La Libertad Informativa
y los Periodistas
Conviene que lo recordemos. La
libertad de Prensa, el derecho a informar a los ciudadanos, ha sido el gran
logro de la democracia. Es un derecho fundamental, interpretable, sin duda,
hasta como una obligación. Así de importante es la cuestión, y así lo
resaltamos de manera contundente, sin rodeos. Lo creo desde siempre. La gran
mayoría estamos de acuerdo en esa aseveración, en esa perspectiva. El
Periodismo, unido como está, y ha estado, a las Revoluciones Industriales y a los
grandes tránsitos de la sociedad, verdadera depositaria del Derecho a
Por ello, me permito recordar algunas consideraciones, en la idea seria, sencilla y sin dobleces de ayudarnos todos a conservar uno de nuestros bienes más preciados: el de la comunicación veraz, sin segundas intenciones, clarificadora, plural, ecuánime, diestra, defensora de las minorías y de aquellos que nos refrescan los pensamientos con su anhelo, y su derecho, a disentir.
Recordemos que, dado que los profesionales de la información desarrollamos un papel básico, los distintos estamentos, las distintas corrientes societarias, no pueden, no deben, no podemos, ni debemos, poner objeción a las noticias que están debidamente documentadas y que son absolutamente veraces. Al mismo tiempo, no podemos, como sociedad plural que somos, aceptar que este tipo de situaciones de distorsión se produzcan.
Tengamos presente que, cuando los periodistas no actuamos con la suficiente diligencia, si fuera el caso, cabe que se pidan, que pidamos, las oportunas rectificaciones o la puesta en marcha de medidas legales siguiendo los procedimientos establecidos por las normas, pero jamás -atención- debemos tolerar que se realicen amenazas veladas o de viva voz. Hemos de reclamar sin ningún tipo de rodeos respeto para el trabajo de los profesionales, que cumplen, que cumplimos, nuestra función constitucional de servicio público y de interés general.
Es preciso
que nos reiteremos de nuevo el hecho o la posibilidad siguiente: cualquier
persona tiene derecho a acudir al ámbito de
Añadamos, igualmente, sobre este último particular que la actividad de los poderes y de las Administraciones, de cualquier entidad pública y privada, si fueran el caso o el objeto de las informaciones periodísticas, está sujeta, por su propia naturaleza, al conocimiento y al control societario, eso sí, desde el respeto, desde la consideración plena de sus derechos y deberes. Parece lógico, ¿no? La sociedad, según la Ley, es la depositaria del derecho y del deber de informar. Como contrapeso o complemento a los poderes establecidos, los profesionales de la información hacen de vicarios o de representantes especializados de esa misma sociedad para conocer y divulgar aquello que ocurre y que tiene una cierta relevancia observando las reglas esenciales del buen periodismo. Cuando no sea así, habrá que decirlo también desde el propio colectivo periodístico.
Contamos lo que
ocurre
No cabe por ello aceptar que los periodistas o sus medios sean los culpables de contar aquellas cosas que sean ciertas, reitero, si lo son, si son verdaderas. Nos dedicamos, o debemos hacerlo, a relatar lo que acontece. En determinados momentos, en ciclos de todo género, se convierte en una moda esta consideración, esta apreciación, esto es, aquella que trata de lanzar una cortina de humo sobre actuaciones más o menos lícitas, intentando que el mensajero se lleve un golpe, quizá como aviso a posibles osados a contar la verdad de cada día en los más diversos planos de la sociedad a la que, repito, se debe el periodista.
Es claro que, si nos equivocamos, debemos rectificar, que, si no lo hacemos, están las leyes, y que éstas deben indicar el camino por el que hemos de caminar todos en consenso y en comunión normativa. La Federación de Asociaciones de Periodistas, con 20.000 socios en toda España, está trabajando muy arduamente en este plano.
Somos periodistas, amigos y amigas, hacemos una labor ardua cada día, para la que esperamos el apoyo de toda la sociedad, que deposita en nuestra profesión su confianza. Pedimos respeto para nosotros, de paso para nuestras familias, y, al tiempo, para todas las gentes a las que representamos con firmeza y fortaleza. A su vez, reclamamos el apoyo de toda la sociedad para que, sin llegar a ningún tipo de enfrentamientos, en los que particularmente no creo (con el conflicto no se arregla nada, de verdad), señalemos las tendencias, las posturas y las labores de algunos ejercicios periodísticos que seguramente no lo son o que pueden ser poco recomendables. Me refiero a los que no utilizan la máxima de la doble fuente para contrastar las noticias. Subrayemos que los periodistas somos sociedad. Verlo de otra manera es equivocar la cuestión, la gran cuestión.
Juan TOMÁS FRUTOS.