conocidos y reconocidos por el público.  

     A cambio, entre las razones esgrimidas por los profesionales que confiesan haber pensado alguna vez, o muchas veces, en abandonar la profesión (un 39’8% en 1999, según una encuesta publicada por el CIS) destaca la ausencia de tiempo libre para dedicar a la familia y a los amigos, así como el combate contra el estrés. No parece, a la luz de estos datos, que los bajos salarios sean definitivos a la hora de pensar en dejar el ejercicio periodístico, aunque sí lo son otros factores ligados al día a día laboral, como pueden ser el desarrollar el trabajo en un ambiente de iniciativa, alejado de la rutina y de la burocracia, que no consista en reproducir lo que otros dicen que ocurre, sino que se generen temas propios y se salga a buscar la verdadera noticia. Cuando se da al redactor voz en la organización de la Redacción, autonomía periodística, y, más aún, cuando dispone de la posibilidad de ascender, se hace más combativo, más activo, más ventajoso para el medio y, por añadidura, está más satisfecho con su trabajo y dispuesto a aguantar el estrés, las prisas, la tensión y hasta la escasez económica. 
 

     Según se desprende de un informe emanado de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), tras la Reunión tripartita sobre el futuro del trabajo y de la calidad en la sociedad de la información: sector de los medios de comunicación, la cultura y las industrias gráficas, celebrada en Ginebra en octubre de 2004, el impacto que suponen las nuevas tecnologías y las expectativas que éstas generan están provocando una revolución en la configuración de las empresas mediáticas, así como en las condiciones de empleo de los profesionales a nivel global.  

     Se conoce que la prensa escrita tiene diariamente más de 1000 millones de lectores en el mundo, y que la prensa digital ya va por los 2'6 millones. Es posible que los nuevos medios de comunicación capten una parte de los lectores, de los oyentes y de los telespectadores, apartándolos en cierta medida de los periódicos, de la radio y de la televisión, y que ello suponga el declive de algunos de los medios tradicionales. En 1994, los medios impresos representaban el 57% de la industria de la comunicación, mientras que los electrónicos representaban el 43%. Se prevé que en 2005 las proporciones sean del 34% y del 66%, respectivamente. El mercado laboral se amplía para los nuevos Licenciados en Periodismo, que ven cómo existen otras oportunidades distintas a las que ofrece el sempiterno trinomio compuesto por prensa, radio y televisión. Una estimación de la Oficina de Estadísticas del Trabajo de Estados Unidos de 2002 arrojaba el dato de que alrededor del 7% del empleo dedicado a la difusión por Internet correspondía a escritores, redactores y periodistas. La demanda de reporteros y de redactores se mantiene, ya que no hay motivo para pensar que partes considerables de ese trabajo puedan ser automatizadas.  

     No obstante, al mismo tiempo, los periodistas digitales han de realizar múltiples tareas, algunas muy técnicas y más bien poco vinculadas a su condición profesional, y que no están reconocidas ni valoradas en su contrato, pues los salarios siguen aún siendo más bajos para los periodistas digitales que para los de los medios tradicionales. Según expresó Pedro Manuel Moreno, Vicesecretario General de Comunicación de la Delegación Española de la UNESCO, "el 40% de los periodistas se declaraban analfabetos tecnológicamente, preguntados sobre sus capacidades para asumir los avances de la Sociedad de la Información", tomando como base y referencia un estudio realizado por la Federación Internacional de Periodistas, que es el organismo que más profesionales de la información aglutina a nivel mundial. En concreto, y según estadísticas de 2003, más de medio millón de profesionales estarían en esta tesitura. 

     Las previsiones para los profesionales de los medios de comunicación en el intervalo 2002-2012 estiman que aumentará la demanda de editores y de redactores (un 16% en Estados Unidos), entre los que habría un significativo desplazamiento hacia el periodismo “on line”, mientras que el número de puestos de trabajo para locutores de radio y de televisión disminuirá (debido a la fusión de emisoras de radio y de televisión, y al cambio tecnológico), con una tendencia a la estabilidad en el número de reporteros y de corresponsales. Una buena parte de la nueva oferta de trabajo se destinará a personas con movilidad geográfica, bien formadas, polivalentes (lo suficientemente expertos en herramientas tecnológicas que les permitan reproducir y reportar las noticias sin depender de terceros), adaptables y con un buen dominio del inglés. 

     El sector está en fase de plena evolución, y existe una preocupación al respecto por parte de las organizaciones internacionales en cuanto al futuro de los profesionales de los medios de comunicación, como ponen de manifiesto las observaciones de Juan Somavia, Director General de la OIT, durante la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información en diciembre de 2003: "Los trabajadores de la sociedad de la información necesitan protección. Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) pueden tener un efecto empobrecedor en las aptitudes, hacer que el trabajo sea mal remunerado, monótono, desenfrenado, estresante o precario, como lo evidencian los altibajos del NASDAQ. Las fronteras se desdibujan, el trabajo puede realizarse en cualquier momento y en cualquier lugar. Algunos trabajos están condenados a desaparecer. Son éstos los verdaderos problemas que se plantean y que deben abordarse, junto con las ventajas derivadas de las TIC. En el sector de los medios de comunicación peligra la vida de los periodistas que trabajan en medio de los conflictos, que son víctimas de persecución política o que contribuyen a sacar a la luz casos de corrupción. Así murió un centenar de periodistas el año pasado".  

     El mejor modo de reducir el número de bajas pasa por la preparación y por la capacitación de los periodistas, y éstos y sus organizaciones deberán garantizar una atención a la salud y una protección social adecuada para los profesionales en situaciones especialmente peligrosas. Una iniciativa de la FIP ha consistido en la publicación de la guía Live News: A survival guide for journalists. No en vano más de 1000 profesionales de los medios de comunicación han perdido la vida en el desempeño de su trabajo durante los 10 últimos años, 53 sólo en 2004. 

     En la misma línea internacional, durante el I Encuentro de Periodistas del Mediterráneo (Almería, abril 2005), periodistas pertenecientes a sindicatos y asociaciones profesionales de 24 países del área mediterránea acordaron proponer a gobiernos y empresas la aceptación de un Estatuto del Corresponsal de Guerra. En él se solicita que sea el enviado a la zona conflictiva, y no su empresa, quien adopte en cada momento las decisiones que estime convenientes. De igual modo, se pide que sea relevado de ese trabajo en cuanto lo requiera y que viaje siempre con todas las garantías, seguros y medios: chaleco antibalas, casco, botiquín, teléfonos o instrumentos adecuados para transmitir la información, además de otros útiles recomendados para su seguridad. También se alerta del peligro que suponen los llamados “periodistas empotrados” (reconocidos en la reciente invasión de Irak, 500 de los cuales acompañaron al Ejército de EE.UU.), que viajan a la zona de guerra junto a una de las partes en conflicto, no sólo por su seguridad, sino porque su libertad de información se ve coartada al tener que aceptar no difundir las noticias que la fuerza que les alberga no considere convenientes, sesgando así la información que proporcionan. 

     En lo concerniente a la configuración laboral interna de las empresas de comunicación debe flexibilizarse, aunque los mayores esfuerzos están viniendo por parte de los trabajadores. Algunas de las principales corporaciones de los medios de comunicación se consideran como empresas antisindicales o sin sindicatos. Los periodistas que aparecen en plantilla son muy pocos, proliferando las figuras de los trabajadores autónomos, por contrata o temporales. Muchos tienen contratos de corta duración, trabajan en régimen de subcontratación o forman parte del amplio sector de los contratados en prácticas, unas figuras que han proliferado por tratarse de una mano de obra barata. Un informe elaborado por Ibérica Comunicación, denominado Los medios de comunicación y las comunidades autónomas, revela que un 17% de los periodistas en activo de España trabaja sin contrato. Abundando más, la Agrupación General de Periodistas del País Valenciano, en su estudio Radiografía de la profesión periodística, indica que el 75% de los periodistas contratados están en precario, de manera temporal o por obra. Por lo tanto, la calidad y la durabilidad de los empleos se caracteriza por su inestabilidad, temporalidad y ausencia de prestaciones suplementarias o de cobertura de seguridad social (como vacaciones pagadas, protección de la maternidad, protección de la seguridad y la salud, jubilación…), al alcance sólo del personal permanente o de aquellos que disponen de medios para cotizar con cargo a sus propios recursos.  

     Se están produciendo avances en la negociación colectiva en nuestro país. El sector de la prensa periódica no diaria fue el primero en disponer, en 1999, de un convenio marco estatal para sus trabajadores, lo que no ocurrió con otros sectores como la prensa diaria y las agencias informativas, la radiodifusión privada, la radiodifusión pública y la televisión pública. Las relaciones laborales de los periodistas se han regido, en general, a través de convenios de empresa. En cualquier caso, los colaboradores y los “freelancers” son sistemáticamente excluidos de los convenios colectivos. 

     Aunque el sistema de convenios de empresa sigue en funcionamiento, en el sector de la prensa diaria se ha suscrito, en abril de 2005, el 2º Convenio Colectivo Nacional (el primero data del año 2000), con vigencia hasta el 31 de diciembre de 2006. El documento, que ha sido consensuado por la AEDE (Asociación de Editores de Diarios Españoles) y los sindicatos U.G.T. y CC.OO., y que, según datos del Libro Blanco de la Prensa Diaria 2005, editado por la propia AEDE, podría afectar a 12.600 profesionales, sirve de referencia, de estructura y de desarrollo normativo para el conjunto nacional. 

     Este Convenio refuerza las garantías de contratación, al considerar trabajadores fijos a quienes hayan tenido contrato temporal durante 24 meses continuados (frente a los 36 meses estipulados anteriormente), favorece el ingreso de trabajadores con contratos de duración determinada, formativos y a tiempo parcial, a la vez que contempla un aumento retributivo en los contratos formativos. Se incorporan, igualmente, medidas para la conciliación de las obligaciones laborales y familiares, mejorando las condiciones en supuestos de maternidad, guarda legal, adopciones, así como ampliando los periodos máximos de excedencia por necesidades familiares hasta 3 años. Resulta importante remarcar las recomendaciones recogidas en los planos de la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres y de la formación profesional continuada.  

     Pese a los avances en reglamentación, otros apartados, como son los derechos de autor, siguen en el mismo contexto de precariedad. Estas materias, que constituyen una parte importante y extremadamente valiosa del comercio electrónico, se encuentran insuficientemente protegidas: en el caso de las obras producidas por trabajadores con contrato de trabajo, el empleador adquiere automáticamente los derechos de autor. El supuesto de creaciones de los periodistas independientes registra una especial desprotección, a la vista de las prácticas de re-publicación y explotación comercial a escala internacional.  

     Thomas Mallon, gran experto en inter-textualidad, afirma que “Internet ha desdibujado las demarcaciones entre apropiación legítima e ilegítima, y que la clave no es tanto la información sino la selección para encontrarla: la navegación por contenidos y la conversación dinámica que desarrolla la Red Viva (World Live Web)”.  

     En nuestro país, los editores de diarios crearon en 2002 Gedeprensa, una sociedad para gestionar sus derechos de autoría, que se opuso a prácticas como los “press cliping” y los resúmenes de prensa. Se propone la reforma del artículo 32 de la Ley de Propiedad Intelectual (Real Decreto Legislativo 1/1996, de 12 de abril) para redefinir el derecho de cita e impedir la reproducción completa de textos y de artículos periodísticos en sitios que no sean los originales. No se pretende prohibir el envío de artículos entre usuarios ni a foros y listas de correo, así como tampoco el uso de enlaces, citas y otros contenidos. Para el desarrollo de la Red Viva, siguiendo a Mallon, es fundamental el derecho de cita, de reseña, y la capacidad de utilizar materiales y enlaces sobre los que se aporta un valor añadido a través de su enriquecimiento. 
 


 

3.-Trabajo de campo  

      Con este panorama de la profesión a nivel nacional e internacional, que nos ha brindado una serie de parámetros, de cifras y de resultados, nos pusimos en marcha para hacer un análisis, como ya hemos anticipado en la introducción de este trabajo, sobre las circunstancias profesionales de los periodistas en la ciudad de Murcia. El método para la obtención de datos fue el del sondeo, del cual ya teníamos un anticipo del año anterior. Las encuestas realizadas en 2003, y que arrojaron unas conclusiones muy interesantes, estaban constituidas por 55 preguntas repartidas en 157 variables. Para el desarrollo del nuevo estudio, que ahora nos ocupa, se eligieron otra vez los principales medios de comunicación de Murcia, es decir, se repartieron las encuestas en los medios más relevantes de los ámbitos de la televisión, de la radio y de la prensa, sin olvidar a las agencias de noticias 

      Por contextualizar un poco, hemos de señalar que los cuestionarios del primer estudio fueron entregados en el mes de febrero de 2003 a todos los periodistas de las Redacciones elegidas. La entrega se llevó a cabo por mediación de contactos establecidos previamente en estas empresas. El proceso de devolución de los cuestionarios fue el mismo, aunque la tasa de devolución no fue la esperada (las expectativas eran mejores), pues se devolvieron menos de la mitad de las encuestas contestadas. La duración del estudio fue de 3 meses, ya que la entrega se hizo en febrero y la recogida de las encuestas se efectuó a finales del mes de abril de 2003.  

      Por otro lado, las encuestas de este año 2005 están formadas por 65 preguntas repartidas en 201 variables. Se eligieron los principales medios de comunicación de Murcia en las esferas de la televisión, de la radio, de la prensa y de las agencias de noticias. Los cuestionarios se entregaron en el mes de octubre de 2004 y se recogieron en febrero de 2005. La entrega se llevó a cabo por mediación de profesionales contactados, igualmente, con anterioridad. El proceso de devolución de los cuestionarios se baso en un sistema idéntico, y asimismo se devolvieron contestadas menos de la mitad de las encuestas.  

      En estos estudios, tanto en el del año 2003 como en el del 2005, hemos omitido repartir los cuestionarios en los gabinetes de comunicación de Murcia, debido a la imposibilidad de controlar todo el personal que en ellos trabaja y a la dificultad de ser sólo una persona la encargada de repartirlos y de recogerlos (esta investigación no ha contado con financiación alguna). Sin embargo, sí hemos incluido los gabinetes de comunicación en nuestras variables, ya que muchos periodistas que trabajan en algún medio también lo hacen en gabinetes de comunicación o tienen a los gabinetes como un lugar idóneo para trabajar, con lo que pensamos que es importante contar con este factor en nuestras respuestas. Además, deseamos poder contar así con una base para estudios posteriores donde ser capaces tal vez de estudiar la situación real de todos los periodistas que trabajan en la Región, incluyendo ya a los gabinetes de comunicación. 

      Para la recogida de todos los datos, y su posterior análisis, se ha utilizado el programa SPSS 11.05 para Windows. Con este programa se pueden realizar tablas de frecuencias donde hallar la media, la varianza, etc. Se pueden sacar de estas tablas frecuencias y porcentajes de los pensamientos de los periodistas que han sido reflejados en los cuestionarios y que nos llevarán a extraer conclusiones válidas acerca de cómo ven los propios periodistas la profesión y su entorno de trabajo. 

      Creemos, pues, que con este trabajo, uniendo la teoría con la práctica, conseguimos ofrecer una idea completa y correctamente elaborada de los periodistas que trabajan en Murcia, haciendo hincapié en su situación, en su formación, en sus características y en sus condicionantes. 
 

     El antecedente de este estudio está en otro que realizamos entre los meses de noviembre y diciembre de 2002, y enero y febrero de 2003. Este último análisis comprendió desde octubre de 2004 hasta enero de 2005. La muestra utilizada en ambos estudios fueron los propios periodistas, titulados o no, que se encontraban en plantilla en los principales medios de Murcia. Con él intentamos hacer una radiografía de la situación de los periodistas murcianos desde el punto de vista profesional, laboral y personal, incidiendo, en el último supuesto, en los aspectos netamente informativos. Para ello se intentó realizar un censo, lo más completo posible, de los periodistas murcianos que están trabajando en los principales medios, al menos en aquellos que nos parecieron inicialmente de mayor interés. 

     Para poder realizar este censo de la manera más fiable posible nos dedicamos a llamar a las Redacciones de los medios de comunicación que iban a participar en la encuesta con el fin de que nos facilitaran los datos de los periodistas, ya fueran titulados o no, que se encontraban trabajando en esos momentos para ellos. De esta guisa confeccionamos una lista para distribuir posteriormente las encuestas.  

     Los medios donde se repartieron los cuestionarios en los años 2002-2003 fueron: en Prensa, La Verdad, La Opinión y El Faro; en Radio, nos fijamos en Radio Nacional de España, Onda Cero, Onda Regional, Cadena Ser y COPE; en Agencias de Noticias abarcamos EFE y Europa Press; y en el medio Televisivo, TVE, Canal 21 y Televisión Murciana. Esta última no pudo ser introducida en la memoria, ya que los directivos no permitieron repartir las encuestas a sus trabajadores y tomaron la decisión de no formar parte del estudio. La Cadena Ser tampoco pudo ser incluida en el estudio por problemas a la hora de recoger los cuestionarios. 

     En total se repartieron (sin contar ya a los periodistas de Televisión Murciana, ni a los de Cadena SER) 160 encuestas, siendo devueltas contestadas 61. Conviene subrayar que el nivel de respuestas en los cuestionarios no ha sido muy alto a pesar de estar cuatro meses con los cuestionarios repartidos en todos los medios. Por ende, una primera conclusión es, seguramente, la falta de interés por parte del gremio en este género de análisis. 

     El sondeo es una batería de preguntas, en concreto 65, abiertas unas y cerradas otras. Se ha utilizado Grafotest (sistema que permite industrializar las encuestas) en diferentes preguntas como son, a modo de ejemplo, las siguientes: en la pregunta 3, si se contesta la respuesta 5, se ha de pasar directamente a la pregunta cuatro; en la pregunta 16, si se marca la respuesta 1 ó 3, se ha de pasar directamente a la pregunta 18; en la pregunta 28, si se señala la respuesta número uno, se ha de pasar a la pregunta 30 directamente; y, en la pregunta 52, si la respuesta es la 2, pasará a la pregunta 54. 

     Los medios donde se repartieron los cuestionarios en el bienio 2004-2005 fueron: en Prensa, La Verdad, La Opinión y El Faro; en Radio, Radio Nacional de España, Onda Cero, Onda Regional, Cadena Ser y COPE; en Agencias de Noticias, EFE y Europa Press; y en el medio Televisivo, TVE, Info TV, Canal 6, Canal 21 y Televisión Murciana. Estas dos últimas no pudieron ser introducidas en la memoria, ya que los directivos no permitieron repartir las encuestas entre sus trabajadores y no quisieron formar parte del estudio. Los medios fueron semejantes en número y proporcionalidad a la anterior investigación, si bien el espectro se incrementó en el caso de la televisión, con dos empresas más. 

     En total se repartieron (sin contar ya a los periodistas de la Televisión Murciana, ni a los de Canal 21) 160 encuestas, siendo devueltas y contestadas 48. Tampoco en este caso el nivel de respuestas fue muy alto, a pesar de estar cuatro meses con los cuestionarios repartidos en todos los medios.  

     Para la codificación de las preguntas, se ha utilizado el programa SPSS 11.5 para Windows. Este programa es utilizado para el análisis estadístico de las variables que forman el cuestionario, lo cual nos ha permitido cuantificar las respuestas.  

      Para analizar las variables se ha de utilizar, primero, un análisis estadístico descriptivo, donde podemos hallar la moda, la varianza y la desviación típica. También utilizamos “Tablas de Contingencia”, donde se pueden y deben cruzar variables para poder llegar a conclusiones significativas. 
 

      Realización del Sondeo: María José Centenero de Arce, alumna entonces de 4º de Periodismo de la Universidad Católica San Antonio de Murcia; y Juan Tomás Frutos, Doctor en Ciencias de la Información y Profesor Asociado de la UMU. 

      Ámbito: Murcia Capital. 

      Tamaño de la Muestra: Universo total de periodistas que trabajan en los principales medios de Murcia capital, sobre un censo total estipulado de unos 160. La encuesta se aplicó a la población total de los 160 periodistas de prensa escrita, de radio, de televisión y de las agencias de noticias de acuerdo con un listado elaborado gracias la colaboración de la sección administrativa de cada uno de los medios de comunicación de masas que elegimos para la realización de las encuestas. 

      Tasa de devolución: De las 160 encuestas repartidas, fueron devueltas de manera apropiada, esto es, contestadas, 61, lo que equivale a una tasa de devolución del 38,13%. 

      Longitud y características del cuestionario: 55 preguntas, repartidas en 147 variables. 

      Tipo de encuesta: personal directa. Las encuestas fueron entregadas en mano a los destinatarios través de los contactos establecidos en las Redacciones. El proceso de devolución fue idéntico. 

      Fecha de realización del trabajo de campo: El periodo de trabajo de campo se concentró, como ya se ha indicado, durante los meses de febrero, marzo y abril del año 2003. En total, se efectuó durante tres meses. 
 

      Realización del Sondeo: María José Centenero de Arce, alumna, en este caso, de doctorado de la Universidad de Murcia; y Juan Tomás Frutos, Doctor en Ciencias de la Información y Profesor Asociado de la UMU. 

      Ámbito: Murcia Capital. 

      Tamaño de la Muestra: Universo total de periodistas que trabajan en los principales medios de Murcia capital, sobre un censo total estipulado de 160 (lo mantenemos tal cual, a pesar de haber transcurrido un año). La encuesta se aplicó a la población total de los profesionales de prensa, radio, televisión y de las agencias de noticias de acuerdo con un listado elaborado gracias, igualmente, a la colaboración de cada uno de los medios. 

      Tasa de devolución: Un total de 48 encuestas fueron contestadas, lo que supone una tasa de devolución del 30%. 

      Longitud y características del cuestionario: 65 preguntas repartidas en 200 variables. 

      Tipo de encuesta: personal y directa. Las encuestas fueron entregadas en mano a los destinatarios través de los contactos establecidos. El proceso de devolución caminó en sentido inverso. 

      Fecha de realización del trabajo de campo: El periodo de trabajo de campo se concentró entre los meses de octubre de 2004 y enero de 2005.  
 
 

    3.3.1. Interpretación de los datos de la encuesta del año 2003 

     A tenor de nuestros datos, la media de edad de los periodistas de Murcia es de 38 años, siendo en su mayoría hombres, con un 57,37%, aunque seguidos muy de cerca por las mujeres, pues son ya un 43% las que trabajan en los principales medios de la capital. Una incorporación que parece bastante asimilada por las empresas, dado que el 65,6% de los periodistas encuestados opina que ser mujer no constituye ningún obstáculo para acceder a puestos de responsabilidad. 

     Llama poderosamente la atención el alto índice de solteros, un 58,9% (esto podría ratificar uno de los tópicos más extendidos de la profesión periodística: la difícil conciliación con la vida familiar), frente al 32,1% de casados. Además, también es muy alto el número de periodistas que no tienen hijos, un 67,3%, o que no prevén tenerlos, un 28,9%. Asimismo, puede influir en no tener hijos la existencia de una media de edad muy joven. Pese a ello, un 34,2% piensa en tenerlos tras tres años o más: es éste un punto que se responde inequívocamente. 

     Otro punto que resultaba importante conocer para los autores de las encuestas, como es el intrusismo, queda bastante aclarado descifrando las respuestas. En las apreciaciones que hemos recogido, el intrusismo no está muy extendido en estos momentos en Murcia (al menos no en los medios citados), ya que el 72,4% son licenciados universitarios, quienes, además, obtuvieron en su día la licenciatura completa en Periodismo o en Comunicación, y hasta se da el dato de que el 5,2% tiene un doctorado en comunicación. Por el contrario, el 8,6% de los periodistas no tiene licenciatura universitaria, y el 6,9% no tiene ningún tipo de estudio específico. Se rompe con esta encuesta ese viejo tópico de que cualquiera ejerce la profesión, si bien es cierto que el cuestionario ha sido “pasado” tan solo en los medios reputados y que, al parecer, cumplen con la legislación vigente. Algunos rechazos que se han producido a la hora de obtener el parecer de los profesionales de determinados medios tiene mucho que ver con la falta de cumplimiento de las normas. 

     3.3.1.1. Las condiciones de trabajo

 

     En lo relativo a la situación laboral hemos visto que el 75,4% de los periodistas murcianos está contratado de forma fija a jornada completa, pero hay un 19,6% de los profesionales que trabajan en Murcia que cobra menos de 900 euros. El 44,1% de los encuestados considera que su situación se mantiene igual que hace dos años, y el 32,2% se muestra  optimista y considera que habrá un cambio a mejor en los próximos tiempos. 

     Igualmente, hay una percepción muy alta de que los sueldos que cobran son buenos o aceptables a nivel regional, aunque piensan que, a nivel nacional, los salarios de los profesionales son bajos. Por ello, nos explican, en Murcia el 66,7% no realiza otras actividades laborales, y, de aquellos que las realizan, el 73,6 % alega realizarlas por afición personal o por promoción social, y no exactamente por razones económicas. Esto, al menos, es lo que se nos afirma. 

     En líneas generales, un 43,9% de los profesionales piensa que la sociedad valora su trabajo como corresponde, aunque un 32,8% piensa que los directivos y los empresarios aún valoran su trabajo algo por debajo de lo que merecen. Los informadores se sienten socialmente menos valorados que, por ejemplo, los profesores universitarios o los médicos. Perciben que su situación aún es más baja que la de otros grupos profesionales que requieren similar o menor rango académico. 

     El 59% considera que la plantilla laboral de su medio es insuficiente, y un 36,1% defiende que es necesario contratar mayor personal fijo. También un 59% de los encuestados asegura que los becarios realizan la misma labor que los periodistas en plantilla. El acceso a la profesión es temprano: a los 24 años, casi la tercera parte ha firmado algún tipo de contrato. 

     Cuando se les pregunta por la promoción dentro de sus empresas, el 37,7% de los periodistas percibe que es el mérito profesional un factor muy importante para la promoción, aunque un 24,26% concluye que el ascenso tiene en el amiguismo un factor muy influyente. 

     Ante la pregunta de si alguna vez han deseado cambiar de profesión o de empresa, el 76% de los encuestados confirma que lo ha pensado alguna que otra vez (el 56,9%), o muchas veces (el 19%), ya sea por motivos económicos (un 48,9%), por una baja satisfacción laboral (un 35,6%), o para tener mayor calidad de vida (un 62,2%). 

     El 53,7% de los periodistas dispuestos a cambiar de profesión preferirían ubicarse en la enseñanza. Esta circunstancia se debe a que, según los miembros de este colectivo, en la docencia se consigue una mayor calidad de vida, un mayor bienestar.  

      Los profesionales de la comunicación son muy claros en torno a la situación de las empresas donde trabajan. Además de la precariedad laboral, la mayoría de los periodistas murcianos considera que uno de los principales problemas de sus “compañías” es la falta de organización interna, así como la existencia de una inadecuada gestión. Considerando a los medios en general señalan como más relevantes los mismos problemas: la precariedad laboral y la falta de organización interna. 

     La libertad y la objetividad son decisivas para esta profesión, que trabaja, como sabemos perfectamente, para informar al mundo. Ante esto, el 75% de los encuestados afirma que el grado de libertad con el que se labora es bueno, y tan sólo el 8,6% lo considera reducido. Para los periodistas encuestados, en una valoración del 1 al 10, la libertad de la que gozan supera el notable (un 7,15). 

     En este estudio también se ha querido comprobar la unión entre los  profesionales de la comunicación y cuáles son sus iniciativas para mejorar la situación laboral de todos los  periodistas tanto de la región como del país. Ante estas cuestiones generales, la mitad de los encuestados no sabe o bien prefiere no contestar cuando se le  solicitan propuestas que puedan contribuir a mejorar el sector. La falta de solidaridad o de unión y el miedo a posibles represalias empresariales impiden que se lleven a cabo las acciones de presión necesarias, según nos confiesan. Entre las actuaciones que se reclaman, en gran medida se pide la instauración de un Colegio Profesional o de una institución que promueva el corporativismo y defienda los intereses comunes de los periodistas. Sin embargo, más del 70% de los encuestados, y esto es una cierta paradoja, no está afiliado a la Asociación de la Prensa de Murcia y desconoce las labores que ésta desempeña. Desde este análisis estamos absolutamente convencidos de que es imposible cambiar una coyuntura determinada sin estar dentro de ella. 
 

3.3.2. Consideraciones finales del año 2004/5 

     Tras ver todos los resultados de las encuestas, podemos comprobar que la situación laboral es más esperanzadora de lo que, en un principio, se podría pensar. 

     Uno de los problemas que más se escuchan en boca de todos los profesionales de la comunicación es el intrusismo profesional, pero, en este estudio (insistimos: en la ciudad de Murcia), hemos podido comprobar que más del 70% de los trabajadores son Licenciados en Comunicación. Además, la sensación de inestabilidad laboral tampoco parece muy real: hay más de un 70% de los trabajadores que están contratados de forma fija y a jornada completa. Quizás por ello en Murcia entre los periodistas hay una percepción muy alta de que los sueldos que cobran son buenos o aceptables. Las cifras y las conclusiones son similares a las obtenidas en el año 2.003. 

     En lo referente a la necesidad de tener un “organismo” que les defienda, la mayoría de los periodistas que trabajan en los medios de comunicación se quejan de la precariedad laboral de los nuevos trabajadores que intentan hacerse un “hueco”, pero, al mismo tiempo, no se asocian ni se afilian a ningún organismo. La demanda de un Colegio Profesional es clarísima, pero es curioso que, de momento, no se ha intentado cambiar el “sistema” desde dentro. Este parecer también lo defendíamos entre los resultados de las encuestas del cuestionario anterior. 

     Además, algo que ha dejado claro éste y otros estudios realizados en España es que, aunque los periodistas están dedicados a informar de todo lo ajeno, cuando se pretende investigar sobre sus hábitos laborales, este colectivo muestra un alto grado de rechazo, aunque la investigación se desarrolle en forma de cuestionario anónimo 

     Finalmente, señalemos que, aunque parece que las cosas han mejorado, se pueden optimizar aún más. El fin de este estudio es que entre todos podamos recoger las ideas que entresacamos de esta “foto fija” que hemos hecho a los periodistas de Murcia para corregir con posterioridad todas las necesidades que se aprecien o que se vayan captando. Este análisis pretende ayudar a superarlas, y en esta misma dirección vamos a seguir. 

   En lo que concierne al tema concreto de la formación de los periodistas murcianos, la encuesta realizada en 2005 permite la consecución de ciertas conclusiones, si bien hay que partir de las bases siguientes: 

 
 
 
 
 

      El nivel constatado de estudios específicos de los periodistas en Murcia, a través de los resultados de la P-54, es de buena formación universitaria (72,4% de licenciados), aumentando notablemente el número de profesionales con Master universitario, en detrimento de los que no poseían título universitario o bien eran Diplomados (P-53). La encuesta también indica que la mayoría de ellos han optado por esta profesión como primera opción a la hora de escoger sus estudios (P-57), a pesar de que no existiera tradición familiar (P-60), ya que sólo un 5% son descendientes de periodistas, y un reducido 11,7% tiene algún familiar en las Redacciones.  

     La propia Universidad, a través de las prácticas concertadas con las empresas de comunicación, se erige en una de las principales vías, en primer lugar, para la toma de contacto de los estudiantes con el medio, y, posteriormente, como canal de provisión de nuevos profesionales al mercado laboral. Ésta ha sido, junto con el trabajo encontrado por propia iniciativa, la mayoritaria vía de acceso a la profesión de los periodistas encuestados (P-5). La titulación universitaria parecer ser una garantía de calidad para los empresarios, que confían cada vez más en los licenciados a la hora de contratar profesionales de la información, destacando la escasa percepción de intrusismo que denota el análisis de los datos referentes a la P-25, ya que no se menciona como problema en la Región, apareciendo únicamente para el ámbito nacional, y con poca referencia. 

     Ello supone que, de entrada, los periodistas están formados académicamente, considerándose ellos mismos mayoritariamente preparados para el uso de las nuevas tecnologías (P-37), con un 83% de respuestas afirmativas. Debemos, en este punto, recordar el alto porcentaje de jóvenes recientemente incorporados a la profesión que han respondido al cuestionario, posiblemente más acostumbrados al uso de las nuevas vías de comunicación. Aún así, herramientas como el correo electrónico, que se ha revelado como esencial para el desempeño informativo y como un canal básico para la obtención de información, con grandes prestaciones en inmediatez y en multiplicidad de formatos compatibles, está totalmente implantado y en uso por parte del 93,5% de los periodistas (P-38). No parece que la falta de cualificación sea uno de los problemas acuciantes, a la vista de las respuestas dadas para la P-14, ya que sólo como 2º problema (y únicamente en un 2,7%) se menciona, centrándose éstos en otros de tipo laboral. Lo que sí se aprecia, como problema en el medio en el que se trabaja, son las dificultades a la hora de aunar la redacción multimedia, en proceso de implantación en la actualidad. 

      Sin embargo, los idiomas parecen ser uno de los puntos menos explotados en los planes de estudios, que no contemplan como prioritaria una formación en lenguas extranjeras. Sólo en el inglés se han obtenido datos de conocimientos medios (P-58), y ello, posiblemente, sea debido más al interés personal en aprenderlo y a su universalización que a los medios académicos puestos al servicio de su enseñanza. Desde luego, otros idiomas extranjeros son casi inexistentes en el currículo de nuestros periodistas, pero lo que más llama la atención es el desconocimiento de otras lenguas habladas en el territorio nacional.   

      Igualmente, encontramos en la P-45 un dato relativo a la formación ética de los profesionales de la comunicación, que manifiestan en un 81% anteponer en su labor diaria el Derecho a la Intimidad al Derecho a la Información, a pesar de la inexistencia de un Código Deontológico para la profesión o de un Estatuto del Periodista de obligado cumplimiento por y para el sector (esto es, existe, pero no se cumplen).  

     Ésta es una de las principales reivindicaciones de los encuestados, que a la pregunta sobre problemas de la profesión (P-25) resaltan mayoritariamente aspectos relativos a la precariedad laboral y a su falta de independencia a la hora de realizar su trabajo. No en vano el 65% considera estar sometido a presiones políticas en general (P-40) y que son así en numerosas o muy numerosas ocasiones, porcentaje aún superado por las sufridas de la mano de las políticas autonómicas. Paradójicamente, cuando se les pregunta directamente por su grado de libertad personal a la hora de desempeñar sus tareas (P-44), casi el 60% lo califican entre bueno y excelente. Seguramente en alguna de las preguntas y/o respuestas se falta un “tanto” a la verdad. 

     Tal vez sea esta falta de independencia, o exceso de influencias, lo que ha llevado a nuestros periodistas a tener la percepción de ofrecer una escasa calidad en el producto final. En datos de la P-24, un 53,2% estima que la calidad de las empresas de comunicación en Murcia es entre pasable y pésimo. Igualmente, en la P-23, más de 1/3 de los encuestados califica el trabajo de los periodistas murcianos entre regular y pésimo. Su sentimiento acerca de la valoración que merecen por parte de la sociedad, para más de la mitad de los periodistas, es correspondiente con el trabajo que realizan (P-31), aunque el 73,9% se considera poco valorado por parte de los directivos y empresarios de los medios. En cuanto al medio más valorado por la sociedad, destaca ampliamente la televisión sobre otros como la prensa y, sobre todo, la radio (P-33). Ese sentimiento de infravaloración queda patente a la vista de los resultados en la comparativa con otras profesiones (P-35), en la que se observa un retroceso entre las dos encuestas (2003 y 2005). 

     Si se consideran bien formados, ¿por qué trabajan mal? Intentando buscar las razones en las instalaciones en las que realizan su trabajo (P-36), el equipamiento y la privacidad no obtienen calificaciones positivas, habiéndose incluso producido un deterioro en los últimos 2 años. No parece, pues, que las condiciones de trabajo sean las óptimas para las tareas de investigación de la noticia y su posterior tratamiento y difusión. 

     Abundando en nuestra indagación de las razones de la falta de calidad en el producto informativo, se observa en las respuestas a la P-13 que los periodistas se ocupan de múltiples secciones a diario en sus medios. Más de la mitad de los encuestados participan en las secciones de Política, Nacional, Economía, Cultura, Sociedad y Sucesos. Este hecho, unido a la inmediatez con la que se recaban y difunden las informaciones, procura una falta de especialización temática y una reducción de las posibilidades de análisis de los hechos por parte de los periodistas. Para mayor ilustración de lo dicho, debemos señalar el aumento de profesionales en el medio “televisión” en los últimos 2 años (P-1), medio que exige mayor inmediatez y tratamiento de la noticia. Ellos mismos, al menos, así lo perciben y lo reconocen en las respuestas dadas a la P-25, señalando como problemas de la profesión la falta de medios y de especialización. 

     Quizá a ello deberíamos sumar la existencia de planes de estudios anticuados o poco acordes con la realidad. La formación de los periodistas no siempre está en manos de personas suficientemente preparadas o con los conocimientos necesarios de la tecnología y/o de los métodos de trabajo que se ponen en práctica cada día en las Redacciones de los diferentes medios. Lo normal es que los planes de estudios estén descompensados, desequilibrados o distantes de lo que demandan, a nivel de contenidos, las empresas periodísticas. La sobreabundancia de asignaturas, al igual que el exceso de información, es la antítesis de una formación adecuada. A menudo parece que los planes formativos de las Facultades se han cerrado conforme a intereses de Departamentos antes que tener en cuenta las necesidades de los alumnos y futuros profesionales.

     En este caldo de cultivo, no es de extrañar que los profesionales de la información consideren que estamos ante una crisis del Periodismo. Concretamente, en la P-63, casi el 70% de los encuestados está de acuerdo con esta afirmación. Es más, se ha producido un incremento de los que manifiestan haber pensado alguna vez en abandonar la profesión, siendo éstos, en 2005, el 47% de los periodistas, con un abultado 28% que reconoce haberlo pensado “muchas veces” (P-29). Es más, parece ser que llevan a cabo ese anhelo, ya que los datos sobre la edad y la antigüedad de los profesionales de la Región muestran que son pocos los que siguen en las Redacciones después de los 50 años (P-47), habiéndose producido una masiva incorporación en el grupo de edad inferior a los 30 años. Destacable, asimismo, es la participación femenina en esa referida incorporación, que les lleva en la actualidad a ser mayoritarias entre los periodistas, con un 55% (P-46), como subrayable es el hecho de que no perciban mayoritariamente especiales problemas a la hora de acceder a puestos de relevancia (P-20). 

     Otra de las nuevas preguntas planteadas en el cuestionario del año 2005 hace referencia a la opinión de los profesionales en torno a las Facultades de Comunicación, que siguen dejando, al parecer, mucho que desear. La opinión de la mayoría de los encuestados sobre estos centros es regular. Lo piensa el 50 por ciento de los periodistas, mientras que el 6,2 por ciento cree que las Facultades son muy malas frente a un 2,1 por ciento que estima que son muy buenas. 

     ¿Qué habría que hacer para mejorar los estudios de comunicación en el ámbito universitario? La respuesta a esta pregunta se resume en una sola palabra: “prácticas”. Casi todos los encuestados creen necesario, para que mejoren los estudios de Comunicación, que los planes de estudio planteen, desde el primer momento, un ejercicio cercano de la profesión en las empresas del sector. También se piden mayores inversiones en las Facultades y en sus estudios, más calidad en los empleos, en las becas y en los contratos formativos que se ofertan, una mayor relación entre las disciplinas que se brindan en los planes de estudios y una mejor preparación de los profesionales que imparten la docencia, sin olvidar, se insiste en ello, que hay que acercar los contenidos a la realidad laboral y social de este colectivo. 

     Por otro lado, están los problemas de la carencia de formación continua y de la falta de unidad y de un sentido real del asociacionismo en este gremio. Las gráficas que hemos obtenido nos muestran que más de 2/3 partes de los periodistas no se reúnen, o lo hacen en pocas ocasiones, con otros profesionales de los medios en foros o tertulias, lo que indica un escaso índice de asociacionismo (Ver P-61) y de unidad, denunciado posteriormente como uno de los principales problemas de la profesión (Ver P-25). Lo que resulta evidente es que, si no estamos unidos, difícilmente podremos afrontar las cuestiones prioritarias que hay que corregir dentro del sector. La formación es un asunto muy serio como para dejarlo tan solo a la decisión de las empresas o de las voluntades particulares de los periodistas. Como observamos, la falta de estímulos hace que se reclamen mejoras, pero también genera, al parecer, que no haya contrapartidas por parte de los profesionales. Como medida prioritaria habría que poner en común los problemas y aventurar conjuntamente soluciones, entre ellas las del acceso a la profesión y de un perpetuo reciclaje. 

     La mayoría de los periodistas encuestados, tanto en el año 2003 como en el 2005, no están adscritos a la Asociación de la Prensa de Murcia, lo cual nos plantea numerosos interrogantes acerca de sus fines y de sus posibilidades de satisfacción a los problemas o demandas de este colectivo. El porcentaje de no pertenencia, lo recordamos, es del 70 y 71 por ciento, respectivamente. Un papel que, a nuestro juicio, deberían representar las Asociaciones de la Prensa habría de corresponder a la ejecución y control de cursos de formación y de reciclaje, como garantes de un aprendizaje al que todos tenemos derecho y seguramente obligación. 

     La valoración de la labor que desempeña la Asociación de la Prensa de Murcia, según se indica en las respuestas a otra pregunta, sigue siendo igual que en el año 2003: los encuestados responden que es “pésima”. Con toda seguridad, en este posicionamiento de los periodistas tiene mucho que ver lo que acabamos de decir. Las Asociaciones deberían defender la dignidad de una profesión sometida a numerosos avatares que no solo dejan en el desconcierto al colectivo sino que también hacen que no haya ilusiones. Este gremio vive en una especie de “Reino Taifa” donde cada uno hace lo que quiere y no se ve en la necesidad de conseguir una mayor preparación y formación. Esto es una situación que deberíamos enmendar entre todos. 

     Como constatación más que palpable para quien suscribe esta investigación, parece evidente que uno invierte en tiempo, uno destina su dinero, y uno se esfuerza, en definitiva, cuando cree que toda esa “energía” puede revertir en sí mismo, en su entorno o en la propia sociedad. Destacamos esto como un aspecto decisorio en estas conclusiones en el sentido de que difícilmente le podemos pedir a un profesional un sacrificio que luego no tiene compensación.  

     Es el caso de los profesionales de la información, que tienen puestos de trabajo en precario, mal remunerados, con cada vez menos credibilidad y sometidos a muchas presiones, tal y como hemos caracterizado en la encuesta que hemos manejado y que damos a conocer a través de este trabajo de investigación.  

     De este modo es muy poco probable que la inversión de cada periodista en educación sea alta, entre otros motivos porque hay todo un “carrusel” de seudo-profesionales en busca de una oportunidad y de un aprendizaje que tienen como peaje el hecho cierto de la baja estima y de la escasa remuneración. Si a ello unimos el caos y la ausencia de cumplimento de la legislación vigente para acceder a la profesión de comunicador o periodista, es bastante entendible que la formación de éstos deje mucho que desear, quizá globalmente por la falta de estímulo, una situación que se advierte, sobre todo, en los episodios posteriores a la incorporación a este gremio. Con independencia de cuál fuera la vía de acceso debería haber iniciativas ulteriores para formarse o titularse, si fuera menester, pero no es así. 

     La amplitud universalista del Periodismo determina que la colaboración periodística sea de muy variada naturaleza, ya que, por muy numeroso y completo que sea el equipo de Redacción, siempre habrá posibilidad o necesidad de asistencia exterior. Así, la colaboración, aún siendo importante, es algo que llega desde fuera del medio periodístico en cuestión, o que a él se adhiere sin llegar a  integrarse plenamente, ya que la naturaleza auxiliar no otorga al colaborador el grado de periodista legitimado y reconocido. Realmente, la colaboración no se reduce a quienes escriben, con habitualidad o sin ella, en un periódico. El término “colaboración” se aplica normalmente a operaciones muy diversas, que van desde el artículo magistral hasta la simple carta al director.  

     Éste bien podría ser un primer problema a la hora de estudiar la situación de los periodistas, pero lo salvamos teniendo en cuenta a aquellos profesionales que se dedican por entero a esta actividad y que tienen sus ingresos principales a través del desarrollo de este tipo de tareas. Estamos convencidos de que únicamente este género de profesionales, con tales circunstancias, nos pueden dar una radiografía adecuada del colectivo en cuestión.  

     No sería malo que hiciéramos, en este mismo apartado, un balance “globalizador” de lo que piensan los periodistas murcianos en relación con los del resto de la nación: un primer hecho “constatable” es la coincidencia de pareceres y de opiniones. Con la convicción de que todo es relativo, son muchas las consideraciones que podemos desarrollar, sin perjuicio de hacer otras más adelante y sin ningún ánimo excluyente ni ninguna aspiración de disponer de la verdad absoluta. 

     Del estudio que hemos realizado y de otros del panorama nacional se desprende que la mayoría de los profesionales de los medios de comunicación creen que el principal problema es la precariedad laboral, que muchos cambiarían de medio, y que la imagen de los periodistas se ha deteriorado en los últimos años por los programas del corazón, entre otros motivos y razones. Para la mitad de los profesionales, los medios están orientados al entretenimiento, seguramente como base para captar audiencias mayoritarias. 

      Se insiste en que las grandes preocupaciones de los periodistas murcianos provienen, al igual que ocurre con los del resto de España, de la inestabilidad laboral, del paro, de las bajas retribuciones y del intrusismo profesional. Esto se desprende del primer balance o análisis realizado para y mediante nuestro trabajo de investigación. 

      Asimismo, se destaca que un porcentaje altísimo de los periodistas, fundamentalmente en sus primeros años como profesionales, no han visto satisfechas las expectativas que tenían mientras estudiaban Periodismo. Hay un número considerable de los encuestados que manifiesta que cambiaria de profesión, mientras que la mitad está dispuesta a cambiar de medio. Las preferencias están encabezadas por la prensa, y seguidas por la televisión, la radio y los gabinetes de prensa. 

      Los motivos alegados para un necesario cambio de aires son la promoción profesional, la mejora económica, la calidad de vida, el prestigio y el disponer de más tiempo para ellos mismos y para sus familias. 

      Si nos valemos de las cifras que hemos recogido en encuestas diferentes a la nuestra que se han realizado en otras Comunidades Autónomas, a pesar de que el primer empleo llega antes o después a casi todos los licenciados en periodismo, una de las mayores preocupaciones es el fantasma del paro, que es una situación real, a la cual se accede a partir de una determinada edad en una escala importante. Así se considera mayoritariamente que la estabilidad laboral es mala, mientras que un tercio cree que es regular, y hay quienes opinan que es muy mala (lo piensan dos de cada diez). 

      En cuanto a los idiomas, como hemos dicho más arriba, el mayor número de los encuestados indica que es capaz de mantener una conversación en inglés, lengua que destaca sobre el francés y otras europeas, mucho menos conocidas. 

      Tomando como referencia el escenario europeo, y teniendo en cuenta los datos de otras encuestas nacionales, los profesionales estiman que los medios españoles son peores que los comunitarios, con excepción de la radio y los suplementos. Quizá ello sea así por la falta de formación en sentido extenso, ya que ésta no es solo una cuestión de educación sino de cultura en sentido amplio. Es de suponer que las actitudes periodísticas que están triunfando son un mal reflejo de la sociedad en la que nos hallamos. 

      Para un porcentaje muy elevado de los periodistas españoles, y en ello están de acuerdo los murcianos, el sistema de los medios esta orientado hacia el espectáculo y el entretenimiento, mientras que otros entienden que se hallan orientados al periodismo y a la información. La prensa diaria es el medio que adquiere la mayor relevancia periodística e informativa, un aspecto éste con el que no están de acuerdo los encuestados en nuestra Región. 

      Si tenemos en cuenta lo que se desprende de otros estudios realizados en otras Comunidades Autónomas, en cuanto a la credibilidad, los medios mejor valorados son los diarios y la radio. La televisión aprueba por los pelos, y suspenden las revistas y los suplementos. No obstante, en Murcia se considera que el mejor medio es la televisión. 

      Los expertos, según leemos en diferentes libros y tratados, coinciden en que la televisión pública está llamada a atender los valores de la diversidad cultural, a cooperar en el sistema educativo y a contribuir a la divulgación del conocimiento. Así, los elementos diferenciadores con las cadenas privadas deben ser la independencia, la imparcialidad, la calidad y el carácter innovador de los contenidos. 

      Además, atribuyen una importancia máxima a la creación de un Consejo Audiovisual, que debería estar formado por expertos en comunicación, sociedad civil y empresas de comunicación. 

      Parece contradictorio que se demande de la sociedad en general y de los poderes establecidos una coyuntura que debería sustentarse en los propios profesionales, con independencia de los medios donde laborasen. Uno no puede o no debe ser un médico de primera en función del hospital donde trabaja. En el caso de los periodistas habría de ser igual: las tareas son las mismas, o deberían serlo, sin que fuera un condicionante la cantidad de lectores, de oyentes o de telespectadores que tenemos. El hecho real es que el intrusismo se da mucho más en los medios más pequeños, lo cual contribuye inequívocamente a un estatus profesional, a unas vías de acceso y a unas deficiencias formativas que brindan un panorama desolador en esta profesión tan sensible, para algunos la más bonita del mundo, y, para las Constituciones Democráticas, la base del propio sistema político-social. 

      Como colofón a este trabajo y, concretamente, a estas conclusiones digamos que la labor de investigación sobre las condiciones de trabajo y, a la postre, formativas de los profesionales de la información son unos aspectos cruciales y nada baladíes a la hora de entender cuál es la situación de estos profesionales y qué debemos hacer para mejorar determinadas deficiencias. Entendemos que con la observación de las estadísticas y de las tablas que acompañamos y con los resultados que se desprenden de ellas podemos acercarnos a una realidad cargada de luces y de sombras. Nuestro único interés es el conocimiento del estado de la cuestión para posteriormente alumbrar soluciones y alternativas. Ése, con un poco de voluntad y de suerte, será el menester de una ulterior investigación. 


 

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DOS DOCUMENTOS ANEXOS 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

REVISTA DE LA “ASOCIACIÓN DE PROFESIONALES DE RADIO Y TELEVISIÓN” 
 

 

Cuando era un niño, ya tenía bastante claro que quería ser periodista. Soñaba con ser intermediario de informaciones, con llevar noticias de los confines del mundo a los paisanos, a aquellos que conocía de toda la vida, y a aquellos otros que estaba por conocer, aunque sólo fuera a través de mi propia "faena". Iba a ser mi "mensajero de lo efímero", en palabras del profesor Pedro Farias.

Mi intención era convertirme en una especia de "Robin Hood" que hiciera el bien de una de las formas que sabía- dando a conceder problemas, injusticias, alegrías, tristezas, logros, fracasos, sacrificios, entregas… Mi mente imaginativa me ponía en los más singulares emplazamientos convirtiéndome de mediador en intrépido héroe rodeado de bondadosas y rutilantes damiselas, prestas a agasajarme y a mostrarme sus agradecimientos vaya usted a saber cómo (juro que, entonces, no lo sabía).

Veía que la tarea periodística era la mas digna, floreciente y gratificante de las existentes en el firmamento societario. Era demasiado joven. Ahora, tras unos años de actividad en TVE-Murcia, y después de haber realizado una y mil prácticas aquí y allá, consiguiendo, por tanto, una experiencia aun incipiente, pero suficiente, advierto que estaba, por “desfortuna”, equivocado. Las cosas no son como creía.

Me doy cuenta de que muchos no reconocen la labor entregada del periodista, no sólo la mía propia, sino tampoco la de otros compañeros de "fatigas", excelentes personas y magníficos profesionales. Comprendo que algunas personas se quejen por el tiempo que se le pueda conceder a una determinada información. Sin embargo, lo malo es que, ante muchos de los problemas actuales, se nos ve como los culpables de diversas vicisitudes, y como la panacea en la solución de los problemas, cuando somos meros testigos y comunicadores de ellos. La dureza que vivimos en la calles es preocupante.

Porque no se brinda a unos determinados colectivos y/o a sus problemáticas un informativo de radio o de televisión, o un periódico entero, y "a su manera" (aun así creo que no quedarían saciados), se creen con derecho a llamamos de todo, a aludir a nuestras madres y a su decencia, a insultarnos de las formas más variopintas, y a veces a amenazarnos y a zarandearnos. Los sucesos que acompañaron el asalto de la sede local del PSOE en Cartagena, con insultos y enfrentamientos con los reporteros gráficos, fotógrafos y periodistas, son un botón de muestra, el último y bastante grave, por cierto.

En honor a la verdad, son siempre unos pocos los que organizan estas condenadas y molestas "veladas" de tensión y abucheo; pero, claro, la "masa" pronto se transforma, a la mínima ocasión; y otros que también están en la tesitura de un despido obligado o de un futuro incierto se "engrandecen" con aquellos que cumplimos con nuestro deber e informamos de lo que "acontece en la rue", que diría el Mairena machadiano. Pura injusticia. Es entonces cuando nos cuestionamos ese "pequeño reconocimiento" que deberíamos tener de nuestros convecinos, de aquellos a los que servimos de portavoces, en ese papel de mediación tácita de la que habla el profesor José María Desantes. En vez de tener un cierto prestigio, que juro que no es buscado, nos encontramos con que somos el blanco de las frustraciones o de los problemas de diversos colectivos.

Al final, uno ve que las niñas no sólo no quieren ser princesas, sino que tampoco el pueblo sabe defender a los que están de su parte, a los que luchan, a veces contra viento y marea, por su bien, por sus problemas, al menos por darlos a conocer objetiva, digna e imparcialmente. No somos los mensajeros heroicos que yo admiraba y soñaba en mi niñez. Que se lo pregunten a Fernando Ortuño a tantos y tantos compañeros gráficos o de redacción que se enfrentan cada día conflictivo a una hostilidad de la que, sinceramente, todos sabemos que otros son los culpables.

No tiene sentido que no formemos una piña, los periodistas y los compañeros de tareas complementarias, para poner las cosas en su sitio, si se puede, y que se debe. Quizá una de las causas de tanta "miseria" esté en la insolidaridad corporativa. Otra lo está en las bajezas de los que se hacen los fuertes frente a los que más nos hallamos a su lado. Supongo que es como todo en la vida. Hay muchos desagradecimientos. Lamentablemente. Esperemos que cambien las cosas; pero para ello todos debemos poner un granito de arena. No aguardemos milagros.

Año 0 - número 3 - Marzo 93 


 

 
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        Opinión  
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El nuevo periodista, el periodista digital 

Redacción/ Ventana Digital ( 25 - 7 - 2005 ) 

Juan Tomás Frutos  
María José Centenero de Arce

"La irrupción de Internet aumenta el sentimiento de caos porque establece definitivamente el tiempo real, la instantaneidad, como ritmo normal de la información". (Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique).

El periodismo del siglo XXI es instantáneo: la información llega en el momento, y esto es en gran medida gracias a los ordenadores y a ese fenómeno que llamamos la red de Internet.

La versión romántica del periodista que con su boli y papel intenta ser la correa transmisora de la realidad se ha convertido hoy en un periodista capaz de conocer lo que ocurre en la otra parte del mundo a través de su ordenador y preparado para dar una noticia en el mismo segundo en el que ha ocurrido.

Por ello ya comienzan a realizarse estudios para conocer la situación y el perfil que tienen estos periodistas. En estos análisis, además de recoger que el periodista digital suele ser un hombre de 25 á 35 años que trabaja desde un primer momento con las nuevas tecnologías, se intenta reflejar el comienzo de esta era informática y comprender sus avances.

Al principio, Internet sólo se concibió como otro soporte electrónico para la publicación de contenidos periodísticos que prometía diferenciarse de los conocidos medios tradicionales como el periódico, la radio o la televisión.

Más tarde, este soporte de publicación ha hecho nacer un nuevo concepto del periodismo: el denominado Periodismo Digital. Las características de Internet, como medio interactivo, proponen y requieren que el periodista realice funciones que, tradicionalmente, eran ejercidas por otros profesionales o simplemente no eran necesarias o no eran requisitos fundamentales en su quehacer. Así, hoy en día, el periodista no sólo es periodista en la red sino también un gestor y un comunicador.

Un trabajo de investigación

En sus labores informativas, el periodista debe continuar realizando su trabajo de investigación, utilizando las fuentes tradicionales, como son el resto de sus conciudadanos y/o la propia documentación. Al mismo tiempo, las fuentes han de ser no sólo físicas sino también virtuales para crear contenidos propios. Ha de redactar la información considerando la heterogeneidad de los usuarios de la red.

Para la presentación de los contenidos debe considerar en todo momento dónde va a ir situado el texto, si tiene audio, imágenes, foros, etc.

Una de la novedades que tiene que desarrollar el periodista digital y que no está en las rutinas del profesional “a la antigua usanza” es la utilización del hipertexto para contextualizar y relacionar las informaciones dentro del mismo sitio o enlazando con otras direcciones, además de mantener una actualización constante de toda la información.

Como hemos dicho anteriormente, una de las facetas de este nuevo periodista digital es que debe realizar labores de gestión; es decir, ahora debe saber diseñar la interfaz donde se presentarán los contenidos, a nivel gráfico y también ha de conocer la forma cómo se estructurarán los contenidos y cómo se interrelacionarán los textos, las imágenes, el audio, etc. Asimismo, debe diseñar las formas de almacenamiento de la información y el acceso a los archivos.

Ya no es suficiente saber redactar e investigar para llegar hasta la noticia y transmitirla. Las nuevas generaciones de periodistas han de tener como una herramienta más todo el instrumental técnico e informático, así como el conocimiento para su utilización y aplicación. Su uso resulta tan fundamental como lo fueron en su día la grabadora y el bolígrafo, que hace unos cuantos años eran unos elementos de lujo y desconocidos para la gran mayoría. Es previsible que todo periodista acabe procesando la información con herramientas digitales -ordenadores, cámaras, etc.- y publicando en medios digitales -Internet, televisión digital, etc.-. Por lo tanto, parece inevitable que todos los periodistas acaben siendo "digitales", de la misma forma que todos acabaron siendo "telefónicos" o "fáxicos".

En todo caso, como ocurre en los diversos ámbitos profesionales y de la vida, unos podrán trabajar siguiendo unas rutinas periodísticas clásicas adaptadas y evolucionadas hacia el medio digital; y mientras, otros, los periodistas en red, estarán creando y consolidando unas nuevas rutinas propias de un proceso de comunicación multimedia, multi-lineal e interactivo.